DR. MANUEL DÍAZ-RUBIO
Presidente de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina de España

Mark Siegler señaló hace ya muchos años lo que vino en denominar Las cuatro edades de la medicina, diferenciado: 1) la edad del médico, que abarca hasta los años 1960, dominada por el paternalismo, 2) la edad del paciente, o edad de la autonomía, que comienza a mediados del siglo XX, 3) la edad del financiador, que arranca en las dos décadas finales del siglo XX. Junto a las anteriores preconiza la que denomina 4) la edad de las decisiones compartidas.

Sin duda, estos avances en la relación médico-paciente han dado sus frutos, mejorando visiblemente la relación de confianza, grado de satisfacción, el cumplimiento y mejores resultados terapéuticos. Junto a ello, médico y paciente eligen, si ello es posible, lo mejor además desde el punto de vista económico.

Con el impresionante desarrollo tecnológico y el acceso a la información, se ha ido produciendo una transformación en la actitud del paciente. Desde los movimientos sociales de Pablo Freire allá por los años sesenta reclamando equidad, la introducción del término empoderamiento en 1997 en la Conferencia Internacional de Promoción de la Salud de Yakarta y la definición por la OMS como un “proceso a través del cual la gente gana un mayor control sobre decisiones y acciones que afectan a su salud”, el paciente actual está claramente empoderado.

Este paciente más culto e informado se involucra más en su enfermedad, sabiendo incluso gestionarla muy eficientemente. La informática, la telemática y los sensores biomédicos han dado lugar a lo que denomino el paciente conectado, que disfruta de una enorme cantidad de beneficios, aunque también tiene sus peligros. En cualquier caso, con el uso de todos estos recursos, con sus beneficios y peligros, está llevando a nuevos modelos conceptuales de qué es un buen paciente y un mal paciente.

La relación médico-paciente hoy

En cualquier caso, el empoderamiento de los pacientes es imparable y se expresa no solo en sus conocimientos y actitud ante el médico, sino por la profusión de asociaciones de pacientes en España (1.837 en el mes de marzo de 2020), incluso la aparición de escuelas de pacientes o universidad de pacientes.

Consecuencia de tantos cambios es el cambio de actitud de los pacientes, claramente a mejor, en su relación con el médico. Superada la edad del paternalismo en la relación médico-paciente, recientemente he propuesto en la Real Academia Nacional de Medicina de España cinco tipos básicos de pacientes que hoy ven los médicos en sus consultas y hospitales:

  • El paciente lúcido o inteligente, el cual concilia los avances a su disposición y la necesidad de no perder en modo alguno el contacto con su médico.
  • El paciente competente o experto, que sabe tanto de su enfermedad que incluso cree que sabe más de ella que el propio médico.
  • El paciente sensible o emocional, en el que predomina el impacto negativo de la enfermedad, le condiciona en su aceptación y se niega de forma inconsciente a colaborar.
  • El paciente descontento o rebelde, al que todo le parece mal, aunque suele cumplir el tratamiento acordado a regañadientes.
  • El paciente conectado o informatizado, que incorpora los avances tecnológicos, y si bien es responsable, a veces lo es desmesuradamente.

‘El Internet de los pacientes’

A pesar de tantos cambios, y los que se introducirán en un inmediato futuro con el mundo de la información, de los sensores, plataformas de software abierto, BioStamp, incluso los Biokacking, entre otros, estamos asistiendo a un cambio profundo en la relación médico-paciente.

Del Internet de las cosas pasaremos casi sin danos cuenta al Internet de los pacientes. Y es que el desarrollo de la inteligencia artificial está ya a nuestro lado y será sin duda para beneficio de los pacientes, pero como decía Pedro Laín en su libro El médico y el enfermo, “mientras haya hombres, habrá enfermedades y habrá médicos”.

El paciente siempre necesitará la mirada, la mano y la palabra de un médico. Un buen médico.

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