
Un equipo de investigadores de la Wake Forest School of Medicine, en Carolina del Norte, ha descubierto que la nicotina promueve la metástasis de las células de cáncer de pulmón al cerebro.
Entre las personas que padecen el tipo más común de cáncer de pulmón, hasta el 40% desarrolla tumores cerebrales metastásicos, con un tiempo de supervivencia promedio de menos de seis meses. Pero no se conoce bien el mecanismo por el cual el cáncer de pulmón no microcítico se extiende con frecuencia en el cerebro.
“Según nuestros hallazgos, no creemos que los productos de reemplazo de nicotina sean la forma más segura para que aquellas personas con cáncer de pulmón dejen de fumar”, señala el profesor Kounosuke Watabe, miembro de este equipo de científicos.
En este trabajo, publicado en Journal of Experimental Medicine, examinaron a un total de 281 pacientes con cáncer de pulmón y descubrieron que los fumadores de cigarrillos tenían una incidencia significativamente mayor de cáncer cerebral.
Utilizando animales de laboratorio descubrieron que la nicotina ayudaba a la metástasis cerebral a cruzar la barrera hematoencefálica para cambiar la microglía.
Con estos datos, el profesor Watabe buscó drogas que pudieran revertir los efectos de la nicotina e identificaron partenolida (Tanacetum parthenium), una sustancia natural de la hierba medicinal matricaria que bloqueó en los ratones la metástasis cerebral inducida por la nicotina.
El profesor Watabe subraya que los fármacos utilizados en quimioterapia no pueden atravesar la barrera hematoencefálica, pero sí la partenolida. Este investigador trabaja ahora en la elaboración de un protocolo con oncólogos de Wake Forest para diseñar un ensayo clínico, con el fin de evaluar terapéuticamente esta sustancia.
Nicotina y adicción
Expertos del National Institute Drug Abuse (NIAD), de EE UU, enfatizan que la nicotina que contiene el tabaco es adictiva, como el alcohol, la cocaína y la morfina.
La mayoría de los fumadores consumen tabaco habitualmente -destacan- porque son adictos a la nicotina. La adicción se caracteriza por la búsqueda compulsiva y el consumo de la droga, aún a la luz de las consecuencias negativas para la salud.
El uso de fármacos como la varenicilina y algunos antidepresivos (como el bupropión), así como las terapias de reemplazo de nicotina, pueden ser de gran utilidad en muchos casos.
Desde el NIAD se explica que cuando se administra nicotina, la liberación transitoria de endorfinas en los circuitos de gratificación del cerebro genera un estado de euforia leve y momentánea.
Este estado de euforia es mucho más breve que el asociado con otras drogas. Sin embargo, al igual que otras drogas adictivas, la nicotina incrementa los niveles del neurotransmisor dopamina en estos circuitos de recompensa, lo que refuerza la conducta de consumir la droga.
La exposición repetida altera la sensibilidad de estos circuitos a la dopamina e induce cambios en otros circuitos del cerebro vinculados al aprendizaje, al estrés y al autocontrol. En muchos consumidores de tabaco, los cambios que se producen en el cerebro a largo plazo, como consecuencia de la exposición continua a la nicotina, generan adicción.
Cuando el humo del cigarrillo llega a los pulmones, pasa al torrente sanguíneo y llega rápidamente al cerebro, de modo que la nicotina alcanza su nivel máximo a los 10 segundos de la inhalación.
Los efectos agudos de la nicotina también se disipan con rapidez, junto con la sensación gratificante que produce; la brevedad de este ciclo impulsa al fumador a seguir dosificándose para mantener los efectos placenteros y evitar los síntomas de abstinencia.