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En la mitología griega, Panacea es una diosa menor de la salud, hija de Asclepios (el Esculapio romano) y Epione. La voz panacea es de origen griego (Πανάκεια/panákeia, en latín panacēa). Según la RAE, en español significa un medicamento al que se atribuye eficacia para curar diversas enfermedades, o un remedio o solución general para cualquier mal. Si al sustantivo panacea le acompaña el adjetivo universal (panacea universal), entonces equivale a un remedio buscado por los antiguos alquimistas para curar todas las enfermedades.
Es notorio que los médicos griegos y latinos, como los medievales y renacentistas, mostraron interés en curar las enfermedades de un modo simple y contundente. Llevada al campo preventivo, esta loable actitud terapéutica también inspira a numerosos investigadores actuales para buscar una vacuna universal contra especies de microbios (panvacuna). Es la idea subyacente en el concepto de vacuna pancoronavirus.
No faltan razonables razones
La indeseable repetición de los tremendos daños y el terror causados por las epidemias de gripe de los siglos pasados (en especial, el XX), algunas con categoría pandémica, preocupa sobremanera a las autoridades de la salud planetaria y a miles de científicos de diversas disciplinas. Sin desmerecer los estragos del sida, hepatitis C, la fiebre del Nilo, los episodios de ébola, zika, chikungunya y dengue, por citar algunos ejemplos mediáticos de epidemias y brotes preocupantes.
Las epidemias de SARS (2020) y MERS (2012), a pesar de su elevada letalidad, han sido ensombrecidas por la pandemia vigente de SARS CoV-2 (Covid-19). Su mortalidad es relativamente baja, pero solo en apariencia: mucho menor que SARS (10%) y MERS (34%), pero seis veces mayor que la de la gripe.
La razón de la trascendencia de la Covid-19 puede ligarse a determinados factores: una mayoría absoluta de asintomáticos con capacidad de contagiar; el contagio por aerosoles; el fenómeno de los superdiseminadores; la mala gestión política y social de la pandemia; el negacionismo y los incrédulos; las burbujas humanas con muy alto riesgo de contagiar y enfermar (casas de acogidas de ancianos, asilos); la ausencia hasta ahora de inmunidad natural o por vacunas; y el pobre rendimiento de las escasas terapias farmacológicas. Todo lo anterior y algún otro factor sustancian el desastre de las cifras de infectados, ingresados y muertos.
Hay que sumar la aparición de variantes víricas cuyas mutaciones permiten al virus diseminarse mejor (40-70%), aumentar su capacidad de reproducción (carga vírica), eludir la inmunidad natural (entre 6 y 10 veces menos) y vacunal y responder peor a determinadas terapias (anticuerpos monoclonales). Un panorama que puede justificar mayor mortalidad (30%) y reinfecciones.
La amenaza oculta
Estudios computacionales indican que la humanidad está en riesgo alto de ser atacada por nuevos coronavirus, aún desconocidos. Puede aumentar la nómina de animales intermediarios más allá de los hasta ahora familiares: civeta, dromedario de Arabia, pangolín, visones, gatos y otros felinos de zoos. Los virus deben de estar pululando en reservorios (murciélagos) expuestos a la recombinación genética tan temida por la gripe pandémica.
Cuatro o más nuevos coronavirus podrían infectar a 40 veces más especies de animales: hasta 126 mamíferos pueden ser susceptibles a la infección por el SARS-CoV-2. Hay condiciones para la emergencia de pandemias de alcance y efectos desconocidos.
La esperanza de las vacunas
La buena noticia es que el mundo científico, apoyado por la industria y algunos gobiernos, ha respondido a la pandemia. Ha descubierto y publicitado en tiempo récord las entrañas estructurales del virus. Se han generado numerosas y muy potentes técnicas diagnósticas, comprobado la eficacia de medicamentos y producido diversas vacunas (en menos de un año). Pero no es suficiente. La ciencia no se conforma.
Algunas variantes en circulación parecen disminuir la eficacia de las vacunas mRNA de Pfizer y de Moderna, aunque no las invalida. Se teme que el azar conforme una combinación de mutaciones que hagan al SARS CoV-2 invulnerable. No se debe ir detrás del virus, sino adelantarse a sus intenciones dependientes del azar evolutivo. La esencia del verbo prevenir es vislumbrar el futuro: frente al azar pandémico, la necesidad de fabricar la vacuna universal.
Vacunas universales y nanopartículas de mosaico
La idea de la panvacuna no es nueva. Se persigue la vacuna universal contra la gripe desde hace años: sintetizando anticuerpos contra el tallo de la hemaglutinina o provocando una buena respuesta linfocitaria. La vacuna universal HxNy abarcaría diversas cepas gripales (humana, porcina y aviar). Rusia acaba de comunicar a la OMS el primer brote de siete casos de gripe aviar H5N8 en humanos. Preocupante.
Es muy esperanzador un modelo de panvacuna contra los coronavirus, publicado en Science por el MIT de Pasadena (California) y las universidades de Oxford y Rockefeller de Nueva York. Son las nanopartículas de mosaico.
Un ingenioso modelo, ensayado en ratones: sobre una nanopartícula pegan ocho antígenos virales (el dominio de unión al receptor o RBD de la proteína S) de otros tantos coronavirus diferentes (el SARS-CoV-2 de Wuhan, 6 de murciélagos chinos y uno de pangolín chino). Pueden ensayarse hasta 60 antígenos.
Estudian una nanopartícula homotipo con el RBD del SARS CoV-2, dos mosaicos de cuatro coronavirus cada uno (mosaico 4a: SARS-CoV-2 y tres de murciélagos/mosaico 4b: CoV-pangolín y tres de murciélagos) y un mosaico (8) con la suma antigénica de ambos.
La respuesta de anticuerpos neutralizantes co ntra el mosaico-8 es alta. También se inhiben cuatro coronavirus más (el SARS-CoV humano y tres de murciélagos de diferentes orígenes geográficos: China, Bulgaria y Kenia) cuyos RBD no están incluidos en el modelo experimental. La respuesta a la nanopartícula en mosaico es eficaz frente a los coronavirus humanos y zoonóticos de potencial pandémico.
Investigaciones similares suponen invertir 100-200 millones de dólares anuales. Es mucho dinero (una utopía para la Ciencia española), pero apenas una propina frente a los gastos sanitarios, sociales y económicos de una nueva emergencia pandémica.
Según Science, la actual pandemia costará unas 500 veces más que prevenir la próxima. Los NIH y científicos de prestigio (Fauci) alientan la búsqueda de panvacunas contra los coronavirus.