Las zoonosis víricas, una amenaza permanente
Imagen: CDC

Las zoonosis víricas, una amenaza permanente
Figura 1. Número de publicaciones sobre el coronavirus pandémico y Covid-19 en Google Scholar (2023, hasta primeros de mayo). Crédito: AMS

Aunque se desconocen datos oficiales, por fortuna parece cierto que las cifras espantosas de infectados, ingresados en servicios hospitalarios comunes, ingresados en UCI y fallecidos están a mucha distancia a las generadas en los años 2020, 2021 y 2022. La repercusión alcanzada en la literatura científica internacional, tanto si se refiere al virus (SARS-CoV-2) como a la enfermedad (Covid-19) (Figura 1), permite hacerse una idea del interés científico generado, mayor en el virus durante 2022 y en la enfermedad en 2021.

Ahora, diferentes variantes virales recombinantes surgidas en medio de la sopa de variantes o asamblea de mutantes siguen dispersándose en modo distinto según las áreas geográficas. Parece que el virus, o los virus mutantes y generados por recombinación genómica, están buscando una mejor capacidad de evasión inmune e incremento de la transmisión a costa de perder agresividad clínica, dicho con todo respeto para quienes están infectados en la actualidad.

Lo anterior se refiere sólo a Covid-19, sin duda una de las mayores pandemias de la historia por el número de afectados y de fallecidos. Pero se trata de un único virus (con sus innumerables variantes) y de una sola enfermedad (con un espectro de expresión multiforme que va desde el estado de portador contagiante asintomático hasta las más graves formas clínicas agudas respiratorias y multisistémicas, así como un abigarrado y complejo síndrome prolongado o crónico que invalida a millones de personas en el planeta). Cabe preguntarse qué está sucediendo ahora, o qué podrá suceder en el incierto futuro con otros muchos virus, también de origen zoonótico o animal, incluidos algunos coronavirus parientes cercanos del SARS-CoV-2 pandémico.

Sobre los ciudadanos urbanitas y los rurales

Si usted, que ha comenzado a leer esta colaboración guiado por el interés o por la curiosidad, pertenece al rango de los urbanitas puros (personas que viven acomodadas a los usos y costumbres de la ciudad, según la RAE), con apenas contacto con el mundo animal más allá de poseer alguna mascota (perro, gato, canarios o un ave exótica), probablemente no le preocupe mucho lo que se cuece a diario en el naturaleza donde residen los animales silvestres. Menos aún si dicho asunto se ubica en lugares remotos de su casa, pongamos la provincia china de Guandong o una zona remota de África o de Sudamérica.

Pero toda regla tiene su excepción: por su sensibilidad ecoambiental, usted sigue y conoce los avatares de la naturaleza gracias a los medios de información, a las redes sociales y a Biotech Magazine & News. Y hasta es posible que usted tenga descendencia en edad infantil con quienes acude, de vez en cuando, a algún zoológico capitalino para que la tropa se eduque en zoología y en valores eco ambientales o en el movimiento infanto-juvenil denominado escultismo. Aun a sabiendas de que los zoos son unas estructuras con vocación de prisión urbana donde cumplen condena muchos animales inocentes cuya biografía natural es ajena a los intereses de la realidad humana.

Las zoonosis víricas, una amenaza permanente
Figura 2. Leyenda de San Francisco, Sermón a las aves. Obra de Giotto di Bondone (1267-1337)

Para acabar esta breve disertación, más propia de una homilía de San Francisco de Asís (1181/82-1226) (Figura 2), patrono de los veterinarios y del medio ambiente, que de un cronista científico, cabe añadir que, en el colmo de lo excepcional, usted, además de urbanita puede ser el dueño de una buena finca y de tener una dudosa afición parecida a la del peculiar y difunto Pablo Escobar, el de las series de plataformas: un coleccionista de bichos salvajes de toda especie, incluidos los hipopótamos promiscuos y superfértiles que huyeron de su zoo particular y andan perdidos por los alrededores de la tristemente famosa hacienda Nápoles. Una herencia maligna, como dice la Inteligencia Artificial en modo Bing.

En otro rango contrario del perfil ciudadano, usted puede ser un enfervorizado entusiasta del mundo animal, habitante o visitante del campo. Como tal, usted comparte espacio y vivencias con los animales debido a su profesión, vocación o por simple afición. Dicho de otro modo: usted interacciona con los animales estando expuesto a los microbios que vuelan en sus exhalaciones (en aerosoles y gotitas), nadan en sus secreciones (leche, sudor), sangre, excreciones (orina y heces) y parasitan a los parásitos externos okupas del pellejo y plumas de los animales. En cuanto al último grupo, el de los parásitos okupas, usted, como sus amigos los animales parasitados también mantiene contacto con numerosos y variados tipos de insectos vectores (chinches, pulgas, piojos y garrapatas, amén de los ubicuos mosquitos que vuelan por doquier, haya o no animales).

Todos estos bichos pueden ser, a su vez, portadores de microbios. Okupas okupados. Algunos vectores hematófagos necesitan la sangre de los animales para la supervivencia de su especie. Y, si llegara el caso, también la sangre de usted. O la mía. Por ejemplo, las hembras de los mosquitos del género Anopheles pueden vehicular diferentes microbios capaces de causar numerosas y graves infecciones (paludismo); los colegas hematófagos del género Aedes (por ejemplo, A. albopictus) vehiculan el dengue, el chikungunya, el zika, la fiebre amarilla o el virus del Nilo Occidental (en el último supuesto, como el Culex pipiens). Los piojos portadores de la bacteria Rickettsia prowazekii propagan el tifus exantemático. Las pulgas (Xenopsylla cheopis) que parasitan a las ratas de campo y de ciudad (género Rattus) pueden ser transmisoras de las bacterias que causan la peste bubónica (Yersinia pestis) y el tifus murino (Rickettsia tiphy). Las garrapatas de los géneros Ixodes o Hyalomma transmiten numerosas y graves infecciones zoonóticas como la borreliosis de Lyme o la fiebre vírica de Crimea-Congo, respectivamente. Y así hasta cansar al más fiel lector. O lectora.

Zoonosis: una compleja relación entre microbios, insectos y animales

En cualquiera de los supuestos extremos (urbano versus rural) y en cualquiera de los estadios intermedios conviene saber que las zoonosis, es decir, las infecciones originadas en los animales causan en torno al 70-75% de las infecciones que afectan a los humanos. Las zoonosis son, desde hace miles o millones de años, moneda de intercambio en el mundo de los animales silvestres y domésticos porque los protagonistas de la historia (microbios y vectores) pululan en la interfaz, conexión o frontera común entre los diferentes sistemas. Imagine una escena real de una laguna (en aquellos tiempos cuando había agua en la dehesa) a la que acuden a beber vacas, cerdos, jabalíes, multitud de anátidas emigrantes, gallinas y gallos cercanos y uno solo es portador del virus de la gripe aviar de alta patogenicidad. Pues es lo que está ocurriendo ahora: aves y mamíferos de las más variados especies contagiados de gripe aviar. Un continuo amago de pandemia.

Como consecuencia de lo anterior, los virus zoonóticos representan una amenaza constante para la humanidad, incluida en la interfaz (cerca de la laguna de la dehesa existencial), como ha demostrado, y de qué modo, Covid-19 (coronavirus, murciélago, con o sin un animal intermedio, ser humano). Además de los quirópteros que salen cada noche a volar desde las grutas, cuevas, rendijas y árboles, acaso un poco feos y repugnantillos, pero absolutamente necesarios para que las ya excesivas bandas de mosquitos no se disparen y nos bombardeen microbios, se deben considerar a otros pequeños mamíferos que corretean por debajo y por encima de la superficie terrestre: los roedores y los insectívoros. Los murciélagos y los roedores son los huéspedes naturales conocidos de mayor importancia en relación con las zoonosis porque en ellos residen (son reservorios) la gran mayoría de los virus zoonóticos.

Para complicar más el asunto, muchos de estos virus pasan de los animales reservorios a los hospedadores intermedios o, en algún caso, a nuevos reservorios constituyendo verdaderas reservas o depósitos de microbios que podrán causar nuevas epizootias (en animales) y epi/pandemias (en humanos). Por si no hubiera suficiente con los murciélagos y lo roedores, las dos familias de mamíferos más numerosas en número y en su distribución planetaria abarcando todos los ecosistemas, hay que citar a infinidad de otros animales, mamíferos o no, de naturaleza silvestre o domésticos, más los usados en investigación y, por supuesto, a los encarcelados en los zoos malgré eux. Respecto a los animales de investigación, merece la pena leer el artículo de Zeinep Tufekci, en The New York Times, del 12 de mayo de 2023 (The Pandemic Threat That Hasn’t Gone Away).

Los citados son los personajes que intervienen en la trama zoonótica: los microbios, los insectos vectores, los animales reservorios e intermediarios y los animales receptores finales. Para dar más interés a la historia de las zoonosis, en no pocas ocasiones algunos microbios pueden viajar (de forma directa o vehiculados por los vectores) del ser humano al animal (zoonosis reversa) para, en algún momento, volver al ser humano. Recordemos la historia de los visones europeos y el coronavirus pandémico. O los ciervos de cola blanca americanos. Se trata de un viaje inter especies que conlleva el peligro real de que surjan mutaciones genéticas espontáneas por pérdida, cambio o incorporación de nuevos aminoácidos (en verdad, de los genes que los codifican) o de recombinación genómica, es decir, de intercambio de segmentos de los genomas entre dos especies o variantes de virus que se encuentra al infectar a una misma célula, sea esta de animal o de humano. El ejemplo paradigmático del segundo supuesto es la gripe pandémica: surge cuando un virus aviar, uno porcino y/o uno humano se encuentran en algún momento en un determinado lugar, por ejemplo, en la tráquea del cerdo cuyos receptores de ácido siálico acogen a los visitantes. Tras penetrar en las células del epitelio respiratorio, intercambian segmentos genómicos y generan un nuevo virus, antes desconocido y frente al cual no existe memoria inmunológica. Como ocurrió con la gripe pandémica de 1918-1920. Es decir, catástrofe.

Géneros virales nuevos, especies nuevas, fenómenos de recombinación genómica y el salto entre las especies animales

El largo introito anterior puede ser apropiado para comentar un artículo complejo en su ejecución, pero de gran interés epidemiológico. Se trata de un trabajo de investigación realizado en China y publicado en la revista Nature en abril de 2023. Xinyuan Cui, junto a otros 39 investigadores de diferentes entidades, secuenciaron 502 librerías (una media de 12 Gb por librería) representando a 2171 animales individuales (murciélagos, roedores, pikas, insectívoros, pangolines y animales de zoológico) recolectados en el sur y el suroeste de China durante los años 2015 a 2022. Centraron el análisis solo en virus que infectan mamíferos descartando arqueas, bacterias, hongos, invertebrados y plantas. En total, encontraron 328 virus individuales por análisis filogénico. En 171 virus el genoma fue casi completo y 167 no estaban reportados.

Por animales, los roedores mostraron el mayor número de familias virales (20), seguidos de los murciélagos (19), los insectívoros (15), los animales de zoos (14), los pikas (9) y los pangolines (9). Se detectaron principalmente virus miembros de las familias Arenaviridae, Arteriviridae, Astroviridae, Caliciviridae, Circoviridae, Coronaviridae, Flaviviridae, Hantaviridae, Hepeviridae, Herpesviridae, Paramyxoviridae, Parvoviridae, Picornaviridae y Reoviridae.

Según los investigadores, en los tres últimos años se han utilizado de forma masiva los estudios metagenómicos para el análisis de los diversos patógenos que dominan entre los animales de vida silvestre. Como señalan, dada la enorme diversidad de virus y la creciente frecuencia de contacto (tanto directo como indirecto) en la interfaz humano-animal doméstico-vida silvestre, cabe especular la existencia de muchos virus no registrados aún y de eventos de transmisión inter especies todavía no documentados. Por otra parte, la vigilancia hasta ahora se ha basado únicamente en la secuenciación metagenómica, con apenas aislamientos virales y con escasos experimentos de infección en animales. Para mejorar sus resultados, los autores emplearon la secuenciación meta transcriptómica. De este modo determinaron los viromas en murciélagos, roedores, insectívoros, pikas (un prolífico lagomorfo tibetano con cierta analogía con los conejos), pangolines y animales de zoológico. Los animales del estudio fueron recolectados en el sur y suroeste de China. Además, los investigadores aislaron algunos virus e hicieron estudios experimentales por inoculación en animales de laboratorio.

El resultado de la compleja investigación ha sido documentar la enorme diversidad de virus encontrados en un solo lugar (una zona de China), durante un periodo limitado de tiempo (siete años) y en un grupo muy limitado de animales, si bien dos (murciélagos y roedores) son una gran mayoría de animales reservorios con gran abundancia de virus claramente patógenos, potencialmente patógenos o simples comensales, pero cuyo futuro evolutivo nadie conoce.

Análisis resumido por géneros de virus y por animales hospedadores

Las zoonosis víricas, una amenaza permanente
Tabla 1. Resumen del artículo de Xinyuan Cui agrupados según el animal reservorio, el género y especie de virus, su presencia en la interfaz animal-ser humano y su potencial zoonótico. Crédito: Elaboración del autor de esta colaboración

Coronavirus. Se encontraron coronavirus (CoV) en los murciélagos, roedores, pangolines y pikas, en distinta proporción. Los murciélagos pertenecían a diversas especies, dominando el género Rhinolophus (de herradura), si bien hubo miembros de la familia Vespertilionidae. También hubo CoV (Embecovirus y α-CoV) en los roedores. Tres pangolines malayos eran portadores de β-CoV con gran homología genética con el SARSr-CoV-2 del pangolín y con el SARS-CoV-2 humano. Quince de 53 (28,3%) pikas de la meseta tibetana presentaron CoV (Embecovirus) en las tomas de muestras con hisopos rectales. Su organización genómica era distinta a nivel de la hemaglutinina-esterasa (HE), aunque no se demostró recombinación genómica.

Flavivirus. Algunos géneros de virus de la familia Flaviviridae (Pegivirus, Hepacivirus, Pestivirus) fueron detectados en los murciélagos, los roedores, los pangolines y los animales de zoo. Muy interesante fue el hallazgo de la trasmisión placentaria de un pestivirus desde una hembra de pangolín a su feto. Por otra parte, la infección experimental con el pestivirus del pangolín en ratones, ratas, cobayas, conejos y cerdos, cuya homología genética con el pestivirus del cerdo era del 50%, no tuvo éxito. Tampoco se transmitió la infección en líneas celulares de vacunos y humanos.

Picornavirus. Se detectaron secuencias de picornavirus (virus RNA de la familia Picornaviridae) en los murciélagos (presentaron la mayor diversidad filogénica), los roedores, los pangolines y los insectívoros.

Respirovirus. Los pangolines portaban respirovirus (familia Paramyxoviridae) con homología genómica cercana a los virus presentes en pikas, murciélagos y tigres. Dos respirovirus del tigre eran muy similares genéticamente al virus parainfluenzae 5 de un oso panda, de perros, de orthorubulavirus de cerdos y morbillivirus de gatos.

Astrovirus. Estos virus ARN de la familia Astroviridae, que infectan a mamíferos y aves y son la causa de un buen número de diarreas infantiles en humanos, fueron detectados en las librerías de murciélagos (la mayor diversidad, son reservorio natural), en roedores y en algunos animales de zoo.

Arenavirus. Los arenavirus de la familia Arenaviridae incluyen el complejo Tacaribe del Nuevo Mundo (Junín, Janarito, Sabía, Tacaribe, Machupo y otros más) y el complejo Coriomeningitis linfocitaria-Lassa del Viejo Mundo y son causa de diversas formas de fiebres hemorrágicas, la mayoría de incidencia geográfica local. Se encontró un nuevo clado de arenavirus en los pikas, un clado hermano de los mammarenavirus (arenavirus de mamíferos).

Arterivirus. Los arterivirus (familia Arteriviridae de virus ARN) causan patología en caballos, cerdos, ratones y simios. Se detectó un nuevo clado de arterivirus en algunas ratas del bambú.

Hantavirus. La familia Hantaviridae, de claro tropismo murino como reservorio, también está muy relacionada con los humanos porque algunos de sus miembros causan cuadros muy graves de síndrome pulmonar y fiebre hemorrágica con síndrome real. Hubo hantavirus en dos roedores y tres insectívoros.

Bornavirus. Un miembro de la familia Bornaviridae, relacionada con infecciones neurológica en animales y en humanos (enfermedad de Borna), se detectó en dos murciélagos y en dos insectívoros, siendo un nuevo género dentro de la familia Bornaviridae.

Calicivirus. La familia Caliciviridae agrupa once géneros de virus ARN entre los que están los norovirus (virus Norwalk), de gran protagonismo en las gastroenteritis infantiles. Sin embargo, son muy prevalentes en los animales de diferentes especies. Se detectaron calicivirus en dos murciélagos y dos ratas del bambú.

Virus ADN. En cuanto a los virus ADN, se detectaron tres géneros: el virus de la pseudorrabia (PRV), circovirus (PCV), parvovirus. El virus de la pseudorrabia (PRVs) se encontró en un tigre de zoo gravemente enfermo y en puercoespines. El PRV del tigre era homólogo al genotipo II del PRV del cerdo. El PRV del puercoespín era un recombinante de los genotipos I y II. Tras hacer la autopsia reglada al tigre infectado con el PRV encontraron daños hemorrágicos graves con afectación multi orgánica. Se aisló el virus en todos los tejidos lesionados y se pudo infectar experimentalmente a gatos, perros y cerdos, los cuales desarrollaron lesiones graves.

Hubo circovirus en un roedor y en un animal de zoo. Dos especies de circovirus porcino (PCV2 y PCV3) fueron detectadas en tigres y en jabalíes domesticados para servir de alimento vivo para los felinos.

Finalmente, se encontraron diversas cantidades de parvovirus en murciélagos, pangolines, roedores y animales de zoo. El parvovirus del pangolín era un clado hermano del parvovirus 4 del cerdo. Un león con diarrea acuosa/hemorrágica portaba un parvovirus homólogo (99,2%) al virus de la panleucemia felina (FPV) y fue capaz de infectar gatos, aunque sin provocar enfermedad clínica.

A modo de resumen (no conclusión, porque esto no tiene fin)

Aunque era ya sabido, y Covid-19 nos lo ha recordado de modo contundente, los murciélagos de diversas especies son portadores de coronavirus no patógenos, patógenos respiratorios esporádicos o estacionales y virus epi-pandémicos (SARS-CoV, MERS y SARS-CoV-2). Sin duda, los mamíferos quirópteros voladores albergan una gran diversidad de coronavirus, pero también de otros géneros como picornavirus, astrovirus, hepacivirus, filovirus y un género potencialmente nuevo de la familia Bornaviridae. Como señalan los autores del artículo citado artículo, cada año se infectan alrededor de 66.000 personas con coronavirus no conocidos antes.

Los roedores constituyen la segunda población de mamíferos en el planeta. Compiten con los murciélagos en número, distribución por casi cualquier ecosistema, cercanía a los humanos y animales domésticos y por su capacidad de ser reservorios virales: además de algunos coronavirus respiratorios y de la variante Ómicron, son un excelente reservorios de hantavirus y de mammarenavirus.

Los pangolines, animales en peligro de extinción por su desaforado consumo en Asia, tuvieron un gran protagonismo al comienzo de la pandemia Covid-19 por su supuesto papel de actuar como animal intermediario entre los murciélagos y los humanos, amén de que son portadores de coronavirus específicos de su especie. El estudio chino permite demostrar la existencia de coronavirus relacionados con el SARS-CoV-2 y con el MERS, además del respirovirus murino, el virus de parainfluenza humana 3 y el virus sincitial respiratorio humano.

Los pikas tibetanos, mamíferos lagomorfos de la familia Ochotona (30 especies) parecidos a los conejos, albergan un nuevo género de coronavirus (Embecovirus) con una organización genómica novedosa, respirovirus (paramixovirus), astrovirus y un nuevo clado de arenavirus hermano de los mammarenavirus. Los pikas son fuente de alimentación de numerosos depredadores (zorro tibetano, oso pardo, halcón sacre y gavilán euroasiático) y comparten espacio físico con animales como el yak, las ovejas y los caballos. Se sospecha que los pikas pueden ser reservorios para numerosos virus.

Por fin, los animales de zoo, sobre todo los felinos (tigres y leones) son fuente y destino de algunas zoonosis (coronavirus, gripe, pestivirus, circovirus). El hecho de que son alimentados con animales receptores de algunos de estos virus (jabalíes domésticos) les hace muy vulnerables a las infecciones que, por otra parte, pueden transmitir a otros animales y a los humanos en la compleja interfaz animal silvestre-animal domésticos-ser humano.

Tras leer esta larga entrega, algunos leyentes urbanitas (los rurales, también) habrán aprendido qué es un pika. Yo lo hice un rato antes. Pero no deberíamos pensar que la meseta tibetana está lejos y, por tanto, que no nos afecta el asunto. Referido a las pandemias, un pika tibetano puede estar epidemiológicamente más cerca de nosotros que el perrito Beagle que acariciamos en casa del cuñado. ¿O es que los pasados tres años hemos estado viviendo en nuestras casas, sin saberlo, con murciélagos de herradura (Rhinolophus spp.) portadores de coronavirus?

No se olvide este hecho real y reciente: cumpliendo a rajatabla la teoría del caos, en pocas semanas un remoto estornudo de un mamífero en Wuhan (China) colapsó de neumonías las UCIs y de cadáveres las morgues de todo el planeta. Deberíamos prevenir potenciales desastres futuros, nos gusten o no los animales y otros bichos.

 

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