Un exhaustivo trabajo bajo la dirección de Joseph Buxbaum, responsable del Centro de Investigación del Autismo en Mount Sinai, en Nueva York, muestra un progreso significativo hacia la separación de los genes de este trastorno con aquellos asociados con discapacidad intelectual y retraso del desarrollo, condiciones que -según los expertos- con frecuencia se superponen.
Para llevar a cabo este estudio publicado hoy en Cell, un equipo internacional de científicos de medio centenar de centros de investigación recopiló y analizó más de 35.000 muestras de voluntarios, incluidas cerca de 12.000 con Trastorno del Espectro Autista. Esta cifra es la mayor cohorte de secuenciación de autismo hasta la fecha.
Utilizando un marco analítico mejorado para integrar mutaciones génicas hereditarias raras y aquellas que ocurren espontáneamente cuando se forman el óvulo o el esperma (mutaciones de novo), los investigadores identificaron los 102 genes asociados con el riesgo de TEA. De esos genes, 49 también se asociaron con otros retrasos en el desarrollo.
El mayor tamaño de las muestras de este estudio permitió al equipo de investigación aumentar el número de genes asociados de 65, que se calcularon en 2015, a 102 en la actualidad.
Genes que impactan en el desarrollo cerebral pueden provocar autismo
Como destaca Buxbaum, «es un estudio histórico, tanto por su tamaño como por el gran esfuerzo de colaboración internacional que requería. Con estos genes identificados podemos comenzar a comprender qué cambios cerebrales subyacen a los TEA y comenzar a considerar nuevos enfoques de tratamiento».
La obtención de una muestra de este tamaño fue posible gracias a la colaboración del Autism Sequencing Consortium (ASC), un grupo internacional de científicos que comparten muestras y datos sobre autismo.
Cofundado por Buxbaum en 2010 y originalmente financiado por la Fundación Beatrice y Samuel A. Seaver y el Centro de Investigación y Tratamiento del Autismo de Seaver, en Mount Sinai, el ASC recibe ahora fondos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.
Además de identificar subconjuntos de los 102 genes asociados con TEA que tienen variantes de novo disruptivas con mayor frecuencia en personas con retrasos en el desarrollo o aquellos con autismo, los investigadores mostraron que esos genes impactan en el desarrollo o la función cerebral y que ambos tipos de interrupciones pueden provocar autismo.
Genética para comprender los fundamentos moleculares
También descubrieron que las dos clases principales de células nerviosas (neuronas excitadoras e inhibidoras) pueden verse afectadas en el autismo.
«A través de nuestros análisis génicos, descubrimos que no es solo una clase importante de células implicadas en el autismo, sino que muchas interrupciones en el desarrollo del cerebro y en la función neuronal pueden conducir al autismo. Es muy importante que, en estudios génicos, participen familias de niños con y sin autismo porque los descubrimientos genéticos son el medio principal para comprender los fundamentos moleculares, celulares y de nivel de sistema del autismo», explica Buxbaum.
En este sentido, argumenta que ya disponen de «herramientas específicas y poderosas que nos ayudan a comprender esos fundamentos y se desarrollarán nuevos medicamentos basados en estos hallazgos sobre las bases moleculares del autismo«.