
El riesgo de que surja trastorno bipolar y esquizofrenia en la edad adulta es posible detectarlo en la infancia, de acuerdo con un nuevo estudio en el que han participado investigadores británicos e islandeses. Desvelan ahora que la mitad de las personas que, siendo adultos, desarrollaron estos trastornos mentales, habían acudido a servicios especializados de salud mental para niños y adolescentes.
En el estudio que difunde World Psychiatry, investigadores del University College Dublin sugieren la posibilidad de una intervención más temprana e incluso una prevención.
El profesor Ian Kelleher, director de este trabajo, explica que “nuestros hallazgos demuestran que la mitad de las personas que desarrollan estas enfermedades acudieron a CAMHS (Children and Young People’s Mental Health Services) en algún momento de su infancia, generalmente muchos años antes de que padecieran esquizofrenia o trastorno bipolar».
Kelleher reconoce que la intervención temprana es clave para mejorar los resultados para las personas con enfermedades mentales graves. “Estos hallazgos -dice- demuestran las enormes oportunidades para proporcionar una intervención mucho más temprana, incluso cuando aún son niños, mediante el desarrollo de servicios especializados dentro de los de salud mental existentes para niños y adolescentes”.
Para llevar a cabo su estudio, este equipo de investigadores utilizó los registros de atención médica de Finlandia, para rastrear a todas las personas nacidas en 1987 durante la infancia y la adolescencia para ver si, entre el nacimiento y los 17 años, alguna vez asistieron a un centro especializado en trastornos mentales.
Pudieron hacer un seguimiento de todos ellos hasta los 28 años y ver a quiénes se diagnosticaron con esquizofrenia o trastorno bipolar. Descubrieron que el riesgo de psicosis o trastorno bipolar a los 28 años era del 1,8% para las personas que no habían asistido a CAMHS.
Intervención temprana
Sin embargo, para aquellos que si lo hicieron como pacientes ambulatorios en la adolescencia, el riesgo era del 15% y para los admitidos en un hospital CAMHS para adolescentes, el riesgo era del 37%.
«Esta investigación muestra el poder de los registros electrónicos de atención médica para responder preguntas importantes sobre la salud y las enfermedades humanas», matiza el profesor Mika Gissler, miembro del equipo que trabaja en la Universidad de Helsinki.
“Estos hallazgos ponen de manifiesto la posibilidad de intervenir mucho antes de lo que lo hacemos ahora, incluso en la infancia y la adolescencia, para evitar que surjan estas graves enfermedades mentales”, asegura el profesor Kelleher.
La esquizofrenia y el trastorno bipolar son enfermedades mentales graves que afectan a unos 65 millones de personas en todo el mundo. Ambos trastornos generalmente se diagnostican en la edad adulta y, a menudo, se asocian con altos niveles de discapacidad así como con costos sociales y personales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esquizofrenia es un trastorno mental grave que a escala mundial afecta a aproximadamente 24 millones de personas, es decir, a una de cada 300.
Se dispone de una variedad de opciones de atención eficaces para tratar a las personas que padecen esquizofrenia y al menos una de cada tres de ellas podrá recuperarse por completo.
Esquizofrenia y trastorno bipolar
La esquizofrenia se caracteriza por una importante deficiencia en la forma en que se percibe la realidad y por cambios de comportamiento como, por ejemplo:
- Persistencia de ideas delirantes: la persona tiene la creencia errónea de que algo es verdad, a pesar de las pruebas en contra.
- Persistencia de alucinaciones.
- Vivencia de influencias, control o pasividad: la vivencia de que los sentimientos, impulsos, acciones o pensamientos propios no son generados por uno mismo, sino que son otros quienes los colocan en la mente de uno, o los apartan de ella, o de que los pensamientos de uno se transmiten a otros.
- Razonamiento desorganizado, que a menudo se manifiesta en forma de discurso confuso o que no viene al caso.
- Comportamiento muy desorganizado como, por ejemplo, que la persona haga cosas que parecen extrañas o sin propósito, o que tenga una reactividad emocional impredecible o inapropiada que interfiere con su capacidad para organizar su comportamiento.
- Síntomas negativos tales como una importante limitación del habla, vivencia y expresión restringidas de las emociones, incapacidad para experimentar interés o placer, y retraimiento social.
- Agitación extrema o ralentización de los movimientos, o adopción de posturas extrañas.
Por lo que se refiere al trastorno bipolar, la OMS recuerda que, en 2019, unos 40 millones de personas lo padecían en todo el mundo. Las personas afectadas experimentan episodios depresivos alternados con períodos de síntomas maníacos.
Durante el episodio depresivo, experimentan un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días.
Los síntomas maníacos pueden incluir euforia o irritabilidad, mayor actividad o energía y otros síntomas, como aumento de la verborrea, pensamientos acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de dormir, distracción y comportamiento impulsivo e imprudente.