Depresión y estrés pueden frenar la eficacia de las vacunas
Décadas de investigación muestran que la depresión, el estrés, la soledad y los comportamientos de una salud deficiente pueden debilitar el sistema inmunológico del organismo y reducir la eficacia de ciertas vacunas. Foto: freepik

Décadas de investigación muestran que la depresión, el estrés, la soledad y los comportamientos de una salud deficiente pueden debilitar el sistema inmunológico del organismo y reducir la eficacia de ciertas vacunas.

Un nuevo estudio en Perspectives on Psychological Science sugiere que lo mismo puede suceder con las nuevas vacunas para el SARS-CoV-2, que causa Covid-19.

Afortunadamente, es posible y relativamente fácil reducir estos efectos negativos con solo hacer ejercicio moderado y conciliar el sueño, según los investigadores.

Las vacunas figuran entre los avances más seguros y eficaces en la historia de la biomedicina y nos protegen de una amplia gama de enfermedades, entre las que figuran la viruela y la poliomielitis. La clave de su éxito, sin embargo, es asegurar que un porcentaje crítico de la población esté vacunada, para lograr la llamada inmunidad colectiva.

A pesar de que las pruebas rigurosas han demostrado que las vacunas para Covid-19 aprobadas en Estados Unidos y en Europa son altamente efectivas para producir una respuesta inmune sólida, no todos obtendrán su beneficio completo de inmediato.

Los factores ambientales, así como la genética y la salud física y mental (ansiedad, depresión) de un individuo pueden debilitar el sistema inmunológico del cuerpo, lo que ralentiza la respuesta a las vacunas.

Esto es, para los expertos en salud pública, particularmente preocupante ya que el nuevo coronavirus continúa arrasando en todo el mundo, desencadenando una crisis de salud mental simultánea, a medida que las personas se aíslan, junto con factores económicos negativos y la incertidumbre sobre el futuro.

Estos desafíos son los mismos factores que se ha demostrado anteriormente que debilitan la eficacia de la vacuna, particularmente entre los ancianos.

La depresión debilita el sistema inmunológico ante las vacunas

Los comportamientos de salud y los factores de estrés emocional y depresión pueden alterar la capacidad del organismo para desarrollar una respuesta inmunitaria a las vacunas, incluidas, potencialmente, los nuevos preparados para Covid-19. Vídeo: APS

Para la profesora Annelise Madison, de la Universidad estatal de Ohio e investigadora principal de este estudio, además del costo físico de Covid-19, “la pandemia presenta un componente de salud mental igualmente preocupante, que causa ansiedad y depresión, entre muchos otros problemas. Factores estresantes emocionales como estos pueden afectar el sistema inmunológico de una persona, disminuyendo su capacidad para protegerse de las infecciones”.

“Nuestro nuevo estudio -añade- arroja luz sobre la eficacia de la vacuna y cómo los comportamientos de salud y los factores estresantes emocionales pueden alterar la capacidad del cuerpo para desarrollar una respuesta inmune. El problema es que la pandemia, en sí misma, podría estar amplificando estos factores de riesgo”.

Como se conoce, las vacunas, diseñadas y fabricadas por la industria farmacéutica innovadora, actúan desafiando el sistema inmunológico. A las pocas horas de suministrar una vacuna, se registra una respuesta inmune general innata a nivel celular a medida que el organismo comienza a reconocer una posible amenaza biológica.

Esta respuesta de primera línea del sistema inmunológico eventualmente se ve favorecida por la producción de anticuerpos que se dirigen a patógenos específicos. Es la producción continua de anticuerpos lo que ayuda a determinar la eficacia de una vacuna para conferir protección a largo plazo.

Maximizar la eficacia de las vacunas

“En nuestra investigación, nos enfocamos más en la producción de anticuerpos, aunque es solo una faceta de la respuesta del sistema inmunológico adaptativo”, según Janice Kiecolt-Glaser, directora del Instituto de Investigación en Medicina del Comportamiento de la Universidad Estatal de Ohio y coautora principal de este trabajo.

La buena noticia, según los investigadores, es que las vacunas Covid-19 que ya están aprobadas tienen aproximadamente un 95% de efectividad. Aun así, estos factores psicológicos y de comportamiento pueden alargar el tiempo que lleva desarrollar la inmunidad y pueden acortar su duración.

“Lo que me entusiasma es que algunos de estos factores son modificables -explica Kiecolt-Glaser- ya que es posible hacer algunas cosas simples para maximizar la eficacia inicial de la vacuna”.

Según trabajos anteriores, una estrategia que sugieren los investigadores es realizar ejercicio vigoroso y dormir bien durante las 24 horas previas a la vacunación para que el sistema inmunológico funcione al máximo de su rendimiento. Esto puede ayudar a asegurar que la mejor y más fuerte respuesta inmunológica ocurra lo más rápido posible.

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