La cautela debe primar por encima de todo en situaciones como las que protagonizan desde hace meses los científicos Rudolf Jaenisch y Richard Young, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) que, ahora, en PNAS, aportan evidencias de la invasión de genes del coronavirus SARS-CoV-2, que causa Covid-19, en el ácido desoxirribonucleico (ADN) de las personas.
¿Qué significa todo esto? Sencillamente, que fragmentos génicos del nuevo coronavirus tienen la capacidad de integrarse en los cromosomas humanos y permanecer allí durante un tiempo, mucho después de que constate que ha terminado la infección por ese agente patógeno.
Si estos investigadores tienen razón, estas invasiones podrían explicar el hecho de que algunas personas, sin distinción de raza y sexo, vuelvan a dar positivo en la infección del SARS-CoV-2 meses después de que los clínicos hayan constatado que estaban libres de Covid-19.
Rebobinemos unos meses, hasta diciembre pasado, para recordar que Rudolf Jaenisch, experto en células madre, y Richard Young, especialista en regulación génica, los dos del MIT, defendieran en un trabajo sin peer review o preimpresión sin referencia, publicado en bioRxiv, esta integración viral.
El escándalo que se produjo en la Comunidad Científica fue épico. Y tuvieron que desdecirse, en parte, en redes sociales, por las acusaciones que recibieron en el sentido de que defendían que las vacunas contra el nuevo coronavirus, diseñadas con ARN mensajero (ARNm), podrían alterar el ADN humano.
Como conocen los investigadores básicos y clínicos, el SARS-CoV-2 contiene genes compuestos de ARN. Young y Jaenisch defienden que, en ocasiones, la enzima transcriptasa inversa en las células humanas puede copiar las secuencias virales en el ADN e integrarlas en nuestros cromosomas.
Esa molécula se codifica por secuencias que cubren aproximadamente el 17% del genoma humano, y son mecanismos de infecciones antiguas por retrovirus.
Controversia sobre coronavirus y ADN humano
Antes de la publicación formal en una revista académica, los artículos científicos son tradicionalmente revisados por pares (peer review). En este proceso, los editores de la publicación reciben el asesoramiento de varios expertos, denominados árbitros, que han evaluado el estudio y pueden identificar debilidades en sus métodos y conclusiones.
Por lo general, una revista solo publicará un trabajo una vez que los editores estén satisfechos de que sus autores hayan superado las preocupaciones de esos árbitros.
Como quiera que este proceso puede ser largo, algunos investigadores utilizan bioRxiv para que sus estudios estén disponibles como preimpresiones antes de completar la revisión por pares y la consiguiente certificación de una publicación académica.
Esto permite que otros científicos lean, discutan y comenten los hallazgos de inmediato, pero pueden contener errores e incluir información aún no aceptada o respaldada por la Comunidad Científica.
En su nuevo trabajo, Jaenisch y Young reconocen que la técnica que usaron origina de forma accidental quimeras humano-virales. Ahora, proporcionan evidencia de que los mecanismos por sí solos no pueden explicar los niveles detectados de ADN quimérico humano-virus.
También respalda su hipótesis de que porciones de esas secuencias que cubren el 17% del genoma humano rodean la secuencia génica viral integrada.
Analistas del sector de la biotecnología en Estados Unidos coinciden en que la polémica continuará hasta que se encuentren evidencias más sólidas por parte de Jaenisch y Young que, sin quererlo, se han convertido en el blanco de numerosas críticas.
Nota del director: Si consultamos el diccionario de la RAE, vemos que quimera, en la mitología clásica, es un monstruo imaginario que vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. En su segunda acepción dice “aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo”.