
El miedo y la ansiedad prolongados provocados por factores estresantes, como la actual pandemia de coronavirus, no solo pueden afectar a la salud mental, sino que también pueden tener un impacto duradero en la composición del esperma de varones que podría afectar a su futura descendencia. Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland.
En este trabajo, publicado en Nature Communications, se describe un mecanismo biológico sobre cómo la experiencia de un hombre con estrés prolongado por la pandemia pude influir en el desarrollo del cerebro fetal en el útero de la madre.
Los efectos de la ansiedad paterna se pueden transferir a la descendencia a través de cambios en las vesículas extracelulares, que luego interactúan con el esperma en maduración.
Para Tracy Bale, directora del Centro de Epigenética de la Universidad de Maryland y responsable de este trabajo, “hay muchas razones por las que reducir el estrés es beneficioso, especialmente ahora que nuestros niveles están crónicamente elevados y seguirán así durante los próximos meses”.
En su opinión, “controlar adecuadamente la ansiedad no solo puede mejorar la salud mental y otras dolencias relacionadas con ella, sino que también puede ayudar a reducir el posible impacto duradero en el sistema reproductivo que podría afectar a las generaciones futuras».
Descendencia con neurodesarrollo alterado
Como se detalla en este estudio, las vesículas extracelulares (EV) son un modo único de comunicación intercelular capaz de una increíble especificidad en la transmisión de señales involucradas en la función celular, incluida la maduración de las células germinales.
La espermatogénesis se produce en los testículos, detrás de una barrera protectora para garantizar la protección del ácido desoxirribonucléico de la línea germinal de los daños ambientales.
Después de la compactación del ADN –destaca el trabajo-, se produce una mayor maduración de los espermatozoides en el epidídimo. Las vesículas extracelulares del tracto reproductivo transmiten información sobre el estrés en el entorno paterno a los espermatozoides, lo que puede alterar el desarrollo fetal.
Usando la inyección intracitoplasmática de espermatozoides, los investigadores encontraron que los espermatozoides incubados con EV recogidos de células epiteliales epididimales tratadas con estrés, produjeron descendencia con neurodesarrollo alterado y reactividad de estrés en adultos.
La evaluación proteómica y transcriptómica de estas EV mostró cambios dramáticos en el contenido de proteínas y miARN mucho después de que el tratamiento de estrés había terminado, lo que respalda un cambio programático duradero en respuesta al estrés crónico.
Los cambios inducidos por la ansiedad se mantienen en el esperma, al menos, un mes
Por lo tanto -subrayan-, las EV como un proceso normal en la maduración de los espermatozoides también pueden desempeñar funciones en la transmisión intergeneracional de la experiencia ambiental paterna.
Así las cosas, la profesora Bale hace hincapié en que su estudio demuestra que el cerebro del bebé se desarrolla de manera diferente si el padre experimentó un período crónico de estrés antes de la concepción, “pero –reconoce- aún no sabemos las implicaciones de estas diferencias”.
¿Podría este mayor nivel prolongado de estrés aumentar el riesgo de problemas de salud mental en futuros hijos, o podría experimentar estrés y manejarlo bien para ayudar a promover la resistencia al estrés? “Realmente -asegura la investigadora- no lo sabemos en este momento, pero nuestros datos destacan por qué son necesarios otros estudios”.
Este equipo de científicos descubrió que los cambios inducidos por el estrés en el esperma masculino tienen lugar, al menos, un mes después de que el estrés se atenúa y la vida ha retomado sus patrones normales. “Parece que la adaptación del cuerpo al estrés es volver a una nueva línea de base. Un estado fisiológico posterior al estrés, denominado alostasis”, matiza la profesora Bale.