Hallazgos más que curiosos sobre el oxígeno
Imagen: rawpixel/freepik

Aunque parezca increíble, en aquella atmósfera sin oxígeno había vida. Una vida bacteriana que permanece en diferentes nichos ecológicos, e incluso otro grupo, quizá más primitivo que las bacterias, llamadas arqueas, presentes en muchas áreas, incluido nuestro intestino.

Sí, ese grupo específico de microorganismos de nombre impronunciable responsable de que degrademos bien los azúcares de cadena larga, como los de la pasta, y los transformemos, como las vacas, en metano.

Es curioso que parece que la emisión de metano de todos los animales terrestres no representa ni el 20 % del total de emisiones de este gas, producidas mayoritariamente por las arqueas que viven en lagos y otras áreas y, aunque el poder de calentamiento del gas metano es superior al del dióxido de carbono producido por la quema de maderas y derivados del petróleo, las concentraciones de este último alcanzadas en este siglo son las más altas desde la formación del planeta.

Sorprendentemente, sólo tenemos oxígeno en la atmósfera desde hace 2.500 millones de años. Hay una fascinante teoría para explicar cómo se formaron esos átomos que tienen ocho electrones girando alrededor del núcleo a partir de fusiones de átomos de helio y carbono.

Pero, al principio, se encontraba en líquidos como el agua y el dióxido de sulfuro. De nuevo, fueron los microorganismos los causantes de una brutal emisión de oxígeno a la atmósfera: las cianobacterias empezaron a liberar ese oxígeno como gas que, del agua, pasó a la atmósfera aumentando dramáticamente su concentración.

Y reitero dramáticamente porque produjo la extinción de miles de especies. Este proceso se conoce como La Gran Oxidación. El metano, sin embargo, en presencia de oxígeno se oxida y aumenta la concentración de dióxido de carbono. Hace 2.400 millones de años produjo un intenso descenso de temperaturas que dio lugar a la primera glaciación. Y eso que, en aquel momento, se estima que el porcentaje de oxígeno atmosférico era del 4 %.

Para llegar a la biodiversidad existente actualmente en el planeta, con el desarrollo de plantas y animales, tuvieron que pasar varios miles de años. Y ese aumento hasta casi el 30 % del total del volumen de la atmósfera terrestre que llegó a ocupar el oxígeno (ahora es el 21 %) se debió, además de a la presencia de los seres vivos, a la formación de un mineral que se considera el más abundante en la tierra: la bridgmanita, compuesta por una mezcla de silicato de hierro y magnesio de muy alta densidad, y que representa el 93 % de la zona inferior del manto terrestre.

Puesto que este material se haya a mucha profundidad en la Tierra y sometido a enormes presiones, sólo ha podido estudiarse a partir de los meteoritos del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, y recibió este nombre en 2014.

El oxígeno es oxidante. Eso lo sabemos todos y que nos hace envejecer. Pero genera la formación de moléculas que albergan energía (la fosforilación oxidativa de las mitocondrias que tanto estudió nuestro premio Nobel Severo Ochoa) y permitió el desarrollo de especies pluricelulares. Supuso la aparición de nuevos genes que crearon vías metabólicas distintas para la neutralización de nuevos metales tóxicos debido a la interacción con el oxígeno, como el caso del arsénico y su impacto en la evolución de microorganismos nuevos, descrita por miembros de la Universidad Internacional de Florida y de la Academia China de Ciencias, entre otros.

Depósito Tanis

Se sabe ahora que cuando la concentración en la atmósfera era del 30 %, aparecieron los animales voladores de mayor tamaño, porque ese oxígeno adicional suministraba la energía necesaria para producir fuerza en la contracción muscular y otros procesos biológicos imprescindibles para el desarrollo de ejemplares tan enormes.

¿Qué redujo el porcentaje de oxígeno? Los incendios. Cuando hace 66 millones de años el meteorito que exterminó a los dinosaurios golpeó la península de Yucatán generando el cráter del Chicxulub, las elevadas temperaturas favorecieron, a tan alta concentración de oxígeno, un elevadísimo número de incendios forestales a lo largo de un planeta sometido a enormes temblores sísmicos y donde se sucedieron las erupciones volcánicas.

Científicos de las universidades de Cardiff, Uppsala y la Libre de Ámsterdam, incluso han publicado en Nature que dicha extinción tuvo lugar durante la primavera, debido a unos increíbles depósitos del material eyectado por la colisión recientemente hallados en Dakota del Norte (EE UU), que se conoce como Depósito Tanis, quizá por Tánatos; esto es, muerte en griego. Donde parece que se acumulan los restos proyectados por el impacto del meteorito.

Así, queda claro que el oxígeno es esencial para la vida de los humanos en el planeta. Pero, recientemente, dos físicos han demostrado que la concentración atmosférica de oxígeno es también relevante para la existencia de tecnología en la Tierra, tal como nosotros la conocemos, porque por debajo de un 18 % de concentración en la atmósfera, no es posible fundir metales para producir fusiones estables.

Las que usamos desde para fabricar cuchillos, hasta para montar las diversas piezas del ordenador. Balbi y Frank, que así se llaman estos científicos, han establecido este límite en la búsqueda de planetas en los que sea posible la existencia de vida con desarrollo tecnológico, y que probablemente es imprescindible la presencia de vida para que se alcance una concentración tan alta de oxígeno. Aunque consideran posible la existencia de vida, incluso inteligente, aunque muy ajena a la nuestra, en ausencia de este elemento químico.

Más que interesar estos hallazgos para la localización de formas de vida con las que interactuar en otras galaxias, resulta interesante para el mantenimiento de las óptimas condiciones vitales en nuestro planeta para esa absurda y autodestructiva especie a la que pertenecemos.

 

 

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