
Lactobacillus, un tipo de bacteria que, según parece, promueve la salud intestinal, puede alterar la función de los macrófagos en tumores del páncreas. Al modificar a estas células inmunitarias, estimulan el crecimiento del cáncer.
En un estudio experimental publicado en Immunity, Tracy McGaha, al frente de un equipo de científicos de la Universidad canadiense de Toronto, sugiere que, en determinadas condiciones, “la constitución del microbioma puede tener un impacto negativo”.
Es bien sabido que los macrófagos se desarrollan a partir de un tipo de glóbulo blanco denominado monocito. Los monocitos se convierten en macrófagos cuando pasan del torrente sanguíneo a los tejidos.
Como explica el Manual MSD, cuando aparece una infección, los monocitos se desplazan hacia los tejidos. Allí, en un periodo de unas ocho horas, los monocitos aumentan considerablemente de tamaño y producen gránulos en su interior, tras lo que se convierten en macrófagos. Los gránulos están llenos de enzimas y de otras sustancias, que ayudan a destruir y a digerir las bacterias y otras células extrañas.
Los macrófagos permanecen en los tejidos e ingieren las bacterias, las células extrañas y las células dañadas y muertas, en un proceso conocido en biomedicina como fagocitosis. Después, segregan sustancias que atraen a otros glóbulos blancos al lugar de la infección. También ayudan a los linfocitos T a reconocer a los invasores y, por lo tanto, también participan en la inmunidad adquirida.
Como recuerda el profesor Tracy McGaha, especialista en Inmunología de la Universidad de Toronto e investigadora principal en el Centro Princess Margaret, la mayoría de los estudios analizan las correlaciones positivas entre el microbioma y los resultados del cáncer, pero “nuestro trabajo se centró en las correlaciones negativas del microbioma con el cáncer y sugiere que, en algunas condiciones, la constitución del microbioma puede tener un impacto negativo”.
‘Lactobacillus’ y macrófagos del páncreas
Se cree que la bacteria Lactobacillus promueve la salud intestinal, pero puede alterar la función de las células inmunitarias (macrófagos) en el entorno del tumor pancreático y estimular el crecimiento del cáncer, según este trabajo en el que han demostrado que Lactobacillus afecta a la función de los macrófagos al metabolizar el triptófano de la dieta, un aminoácido esencial que se encuentra en las proteínas de los alimentos de origen vegetal y animal.

Además y como se explica en este estudio, los índoles (una clase de metabolitos resultantes de la metabolización microbiana del triptófano), activan el receptor de hidrocarburo de arilo (AHR), una proteína que regula la expresión génica y que puede permitir tanto la inflamación beneficiosa como la supresión inmunitaria en otras áreas del cuerpo.
La eliminación o inhibición de esta proteína en los macrófagos se tradujo en un crecimiento reducido del cáncer de páncreas, una mejor sensibilidad a los tratamientos y un mayor número de células T inflamatorias. Por el contrario, la activación de AHR eliminó estos efectos beneficiosos.
El profesor McGaha reconoce su sorpresa porque el microbioma tuviera un impacto tan fuerte en la proteína AHR y la función inmunológica. “Al principio no estábamos pensando en el microbioma -señala-, solo estábamos interesados en AHR como factor en el microambiente tumoral. Pero cuando bloqueamos los genes de mamíferos que pueden activar AHR, no tuvo ningún efecto”.
En esta investigación, los protagonistas observaron a Lactobacillus porque estudios anteriores habían demostrado que la bacteria se correlacionaba con la actividad de AHR y la reducción de la inflamación, que pueden permitir el crecimiento del cáncer.
Células inmunitarias y microbioma
Así, probaron los efectos de la bacteria en animales de laboratorio con modelos quirúrgicos de cáncer de páncreas, en colaboración con la profesora Dana Philpott.
También impulsaron el proyecto con el análisis de células individuales, una tecnología que proporciona datos a escala del genoma. Cuando el profesor McGaha empezó a trabajar en la Universidad de Toronto, en 2015, era una tecnología innovadora.
Posteriormente, utilizaron muestras de tejido y datos de ensayos en humanos para demostrar que la alta expresión de AHR se correlaciona con la progresión de la enfermedad, la supresión inmunitaria y la supervivencia.
Ahora estos investigadores están centrados en el ensayo clínico PASS-01, en colaboración con otros centros oncológicos de Norteamérica, para descubrir predictores personalizados de la respuesta del paciente a la quimioterapia.
El cáncer de páncreas es notoriamente difícil de tratar. Es el tercer cáncer más mortal en Canadá, a pesar de ser relativamente raro, y los pacientes con la enfermedad no han visto las ganancias en supervivencia comunes en otros tipos de cáncer en las últimas tres décadas.
Para ayudar a abordar la necesidad urgente de tratamientos más efectivos, McGaha está trabajando con científicos clínicos de UHN en un ensayo clínico llamado PASS-01. El estudio es una colaboración con otros centros oncológicos canadienses y estadounidenses que tiene como objetivo descubrir predictores personalizados de la respuesta del paciente a la quimioterapia.
Más adelante, buscarán respuestas a cómo interactúan las células inmunitarias con el microbioma. El objetivo es mejorar una serie de terapias prometedoras, como los trasplantes de microbiota fecal, que se han visto obstaculizados por la complejidad y variedad de las bacterias intestinales.
“Nos gustaría explorar también -anuncia el profsor McGaha- si puede ser factible eludir la necesidad de manipular el microbioma, mediante la orientación precisa de la respuesta inmune a los metabolitos microbianos”.
Páncreas, un cáncer difícil de detectar
El páncreas es una glándula localizada detrás del estómago y por delante de la columna. Como explica MedlinePlus, produce jugos que ayudan a descomponer los alimentos y hormonas que ayudan a controlar los niveles de azúcar en la sangre.
El cáncer de páncreas es difícil de detectar con anticipación. No causa síntomas de inmediato. Cuando los síntomas aparecen, suelen ser vagos o imperceptibles. Incluyen una coloración amarillenta de la piel y los ojos, dolor en el abdomen y la espalda, pérdida de peso y fatiga. Además, como el páncreas está oculto detrás de otros órganos, los clínicos no pueden ver ni palpar los tumores en los exámenes de rutina. Para el diagnóstico, se lleva a cabo un examen físico, pruebas de sangre, exámenes de imágenes y una biopsia.
Dado que frecuentemente se detecta tarde y se disemina rápidamente, el cáncer de páncreas puede ser difícil de tratar. Los posibles tratamientos incluyen cirugía, radiación y quimioterapia y terapia dirigida. La terapia dirigida usa medicamentos u otras sustancias para combatir células cancerosas específicas, causando menos daños a las células normales.