
Investigadores estadounidenses dan la voz de alarma ante la situación de los elefantes que ya se encuentran en peligro de extinción. Si desaparecieran -subrayan- se produciría un desastre en la biodiversidad de los bosques africanos.
El órgano oficial de la Academia de Ciencias de Estados Unidos (Proceedings) inserta un estudio observacional cuyo primer autor es Stephen Blake, profesor de biología en la Universidad de Saint Louis.
En sus conclusiones, figura que los elefantes juegan un papel clave en la creación de bosques que almacenan más carbono atmosférico y mantienen la biodiversidad de los bosques en África. Si se extinguieran, la selva tropical de África central y occidental, la segunda selva tropical más grande del mundo, perdería entre el 6 y el 9 % de su capacidad para capturar carbono atmosférico, lo que amplificaría el calentamiento planetario.
El equipo documenta con precisión cómo la ecología de los megaherbívoros tiene una influencia tan fuerte en la retención de carbono en las selvas tropicales africanas.
Blake se lamenta de que “los humanos los han cazado durante milenios. Como resultado, los elefantes de los bosques africanos están en peligro crítico. El argumento de que todo el mundo los ama no ha obtenido suficiente apoyo para detener la matanza. Cambiar el argumento a favor de su conservación hacia el papel que juegan en el mantenimiento de la biodiversidad del bosque tampoco ha funcionado, ya que los números continúan cayendo. Ahora podemos añadir la sólida conclusión de que si perdemos elefantes del bosque, estaremos perjudicando globalmente la mitigación del cambio climático”.
Árboles de alta densidad de carbono

Dentro del bosque, algunos árboles tienen madera ligera (árboles de baja densidad de carbono) mientras que otros producen madera pesada (árboles de alta densidad de carbono).
Los árboles de baja densidad de carbono crecen rápidamente, elevándose por encima de otras plantas y árboles para llegar a la luz del sol. Mientras tanto, los árboles con alta densidad de carbono crecen lentamente, necesitan menos luz solar y pueden crecer a la sombra.
Los elefantes y otros megaherbívoros afectan la abundancia de estos árboles al alimentarse más de los árboles de baja densidad de carbono, que son más apetecibles y nutritivos que las especies de alta densidad de carbono. Esto adelgaza el bosque, como lo haría un silvicultor, para promover el crecimiento de sus especies preferidas. Todo esto reduce la competencia entre los árboles y proporciona más luz, espacio y nutrientes para el suelo para ayudar a que florezcan los árboles con alto contenido de carbono.
En este sentido, el profesor Blake explica que estos paquidermos comen muchas hojas de muchos árboles y hacen mucho daño cuando lo hacen. “Quitan las hojas de los árboles, arrancan una rama entera o un retoño cuando comen, y nuestros datos muestran que la mayor parte de este daño ocurre en los árboles con baja densidad de carbono. Si hay muchos árboles con alta densidad de carbono alrededor, ese es un competidor menos, eliminado por los elefantes”, añade.
Elefantes y niveles de carbono en la atmósfera
Los elefantes también son excelentes dispersores de las semillas de los árboles de alta densidad de carbono. Estos árboles a menudo producen grandes frutos nutritivos. Esas semillas pasan a través de su intestino sin sufrir daños y, cuando se liberan a través del estiércol, están preparadas para germinar y convertirse en algunos de los árboles más grandes del bosque.
“Los elefantes son los jardineros del bosque”, subraya el profesor Blake. “Plantan el bosque con árboles de alta densidad de carbono -continúa- y se deshacen de las malas hierbas, que son los árboles de baja densidad de carbono. Hacen un gran trabajo manteniendo la diversidad del bosque”.
Debido a estas preferencias, los elefantes se relacionan directamente con la influencia de los niveles de carbono en la atmósfera. Los árboles de alta densidad de carbono almacenan más carbono de la atmósfera en su madera que los de baja densidad, lo que ayuda a combatir el calentamiento global.
“La matanza y el comercio ilegal siguen activos”, denuncia el profesor Blake. “Diez millones de ejemplares alguna vez vagaron por África y ahora hay menos de medio millón, con la mayoría de las poblaciones viviendo en focos aislados. Estos animales van desde en peligro de extinción hasta en peligro crítico y su número se ha desplomado en más del 80 % en los últimos 30 años”, apunta.
Y concluye: “Están protegidos por leyes nacionales e internacionales y, sin embargo, continúa la caza furtiva. Como sociedad global, podemos seguir cazando estos animales altamente sociales e inteligentes y ver cómo se extinguen, o podemos encontrar formas de detener esta actividad ilegal. Salva a los elefantes y ayuda a salvar el planeta; realmente, es así de simple”.