
El estudio longitudinal irlandés sobre envejecimiento (TILDA), publicado en Journal of American Medical Directors Association, examinó el vínculo de los niveles de vitaminas B12, ácido fólico, vitamina D, luteína y zeaxantina con la fragilidad.
La fragilidad es un síndrome crónico común que afecta hasta el 25% de los adultos mayores de 65 años y más de la mitad de los adultos mayores de 80 años. Según los científicos, la fragilidad se caracteriza por una disminución general de la función física y una pérdida de la capacidad de recuperarse después de experimentar un evento estresante como infección, una caída o cirugía. Se asocia con mala salud, discapacidad y muerte.
Las vitaminas B (B12 y folato) son importantes para varios procesos celulares en todo el cuerpo, incluida la reparación del ADN y el metabolismo energético. La vitamina D es esencial para el metabolismo óseo, la fuerza muscular y el estado de ánimo. La luteína y la zeaxantina tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias importantes en la salud ocular y cerebral. Los bajos niveles de todas estas vitaminas y antioxidantes son comunes entre los adultos irlandeses.
Fragilidad previa con carencia de vitaminas B
En esta nueva investigación, los niveles más bajos de luteína, zeaxantina y vitamina D se vincularon de manera consistente no solo con la fragilidad sino también con etapas más tempranas de pre-fragilidad (un precursor subclínico de la fragilidad).
Los bajos niveles de vitaminas B se asociaron con la fragilidad previa. Además, la acumulación de insuficiencias de micronutrientes, que tienen niveles bajos de más de un micronutriente, se relacionó progresivamente con etapas de fragilidad severas.
El doctor Aisling O´Halloran, autor principal del estudio del Trinity College de Dublín, asegura que consiguieron evidencias científicas de que los niveles más bajos de vitaminas y antioxidantes específicos, con niveles bajos de más de un micronutriente, se asocian de manera constante y progresiva con los métodos más utilizados para medir la fragilidad.
“Nuestros datos sugieren que el bajo nivel de micronutrientes puede actuar como marcador fácilmente modificable y objetivo de intervención frente a la fragilidad entre adultos de 50 años o más», apunta el científico.
El sello distintivo de la fragilidad es la debilidad muscular
La profesora Rose Anne Kenny, participante en este trabajo, explica que «la fragilidad ocurre cuando varios sistemas en el organismo pierden capacidad de reserva y, por lo tanto, la capacidad de recuperarse, incluso después de enfermedades triviales. Es un estado importante y un desafío; comúnmente se asocia con el envejecimiento, pero también es común en pacientes de cualquier edad que tienen cirugía mayor, tratamientos contra el cáncer e infecciones graves”.
El sello distintivo de la fragilidad es la debilidad muscular. Si se reconoce en sus primeras etapas, se puede revertir. Sin embargo, cuanto más tiempo esté presente, más difícil será recuperarse. Y la debilidad generalizada y la fatiga empeoran progresivamente.