
En la reunión anual de la American Heart Association, que se celebrará en Filadelfia entre el 11 y el 13 de noviembre, dos equipos diferentes de Dallas y Boston, respectivamente, presentarán sendos estudios que concluyen que el estrés se traduce en la formación de placas en las arterias, y que la ansiedad y la depresión contribuyen a que se produzcan ataques cardíacos y accidentes cardiovasculares.
Para el doctor Glenn N. Levine, de la Facultad de Medicina de Baylor y jefe de la sección de cardiología del Centro Médico VA Michael E. DeBakey, ambos en Houston, «estos estudios se suman a un creciente conjunto de datos que tenemos sobre cómo la salud psicológica negativa puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y cerebrales”.
En el primer estudio, sus autores descubrieron que la ansiedad y la depresión aceleraron el desarrollo de nuevos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Así, el doctor Giovanni Civieri, del Hospital General de Massachusetts y de la Universidad de Harvard y autor principal del estudio de Boston, “si bien se sabe que la depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, el mecanismo subyacente no se conoce completamente”.
“En nuestro estudio -añade-, identificamos un mecanismo que parece explicar en gran medida el vínculo entre estos factores”. Así, estudiaron datos de adultos inscritos en el Mass General Brigham Biobank de Boston, sin eventos cardíacos previos. El tiempo necesario para desarrollar nuevos factores de riesgo cardiovascular se midió durante 10 años de seguimiento.
Como detallan en sus conclusiones, encontraron que el 38% de los participantes desarrolló un nuevo factor de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, colesterol alto o diabetes tipo 2 durante el seguimiento.
Salud psicológica
Los participantes previamente diagnosticados con ansiedad o depresión, desarrollaron un nuevo factor de riesgo en promedio seis meses antes que aquellos que no tenían. Estos factores aumentaron además el riesgo de sufrir un evento cardiovascular importante, como un ataque cardíaco o un derrame cerebral, en aproximadamente un 35%.
Alrededor del 40% del vínculo entre la depresión y/o la ansiedad y los principales eventos cardíacos y accidentes cerebrovasculares se explica por el desarrollo acelerado de factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las personas con una mayor predisposición genética al estrés desarrollaron el primer factor de riesgo cardiovascular a una edad más temprana (en promedio, 1,5 años antes que aquellos sin el marcador genético).
Los investigadores sugieren que la depresión y la ansiedad podrían inducir cambios cerebrales que desencadenan efectos posteriores en el cuerpo, como un aumento de la inflamación y la deposición de grasa.
De esta manera, el profesor Levine asegura que “este estudio ilustra que los profesionales de la salud deben ser conscientes de que la salud psicológica no sólo afecta el estado mental del paciente, sino que también puede afectar su salud física y el riesgo de enfermedad cardíaca”.
El doctor Civieri también recomienda a las personas con depresión o ansiedad a someterse a exámenes más frecuentes de sus factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, colesterol alto y diabetes tipo 2.
“Aunque no investigamos este aspecto, es razonable suponer que el tratamiento de la depresión y la ansiedad puede reducir el desarrollo acelerado de factores de riesgo cardiovascular”, dice también.
Estrés y salud del corazón y del cerebro
Los científicos, en este trabajo, utilizaron datos de un total de 71.262 adultos, recopilados entre diciembre de 2010 y diciembre de 2020. La edad promedio era 49 años y el 45 % eran hombres.
Además, el 16 % del grupo de estudio tomaba medicamentos para la depresión o la ansiedad; sin embargo, el ajuste estadístico para dichos medicamentos no afectó significativamente los resultados. Se evaluó un marcador genético de sensibilidad al estrés (puntuación de riesgo poligénico de neuroticismo), en los sujetos que proporcionaron datos genéticos.
En el segundo estudio, que no estuvo relacionado con el que acabamos de comentar, los investigadores exploraron los efectos del estrés acumulativo en la salud del corazón y el cerebro. Y lo hicieron examinando las respuestas a cuestionarios completados por adultos en el Dallas Heart Study, que no padecían ninguna enfermedad cardiovascular.
«Este estudio exploró la relación entre nuestra nueva puntuación de estrés acumulativo y sus subcomponentes en los factores de riesgo cardiovascular como un intento de comprender mejor esta relación», explica la doctora Ijeoma Eleazu, autora principal que trabaja el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, en Dallas.
Durante un período de un mes, estos investigadores integraron el estrés cotidiano generalizado; estrés psicosocial (el que provoca amenazas al funcionamiento psicológico o social); el estrés financiero y el estrés percibido por el vecindario en una puntuación denominada puntuación de estrés acumulativo.
Esta nueva puntuación se asoció fuerte y significativamente con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares después de que se realizaron ajustes por factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares conocidos, como presión arterial alta, diabetes tipo 2, tabaquismo y colesterol alto, así como ajustes por ingresos y educación, subraya la doctora Eleazu.
Estrés acumulativo y riesgo de aterosclerosis
Incluso después de ajustar los factores de riesgo, los investigadores encontraron que un mayor estrés acumulativo estaba asociado con un 22% más de riesgo de aterosclerosis, cuando la placa se acumula en las arterias reduciendo el flujo sanguíneo adecuado.
También se vinculó con un aumento del 20% en el riesgo de enfermedad cardiovascular general, incluyendo enfermedad de las arterias coronarias e insuficiencia cardíaca; mayor entre las mujeres, las personas de 18 a 45 años y aquellas con niveles de ingresos y educación más bajos, así como entre las que se autoidentifican como adultos negros o hispanos.
Además, las puntuaciones de estrés acumulativo fueron más altas entre quienes informaron discriminación racial/étnica y falta de seguro médico. Las puntuaciones más altas también se asociaron con la presión arterial alta, el sobrepeso, la inactividad física y el tabaquismo.
Investigaciones anteriores han demostrado que el estrés crónico puede provocar niveles elevados de hormonas como el cortisol que, a su vez, puede afectar los niveles de azúcar en la sangre, la inflamación y otras reacciones biológicas en cadena que afectan al corazón, según la doctora Eleazu. “De hecho, existe una conexión mente-corazón. Cuidar tu mente también puede afectar tu salud física”, matiza.
En el estudio se evaluaron datos de 2.685 adultos libres de enfermedad cardiovascular y que participaron en la fase 2 del Dallas Heart Study (2007-2009), un grupo poblacional multiétnico con sede en esa ciudad tejana.
La edad promedio de los participantes fue de 48 años; el 55% eran mujeres; el 49% eran adultos negros; y el 15% eran adultos hispanos/latinos. Se les siguió durante un promedio de 12,4 años y un panel de especialistas cardiovasculares evaluó los eventos cardiovasculares y las muertes.