
Los mosquitos transmiten muchos virus, como los que causan el dengue, introduciéndolos en nuestro cuerpo con la saliva que se deposita en nuestra piel cuando nos pican. Ahora, en la Universidad de Virginia (EE UU) concluyen que puede haber componentes en la saliva que promuevan la infección por el virus.
Bajo la dirección del inmunólogo portorriqueño Mariano A. Garcia-Blanco, en el estudio que aparece en PLoS Pathogens se demuestra que la saliva de los mosquitos infectados con el virus del dengue contiene una sustancia que frena la acción del sistema inmunológico humano y facilita que las personas se infecten con estos agentes patógenos potencialmente mortales.
Este hallazgo ayuda a explicar por qué el dengue se transmite con tanta facilidad. Pero, además, abre el camino para desarrollar nuevas formas de prevenir la infección.
García-Blanco, especialista en Microbiología e Inmunología, no tiene dudas de que una mejor comprensión de la biología fundamental de la transmisión “conducirá, eventualmente, a medidas efectivas de bloqueo de la transmisión”.
Además, García-Blanco está convencido de que encontrarán sustancias amortiguadoras del sistema inmunológico similares a las que acompañan a otras infecciones transmitidas por mosquitos, como Zika, Nilo Occidental y la fiebre amarilla.
“Es casi seguro que nuestros hallazgos serán aplicables a infecciones con otros flavivirus. Pero es poco probable que las moléculas específicas aquí se apliquen a la malaria, pero el concepto es generalizable a las infecciones virales”, añade.
Este estudio hace hincapié en que la mitad de la población mundial está en riesgo de infección por el virus del dengue, que transmiten principalmente los mosquitos Aedes aegypti.
Como este virus ha evolucionado para aprovechar la biología de los mosquitos y mejorar la transmisión a los humanos, García-Blanco y su equipo subrayan la importancia de comprender su ciclo de transmisión, para controlar la propagación de esta enfermedad.
Cada año, 400 millones de infecciones por dengue
Según Mayo Clinic, el dengue es una enfermedad transmitida por mosquitos, en zonas tropicales y subtropicales. La versión leve puede ocasionar fiebre alta y síntomas similares a la gripe, náuseas y erupciones en la piel, síntomas que a menudo la confunden con otras enfermedades. Una forma grave, también llamada fiebre hemorrágica del dengue, puede ocasionar sangrado intenso, descenso repentino de la presión arterial y la muerte.
Cada año, unos 400 millones de personas se infectan con este virus. Es más frecuente en el sudeste asiático, las islas del Pacífico occidental, América Latina y África. Pero la enfermedad se ha propagado a nuevas zonas, incluidos brotes locales en Europa y el sudeste de Estados Unidos.
Por el momento, en las zonas en las que es común, las mejores formas de prevenir la infección son evitar las picaduras de mosquitos y adoptar medidas para reducir la población de estos insectos.
La mayoría de las personas tendrán casos leves, pero los especialistas en salud pública advierten que una de cada 20 desarrollará una enfermedad grave, que puede provocar shock, hemorragia interna y la muerte. Desafortunadamente, es posible contraer dengue repetidamente, ya que lo causan cuatro virus relacionados.
En las conclusiones de su trabajo, García-Blanco propone que el ácido ribonucleico flaviviral subgenómico (ARNsf) es un nuevo potenciador de la transmisión.
“Al introducir este ARN en el sitio de la picadura, la saliva infectada con el dengue prepara el terreno para una infección eficiente y le da al virus una ventaja en la primera batalla entre él y nuestras defensas inmunitarias”, apunta.
Ahora, el hallazgo del equipo de García-Blanco identifica un arma en el arsenal de los virus y abre la puerta para encontrar nuevas formas de ayudar a reducir la transmisión y controlar la propagación de la enfermedad.