En los últimos 100 años se ha producido un aumento exponencial en la esperanza de vida a nivel mundial lo que ha originado nuevas preguntas sobre el envejecimiento y como prevenirlo. La población quiere envejecer bien, sin dolores y preservando la movilidad para mantener su independencia y vitalidad hasta los últimos días.
La base para el mantenimiento adecuado de nuestras estructuras vitales frente al paso del tiempo consiste en emplear herramientas de promoción de la salud basadas en la medicina preventiva, de forma que nos permitan adquirir recursos con los que enfrentarnos al estrés oxidativo y al proceso inflamatorio que acompaña a la senescencia celular.
Tememos perder las capacidades funcionales, vivir con dolor, experimentar la reducción de movilidad, flexibilidad y fuerza que en último término puede llevarnos a la dependencia física y social.
Ante el inevitable paso del tiempo por nuestro cuerpo, nos vemos movidos a preparar el mejor escenario en el que nuestra condición física y mental nos permitan disfrutar en todo momento y durante el mayor tiempo posible.
La búsqueda de respuestas para proteger nuestros organismos frente a las condiciones adversas, tanto externas como internas, nos empuja a realizar reajustes en la dieta, modificar los hábitos de vida y cambiar las conductas.
Micronutrición
Este articulo viene a aportar algo de luz sobre las acciones que podemos tomar para predisponernos a transitar el camino del buen envejecimiento, en concreto, desde el campo de la micronutrición.
Encontramos ahora elementos que, combinados, nos facilitan protección y mejora del desarrollo de nuestro espacio vital. Son tres los actores que se complementan y aumentan las ventajas de su uso de forma conjunta.
El primero de ellos es la suplementación proteica de precisión en forma de aminoácidos. Los aminoácidos son los ladrillos que empleamos para construir estructuras proteicas complejas, necesarias para el buen funcionamiento del organismo. Algunos aminoácidos, como L-Glicina, L-Lisina, L-Prolina, L-Valina, con capacidad de reponer y regenerar nuestros tejidos, construir y desarrollar el tejido muscular y el colágeno, constituyen componentes principales del cartílago, de nuestro tejido conectivo y de la piel. Algunas enfermedades degenerativas relacionadas con la debilidad del sistema locomotor (huesos, cartílagos, tendones) pueden tener una causa carencial.
La L-prolina y la L-Glicina, aunque son aminoácidos no esenciales, son especialmente necesarias para los fibroblastos, condrocitos y osteocitos y su ingesta mejora la síntesis de colágeno. La L-Valina y L-lisina sí son aminoácidos esenciales (no podemos sintetizarlos y tenemos que ingerirlos) y se utilizan en el tejido muscular y en la piel.
Nos proporcionan, combinados con la actividad física, esa resistencia muscular que vamos perdiendo según cumplimos años. Cuidan que nuestro tejido conectivo se mantenga fuerte y detienen en buena medida el envejecimiento.
El segundo de estos actores vitales es la administración de colágeno, constituyente de entre el 25 y 35 % de las proteínas de nuestro cuerpo. Su disminución está asociada a una mayor velocidad de envejecimiento y pérdida de cartílago en las articulaciones. También disminuye la capacidad para contrarrestar los efectos negativos que produce la exposición al sol y el estrés. La mayoría de los tratamientos que se realizan en Medicina Estética implican estimular la síntesis y regeneración de nuevo colágeno, como la aplicación de radiofrecuencia, mesoterapia o micro-lesiones controladas que estimulan un proceso regenerativo o aplicaciones con impacto térmico selectivo.
Para obtener los mejores resultados en estos procesos estéticos es importante disponer de la mejor materia prima con una buena complementación nutricional. Mantener una ingesta regular de colágeno y sus precursores es primordial para prevenir el envejecimiento y mejorar nuestro aspecto estético.
El tercero de los actores, relacionado con esa prevención desde la actuación médica, es una pareja formada por dos protagonistas, dos planta (Boswellia y Curcuma) que aportan componentes, curcuminoides, ácidos boswellicos, terpenos, aceites volátiles como tumerone, atlantone y zingiberene que presentan propiedades antiinflamatorias (por inhibición de la ciclooxigenasa COX-2), antiálgicas, antitumorales y antioxidantes exentas de efectos no deseados y que en proporciones adecuadas hacen que podamos conseguir aliviar síntomas en diferentes patologías como artritis o procesos inflamatorios.
Pero lo que realmente se nos presenta como algo ventajoso es poder plantearnos efectos relativamente rápidos en un contexto de inflamación, de tejidos, de articulaciones como tratamiento del mismo y también con carácter preventivo en cuanto al dolor en articulaciones o músculos lo que supone una mejora en la movilidad en distintos grupos de pacientes.
Por lo tanto, la ingesta diaria de estos tres actores nos permite establecer una pauta médica para un antiaging efectivo intentando la regeneración y el retraso del deterioro progresivo que afecta a nuestra piel y sistema músculo esquelético.