
Por primera vez, se encuentra un vínculo entre el consumo frecuente de sal con la aparición de diabetes tipo 2, de acuerdo con las conclusiones de un estudio de investigadores de la Universidad de Tulane.
Los autores señalan que es posible que quienes corren riesgo de padecer diabetes tipo 2 ya saben que deben evitar el azúcar, pero una nueva investigación sugiere que es posible que también tengan que consumir menos sal en los alimentos.
En este estudio, que aparece en Mayo Clinic Proceedings, se analizó a un total de 402.982 participantes del Biobanco del Reino Unido, entre el 13 de marzo de 2006 y el 10 de octubre de 2010. El requisito era que no padecieran diabetes, enfermedad renal crónica, cáncer ni enfermedad cardiovascular al inicio del estudio y que hubieran completado la información sobre cómo agregar sal.
Durante la media de seguimiento de 11,8 años, aparecieron en ese colectivo más de 13.000 casos de diabetes tipo 2. En comparación con aquellos que «nunca» o «rara vez» consumían sal, los participantes que «a veces», «normalmente» o «siempre» añadían sal tenían, respectivamente, un 13%, un 20% y un 39% más de riesgo de desarrollar la enfermedad.
El profesor Lu Qui, coordinador del estudio, subraya que “sabemos que limitar la sal puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares e hipertensión, pero este estudio muestra por primera vez que quitar el salero de la mesa también puede ayudar a prevenir la diabetes tipo 2«. En este trabajo se encontró una asociación entre el consumo frecuente de sal y un mayor Índice de Masa Corporal (IMC).
Sal y diabetes tipo 2
Como reconocen en su trabajo, la diabetes tipo 2 y la hipertensión a menudo coexisten y comparten muchos factores de riesgo comunes, como la obesidad, la actividad física insuficiente y una dieta poco saludable. Sin embargo, muy pocos estudios han investigado la asociación entre la ingesta de sodio y el riesgo de diabetes tipo 2, en gran parte debido a la falta de mediciones confiables del sodio en la dieta.
Sólo dos estudios previos de una cohorte finlandesa -recuerdan- evaluaron prospectivamente dicha asociación y encontraron una asociación en forma de J entre la excreción urinaria de sodio de 24 horas de un solo día y el riesgo de diabetes tipo 2 (tanto la ingesta alta como la baja se asociaron con un mayor riesgo de diabetes tipo 2 en comparación con la moderada).
En particular, la ingesta de sodio varía mucho de un día a otro. Sin embargo, la recolección de orina de un solo día, que es el método más común para evaluarla, en opinión de estos científicos es inadecuada para evaluar los niveles habituales. La falta de métodos de evaluación a largo plazo es una razón importante para los resultados inconsistentes en estudios anteriores.
Varios estudios previos han encontrado que la frecuencia con la que se agrega sal a los alimentos (generalmente en la mesa), no sólo es una medida útil de la ingesta discrecional de sodio, sino que también refleja la preferencia a largo plazo por el sabor salado y la ingesta de sodio de una persona en la dieta occidental.
En este sentido, subrayan que encontraron “una asociación gradual entre la frecuencia de agregar sal a los alimentos y la concentración de excreción estimada de sodio en 24 horas. Además, esa frecuencia estaba significativamente relacionada con los riesgos de mortalidad prematura y enfermedades cardiovasculares”.