
Aunque no hay datos oficiales, se acepta que los hombres son diagnosticados con autismo, aproximadamente, tres veces más que las mujeres. Esto sugiere a un equipo de neurocientíficos de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Países Bajos y Estados Unidos que los factores sexuales biológicos pueden desempeñar un papel en el desarrollo y la presentación del espectro autista.
Los estudios sobre la biología del cerebro de hombres y mujeres con autismo han comenzado a examinar las redes cerebrales, pero los resultados han sido mixtos. Esto se debe en gran parte a que los investigadores reconocen una disponibilidad limitada para acceder a datos de mujeres diagnosticas con el espectro autista.
Ahora, este equipo de neurocientíficos en el que también han participado especialistas del Child Mind Institute, con sede en la ciudad de Nueva York, que también figuran en AIMS2TRIALS, han combinado decenas de miles de datos obtenidos por resonancia magnética de Autism Brain Imaging Exchange (ABIDE), para analizar las diferencias de la red cerebral entre hombres y mujeres autistas.
Par realizar su trabajo, publicado en Molecular Autism, utilizaron la muestra ABIDE para descubrir nueva información y dos muestras grandes adicionales para ver si esos hallazgos podían repetirse. Incluyeron una muestra derivada de las exploraciones de género de la neurogenética y el desarrollo para avanzar en la investigación del autismo, disponible a través de la Base de Datos Nacional para la Investigación del Autismo y otra compartida por los colaboradores de AIMS2TRIALS.
En estas tres muestras, los investigadores encontraron que tanto los hombres neurotípicos como las personas autistas mostraban una función cerebral en estado de reposo reducida en la llamada red predeterminada, activa cuando participamos en la cognición social o los pensamientos sobre nosotros mismos.
Conexiones entre hemisferios en hombres y mujeres con autismo
Además, en la muestra del hallazgo y en una de las más grandes de las dos muestras de replicación, se demostró que las conexiones entre los hemisferios (las dos mitades del cerebro) en la corteza visual se reducen en las mujeres autistas, mientras que los varones diagnosticados de este espectro no son diferentes de los hombres que no son autistas.
Los resultados sugieren que muchas personas autistas pueden tener interacciones diferentes entre los dos hemisferios de su cerebro en comparación con las personas no autistas. Esto refleja una combinación de efectos, incluidos algunos que parecen no estar relacionados con el sexo, y algunos en los que existe una interacción entre el sexo y el diagnóstico de autismo. Cada uno de estos efectos parece específico de un sistema diferente del cerebro.
En este estudio, dirigido por Dorothea L. Floris y José Filho, de Radboud University, en Nijmegen, se destaca la importancia del intercambio de datos y la colaboración para implementar la ciencia del descubrimiento y abordar los desafíos críticos relacionados con la reproducibilidad de los hallazgos, que afectan a todos los campos de la ciencia.
Además, hacen hincapié en la urgencia de llevar a cabo más trabajos en esta línea, argumentando que solo entonces los estudios tienen suficiente validez desde el punto de vista estadístico para, entre otras cosas, generar investigaciones sólidas.
Entre los organismos e instituciones que han financiado este trabajo figuran los siguientes: Autism Science Foundation; NIH; donaciones al Child Mind Institute de Phyllis Green Randolph Cowen y Joseph Healey; Becas Dr. John y Consuelo Phelan; Ontario Brain Institute; Sociedad Internacional para la Investigación del Autismo; Fundación Alan B. Slifka; The Canadian Institutes of Health Research Sex and Gender Science Chair; Programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea; EFPIA y The Autism Research Trust.
‘Cerebro de hombre, cerebro de mujer’
A propósito de las diferencias y/o similitudes de los cerebros masculinos y femeninos, el profesor Hugo Liaño, durante varias décadas jefe del Servicio de Neurología del hospital madrileño Puerta de Hierro, es el autor de la obra Cerebro de hombre, cerebro de mujer (Ediciones B).
En un artículo publicado en 2015 en Biotech Magazine, el profesor Liaño recordaba que en 1985 Swaab y Fliers descubrieron que en el cerebro humano y en el área preóptica del hipotálamo anterior había una zona que era dos o tres veces mayor en los hombres que en las mujeres.
Tres años después, Swaab y Hofman añadieron que este núcleo tenía un máximo tamaño, para los dos sexos, entre los 2 y 4 años de edad y que, con el paso del tiempo, se iba creando la diferencia, el sexo-dimorfismo, por el sistema de que el núcleo de las mujeres iba perdiendo más células que el del hombre.
En otro momento, señalaba que “estos sexo-dimorfismos cerebrales quedaron perfilados por los hallazgos que publicaron Allen y colaboradores en 1989. En la misma zona del hipotálamo anterior humano pudieron aislar cuatro núcleos en cada lado, a los que llamaron con las siglas IANH, de las iniciales en ingles de Intersticial, Anterior, Núcleo, Hipotálamo, y los clasificaron sencillamente como 1, 2, 3 y 4. El primero y parte del segundo formaban el que inicialmente viera Swaab. Efectivamente, comparando estudios animales y humanos previos, observaron que los núcleos 2 y 3 de los hombres eran de tamaño doble y triple, respectivamente, que los de las mujeres. Una desviación de este hallazgo que encontraron en alguna mujer les llevó a pensar que el tamaño de estos núcleos del hipotálamo humano no sólo era distinto por el sexo, sino que dependía también del estado hormonal de la mujer”.