Nueva vacuna contra el virus de Epstein-Barr
Esta imagen de microscopía electrónica de dos viriones (partículas virales) del virus de Epstein Barr muestra cápsides redondas, material genético recubierto de proteínas, vagamente rodeado por la envoltura de la membrana. Foto: Liza Gross/PLoS Biology

Implicado en la aparición de cáncer, acusado como la causa de la mononucleosis y, desde hace poco tiempo, de desencadenar la enfermedad nerviosa degenerativa esclerosis múltiple, el virus de Epstein-Barr tendrá en breve una innovadora vacuna gracias a la investigación de un equipo de Estados Unidos.

Investigadores del Fred Hutchinson Cancer Center, en Seattle, anuncian buenos resultados en las primeras pruebas de laboratorio en lo que ya se acepta como un nuevo concepto en la inmunización frente a este agente patógeno.

El doctor Andrew McGuire y su equipo explican en un estudio experimental, que aparece en Cell Reports Medicine, cómo trabajan con una vacuna de nanopartículas que imitan a las que se encuentran en la superficie de este virus.

Las proteínas de superficie gH y gL funcionan como pequeñas palancas, lo que permite que el virus vivo atraviese las membranas externas de las células que infecta.

Y este ha sido, precisamente, el objetivo de las investigaciones del doctor McGuire, biólogo molecular especializado en el diseño de vacunas contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida.

Su investigación se centra en el desarrollo de inmunógenos, moléculas que harían que el sistema inmunitario genere proteínas protectoras o anticuerpos neutralizantes para bloquear el virus.

Debido a que el VIH muta tan rápidamente, los anticuerpos convencionales no ofrecen una protección duradera. Su objetivo es lograr persuadir al sistema inmunitario para que genere anticuerpos ampliamente neutralizantes, que son difíciles de evadir por el VIH y más efectivos para proteger contra diferentes cepas.

Vacuna frente al virus de Epstein-Barr

En 2018, este investigador puso en valor esas dos proteínas al demostrar que si se bloqueaban podían evitar que el virus de Epstein-Barr infectara dos tipos de células humanas: las células epiteliales que recubren la boca, la nariz y la garganta; y las células B sanguíneas que producen anticuerpos. Desde entonces, trabajan en la vacuna.

La idea de este preparado es entrenar al sistema inmunológico para que reconozca copias ficticias de las proteínas gH/gL, de forma que si el organismo encuentra las mismas formas en la superficie del virus, genere anticuerpos contra ellas.

La actuación es parecida a cómo actúan las vacunas frente al SARS-CoV-2, que causa Covid-19: entrenar al sistema inmune para atacar los picos distintivos en la superficie del nuevo coronavirus, al hacer que el cuerpo fabrique copias ficticias de ese pico.

La vacuna EBV experimental de McGuire se ha diseñado para mostrar sus proteínas ficticias adheridas a nanopartículas, ya sea estacionadas una proteína por partícula o exhibidas en matrices de muchas copias. Estas pantallas ficticias estimulan la producción de anticuerpos que pueden unirse a las proteínas gH/gL reales en la superficie viral.

Como señalan en su estudio, los enjambres de estos anticuerpos interrumpirían la capacidad del virus de Epstein-Barr para usar esas proteínas de palanca con el fin de convertir las células sanas en músculos. El escenario ideal es que el sistema inmunitario podría invocar estos mismos anticuerpos repetidamente.

Hasta ahora McGuire y su equipo, en el que figura el primer autor del estudio Harman Malhi, probaron cinco versiones diferentes de su vacuna en ratones de laboratorio. Cada versión se diferenciaba por la cantidad de copias de proteínas gH/gL transportadas y mostradas por las nanopartículas: una, cuatro, siete, 24 ó 60.

‘Andamios’ digitales

Según McGuire, todas las nanopartículas copiadas múltiples veces funcionaron bien, pero los mejores resultados provinieron de dos de ellas, los que llevan cuatro copias y las de 60.

Seguidamente, analizaron suero de los roedores a los que se les suministró la versión de 60 copias y probaron sus capacidades protectoras en otro grupo de ratones infectados con una dosis letal del virus.

Los resultados fueron espectaculares: el 100% de los ratones que recibieron anticuerpos generados a partir de la vacuna de 60 copias sobrevivió; mientras que el 75% de los que recibieron anticuerpos generados a partir de la vacuna de copia única murieron, al igual que todos los que recibieron un placebo.

Estas dos versiones con mejor rendimiento diferían de las demás en que su andamio de nanopartículas utilizado para transportar y mostrar las múltiples proteínas ficticias se diseñó por ordenador.

Estos andamios, como la mayoría de los materiales biológicos, también son estructuras de proteínas, pero las versiones de ordenador son construcciones artificiales diseñadas para la eficiencia. En estos experimentos, los portadores de proteínas artificiales parecían haber superado a sus contrapartes naturales.

El andamio de cuatro copias fue desarrollado por el biólogo computacional Dr. Phil Bradley, de Fred Hutch, y su equipo, mientras que la versión de 60 copias la realizó el Dr. Neil King, del Instituto para el Diseño de Proteínas de la Universidad de Washington.

Ahora, el grupo de McGuire lleva a cabo ensayos preclínicos adicionales para comprobar si el enfoque de este ensayo sigue siendo prometedor y lo suficientemente seguro como para probarlo en humanos.

Este trabajo fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos; la Fundación Bill y Melinda Gates; Proyecto Audacious y Violet; la Fundación de Investigación de Washingtony por Burroughs Wellcome Fund.

El virus de Epstein-Barr

El virus de Epstein-Barr fue el primer virus que se demostró que causaba cáncer en humanos. Su descubrimiento en 1964 condujo a un creciente reconocimiento de que los virus y otros patógenos están asociados, directa o indirectamente, con hasta el 20% de todos los cánceres en todo el mundo.

Eliminar esa carga es el objetivo del Centro de Investigación Integrado de Malignidades Asociadas a Patógenos de Fred Hutch, recientemente formado, que está dirigido por Galloway y reúne a investigadores de enfermedades infecciosas como McGuire y expertos en biología del cáncer, oncología global, inmunoterapia y otras especialidades para comprender mejor, tratar y prevenir los cánceres relacionados con agentes infecciosos.

El investigador británico Anthony Epstein identificó por primera vez el virus que lleva su nombre en muestras de tumores que le envió Denis Burkitt, un cirujano irlandés y misionero que trabajaba en Uganda en la década de los años cincuenta del siglo pasado.

Las muestras procedían de un cáncer del sistema inmunitario rápidamente letal descrito por primera vez por Burkitt en 1958. Actualmente, el linfoma de Burkitt sigue siendo la causa más común de muerte por cáncer infantil en el África subsahariana.

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