

Un equipo de investigadores coreanos ha diseñado y desarrollado un método innovador para el tratamiento de fístulas vesicovaginales, utilizando la proteína adhesiva del mejillón que puede sellarlas eficazmente incluso cuando se exponen a la orina.
En este avance han participado especialistas de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pohang, junto con ingenieros del Instituto de Investigación de Tecnología Química y urólogos de la Universidad de Corea, en Seúl, y del hospital Kangbuk Samsung.

Como explican en Acta Biomaterialia, aplicaron esta proteína del mejillón a un modelo de cerdo, en el que se simulaba una fístula vesicovaginal. Así consiguieron sellarla mucho más rápido y con mayor eficacia que con el método convencional que utiliza suturas.
Actualmente, las fístulas vesicovaginales se suelen tratar con sutura, pero esta tiene múltiples limitaciones ya que las cirugías son complicadas y la contracción y expansión repetidas de la vejiga daña el tejido, lo que se traduce en una lenta cicatrización de la herida.
“La fístula vesicovaginal es un trastorno difícil de tratar y tiene un impacto significativo en la calidad de vida de la paciente”, comenta el profesor Seokho Kang, de la Universidad de Corea. “Esperamos que el método de tratamiento recientemente desarrollado sea aplicable a métodos quirúrgicos mínimamente invasivos como la cirugía robótica y la endoscópica, así como las cirugías abiertas en el futuro, basado en su excelente inmiscibilidad al agua y adhesión bajo el agua”.
Fuerte adhesivo del mejillón
Esta fístula es una abertura anormal entre los órganos que consta de dos espacios, como vasos sanguíneos o intestinos. Entre ellos, la vejiga está en contacto con varios órganos como el intestino, el útero y la vagina en la cavidad abdominal y aquí provoca pérdidas de orina que pueden inducir complicaciones graves como incontinencia fecal o inflamación de la vejiga.
Esta situación no solo perjudica la calidad de vida de las pacientes, sino que las fístulas femeninas están estigmatizadas en muchos países en desarrollo, por lo que afecta a los derechos humanos y la dignidad de las mujeres.
Los investigadores coreanos desarrollaron ya en 2016 un protocolo que utiliza la propiedad de separación de fases de las proteínas adhesivas del mejillón para desarrollar un bioadhesivo inmezclable en agua, que no se disuelve en fluidos corporales como sangre u orina y exhibe una excelente adhesión bajo el agua.
Cabe recordar que en marzo de 2010 un equipo internacional de investigadores, liderados por Matthew Harrington, del Instituto Max Planck, en Postdam, desveló en Science por qué los músculos del mejillón son tan potentes. Los responsables son los hilos biso (conocidos comúnmente como barbas) con los que se adhieren a las rocas, ya que contienen una capa exterior de proteína impregnada con iones metálicos que les proporciona gran dureza y extensibilidad.
Los hilos tienen en sus cutículas exteriores un aminoácido, denominado dopa (dihydroxy-L-phenylalanine), que actúa como un fuerte adhesivo. Estos hallazgos se pueden aplicar en el diseño de materiales industriales.
En el futuro, el análisis pormenorizado de este andamio biológico, rico en proteínas, que se mantiene unido por iones metálicos, podría ayudar a los científicos a desvelar algunas propiedades para aplicar en materiales industriales y lograr mayor resistencia, auto-reparación, y adhesión.
La OMS alerta sobre estas fístulas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima una prevalencia de 0,29 fístulas obstétricas por cada 1.000 gestaciones. Esta patología supone, en algunos países, una considerable morbimortalidad.
Las fístulas iatrogénicas, bien derivadas de cirugía ginecológica (las fístulas son hasta 25 veces más frecuentes en mujeres en las que se ha realizado una histerectomía) o bien de tratamientos oncológicos, son las más frecuentes en países desarrollados, si bien también se pueden encontrar fístulas obstétricas ante lesiones urinarias no advertidas en partos mediante cesárea, partos instrumentales, etc.
Otras causas más raras de fístula en el mundo desarrollado son las secundarias: intervenciones de incontinencia urinaria, colocación de mallas para prolapso o extirpación de divertículos uretrales. También cirugías menores se han asociado con la formación de fístulas, tales como la vaporización con láser de condilomas vaginales, la conización cervical o el uso de dispositivos vaginales como los pesarios. Entre las fístulas iatrogénicas, las más frecuentes son las vesicovaginales.
La causa principal de fístula en el mundo desarrollado es la histerectomía por indicación benigna, seguida de la histerectomía por indicación maligna y de la cesárea. A pesar de la menor prevalencia global de fístulas tras cirugía oncológica radical, el riesgo asociado en estas últimas es mayor que tras una cirugía por causa benigna.