Vinculan problemas de tiroides con mayor riesgo de demencia
En determinados casos, trastornos de la glándula tiroides se han asociado con síntomas de demencia que pueden ser reversibles con tratamiento. Foto: gpointstudio/Freepik

La glándula tiroides, de pequeño tamaño y con forma de mariposa que está situada en la parte delantera del cuello, puede no producir suficientes hormonas. Esta situación es conocida como hipotiroidismo. Ahora, investigadores estadounidenses vinculan esa disfunción con la aparición de demencia.

En un estudio que difunde Neurology y cuyo primer autor es el doctor Chien-Hsiang Weng, de la Universidad de Brown en Providence (EE UU), se recuerda que, en determinados casos, trastornos de la glándula tiroides se han asociado con síntomas de demencia que pueden ser reversibles con tratamiento.

No obstante, el doctor Weng reconoce que “si bien se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos, las personas deben ser conscientes de los problemas de tiroides como un posible factor de riesgo para la demencia y las terapias que podrían prevenir o retrasar el deterioro cognitivo irreversible”.

Es bien sabido por científicos y clínicos que el hipotiroidismo surge cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas, que puede ralentizar el metabolismo. Los síntomas incluyen sensación de cansancio, aumento de peso y sensibilidad al frío.

Para llevar a cabo su trabajo, los miembros del equipo del doctor Weng observaron los registros de salud de un total de 7.843 personas, recién diagnosticadas con demencia en Taiwán, y los compararon con el mismo número de personas que estaban sanas. Su edad promedio era de 75 años.

Los investigadores observaron quién tenía antecedentes de hipotiroidismo o hipertiroidismo. El hipertiroidismo, también llamado tiroides hiperactiva, es cuando la tiroides produce demasiada hormona. Esto puede aumentar el metabolismo. Los síntomas incluyen pérdida de peso involuntaria, latidos cardíacos rápidos o irregulares y nerviosismo o ansiedad.

Tiroides y demencia

Según los resultados de este trabajo observacional, 102 personas tenían hipotiroidismo y 133 hipertiroidismo. Los investigadores no encontraron ningún vínculo entre la tiroides hiperactiva y la demencia.

De las personas con demencia, 68 (0,9 %), tenían hipotiroidismo, en comparación con 34 sin demencia (0,4 %). Cuando los investigadores ajustaron otros factores que podrían afectar el riesgo de demencia, como sexo, edad, presión arterial alta y diabetes, encontraron que los mayores de 65 años con hipotiroidismo tenían un 80% más de probabilidades de desarrollar demencia. Para las personas menores de 65 años, tener antecedentes de hipotiroidismo no se asoció con un mayor riesgo de demencia.

Cuando los investigadores observaron solo a las personas que tomaban medicamentos para el hipotiroidismo, descubrieron que tenían tres veces más probabilidades de desarrollar demencia que las que no tomaban esos fármacos. «Una explicación de esto podría ser que estas personas tienen más probabilidades de experimentar mayores síntomas de hipotiroidismo donde se necesita tratamiento», subraya el doctor Weng.

Weng anotó que el estudio observacional no prueba que el hipotiroidismo sea una causa de demencia; solo muestra una asociación. Asimismo, reconoce que una limitación del estudio fue que no pudieron incluir información sobre la gravedad del hipotiroidismo en los participantes.

Dieta para prevenir la demencia en mayores

En relación con la demencia en mayores, casi al mismo tiempo que se dio a conocer el trabajo del doctor Wang, en The Lancet Healthy Longevity aparece un estudio en el que investigadores estadounidenses de la Escuela de Medicina Keck, en la Universidad del Sur de California, hacen una serie de recomendaciones, tras dos años de trabajo, para mejorar los futuros ensayos clínicos de nutrición.

El profesor Hussein Yassine, primer firmante del estudio, asegura que muchos ensayos no han encontrado qué es lo que hace que comer de manera saludable o hacen ejercicio se traduzca en beneficios. “Esto significa -añade- que no hay una conexión causal o que estos estudios no han sido diseñados adecuadamente”.

Para comprender esta discrepancia entre la investigación epidemiológica y los ensayos clínicos, el profesor Yassine dirigió el Grupo de Trabajo de Nutrición para la Prevención de la Demencia.

Este equipo de científicos invirtió dos años examinando la literatura existente sobre nutrición y riesgo de demencia. Su análisis identifica las principales limitaciones de los ensayos existentes, que desvelan la forma en que la nutrición afecta al cerebro y ofrece un conjunto de recomendaciones para guiar y mejorar la investigación futura.

El conocimiento emergente sobre el microbioma también puede mejorar los resultados de la investigación. Así, este investigador comprobó que las personas se benefician de los alimentos de manera distinta, según las diferencias en el microbioma.

Reconoce que no se puede estudiar completamente cómo funciona la dieta sin estudiar el microbioma y destaca que también existe la necesidad de una mayor comprensión de la relación subyacente entre la microbiota intestinal y la cognición en grandes poblaciones de individuos diversos.

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