El mosquito tigre puede transmitir el chikungunya en clima templado
Una hembra de 'Aedes albopictus' alimentándose de un huésped humano. Foto: jcomp / Freepik

En un ajuste sincronizado entre virus y vector, en este caso el mosquito tigre (Aedes albopictus), a través de procesos moleculares muy diferentes, puede transmitir el virus chikungunya con la misma eficacia, tanto a 20 °C como a 28 °C. Esta es la principal conclusión de un estudio del Instituto Pasteur y de la Universidad Paris Cité.

En este estudio experimental que difunde Journal of Travel Medicine, se recuerda que el virus chikungunya se detectó por primera vez en Europa en 2007, durante una epidemia en Italia.

Los primeros casos autóctonos de chikungunya en el sur de Francia se observaron en otoño, primero en 2010 y nuevamente en 2014 y 2017. Es bien sabido por los científicos que, inevitablemente, influyen los efectos del clima, y en particular la temperatura, en la transmisión de patógenos por los mosquitos.

La reciente aparición de enfermedades transmitidas por vectores ha marcado un punto de inflexión en el campo de la salud pública, ya que ahora afectan a regiones cada vez más alejadas de las zonas endémicas. Esto se debe a los cambios en el medio ambiente y al aumento del comercio y los viajes entre continentes.

La temperatura mínima registrada durante epidemias recientes en Europa continental fue de 20°C. 28°C es la temperatura media en los países tropicales donde suele circular este agente patógeno.

En este estudio, científicos del Instituto Pasteur y la Universidad Paris Cité observaron la transmisión del virus chikungunya por el mosquito tigre Aedes albopictus a una temperatura ambiente de 20°C ó 28°C.

Con mosquitos tigre muestreados en su hábitat natural en Montpellier, los investigadores analizaron los mecanismos moleculares de adaptación inducidos por la temperatura.

La temperatura altera la expresión génica del mosquito

Anna-Bella Failloux, directora de la Unidad de Arbovirus e Insectos Vectores del Instituto Pasteur y primera autora de este trabajo, explica que “demostramos que la temperatura altera profundamente la expresión génica y el microbioma bacteriano de los mosquitos”.

Este equipo observó diferentes perfiles de expresión génica a 20 °C y 28 °C en mosquitos infectados con el virus. Comprobaron también que el microbioma de los insectos infectados con el virus chikungunya se modifica a 28 °C, con una disminución significativa de la bacteria Wolbachia correlacionada con un aumento de la bacteria Serratia, que contribuye a la transmisión viral. Wolbachia inhibe la replicación viral y Serratia promueve la infección del intestino medio del mosquito por el virus.

La temperatura también afecta el genoma viral en los mosquitos infectados. “La diversidad genética del virus chikungunya también se modificó. Todos estos cambios inducen alteraciones moleculares que resultan en una transmisión efectiva del patógeno”, puntualiza Failloux.

«En este estudio -añade- el mosquito Aedes albopictus fue capaz de transmitir chikungunya tanto a 20 °C como a 28 °C con la misma eficacia, pero a través de procesos moleculares muy diferentes. Este es un verdadero ejemplo de ajuste mutuo entre virus y vector, en este caso el mosquito tigre, en respuesta a las condiciones ambientales”.

El mosquito tigre ahora está presente en regiones templadas como el continente americano, Asia templada y casi 28 países europeos, incluida Francia desde 2004.

En unas pocas décadas, se ha extendido por cuatro quintas partes de Francia. “Es probable que el chikungunya continúe propagándose en áreas donde el mosquito tigre se ha establecido. En ausencia de vacunas y tratamientos, podría convertirse en un problema de salud pública en un mayor número de países con climas templados”, concluye Anna-Bella-Failloux.

Primera epidemia de chikungunya

La primera epidemia provocada por el virus chikungunya se registró en Tanzania en 1952. Desde entonces, la infección ha continuado expandiéndose de forma endémica y epidémica en los continentes africano y asiático, particularmente en India desde 2006 y en la región del Océano Índico.

En 2007, el chikungunya también se registró en Europa por primera vez, con varios cientos de casos en el noroeste de Italia en septiembre de ese año. Se registraron los dos primeros casos autóctonos de chikungunya en Francia, en el departamento de Var, en 2010.

En 2011, en Nueva Caledonia y en diciembre de 2013 estalló una epidemia en el Caribe, en Saint-Martin. Se extendió al resto del Caribe y luego al continente americano. Finalmente, llegó a la Polinesia Francesa en 2014.

En makonde, chikungunya significa caminar encorvado, en alusión a la postura de los enfermos paralizados por el dolor en las articulaciones.

Después de un período de incubación de dos a diez días, el virus causa un dolor articular intenso, a menudo debilitante, en los pacientes infectados, principalmente en las articulaciones pequeñas, como las muñecas, los dedos, los tobillos y los pies, pero a veces en las rodillas y ocasionalmente en las caderas u hombros.

Los afectados también sufren con frecuencia dolores de cabeza, fiebre, dolor muscular intenso, erupción en el torso y las extremidades, hinchazón en uno o más ganglios linfáticos cervicales y conjuntivitis.

A menudo, se han descrito sangrado de encías y hemorragias nasales en relación con la enfermedad, principalmente en Asia.

Pocas formas graves de chikungunya

Aunque rara vez se habían observado formas graves de chikungunya, en áreas históricamente endémicas, durante la epidemia de 2005 en la isla Reunión se informaron formas neurológicas graves, incluidos casos de meningoencefalitis y daños en los nervios periféricos.

Estas complicaciones afectaron principalmente a pacientes de edad avanzada, aquellos con un sistema inmunológico debilitado o recién nacidos infectados en el útero por sus madres.

Los síntomas clínicos del chikungunya suelen desaparecer relativamente rápido: los pacientes tienden a recuperarse de la fiebre y las erupciones cutáneas asociadas con la enfermedad en unos pocos días, pero los problemas en las articulaciones pueden persistir durante varias semanas. La infección por el virus chikungunya no parece haber sido la causa directa del pequeño número de muertes registradas durante las epidemias.

El dolor articular puede persistir en forma subaguda o crónica durante varios meses o incluso años, sobre todo en pacientes de edad avanzada. En un estudio sudafricano retrospectivo, el 10% de los pacientes seguía afectado de 3 a 5 años después de la infección aguda.

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