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En el mes de julio, el Dr. Enrique González alertaba desde esta web de las consecuencias desorganizadoras de la descoordinación sanitaria de las comunidades autónomas y cómo había afectado al Sistema Nacional de Salud. La consecuencia no sólo fue la falta de equidad en la atención hospitalaria a los enfermos, sino un déficit de trasmisión general de la información disponible en cada hospital.
Todos se acusan de los errores que han conducido a una segunda y hasta una tercera ola de consecuencias devastadoras para la sociedad mundial. Parece que los políticos están más centrados en luchar entre ellos por sus ideologías, que es lo que saben hacer, que en buscar conocimiento para paliar los problemas. Y en ese sentido vamos por el camino equivocado.
Todo estratega militar les dirá que hay que identificar al enemigo y conocerlo para poder vencerle. Probablemente, también digan lo mismo los entrenadores de fútbol. Y este virus no es nuevo. Está entre nosotros desde antes que los dinosaurios. Sólo que ahora ha descubierto la manera de invadir a una nueva especie: la de los humanos. Esos seres tan soberbios que suelen aceptar de buena gana que todo son complots de personajes siniestros, pero humanos, antes de reconocer que la naturaleza tiene una enorme fuente de sabiduría por años de prueba y error que le permite enviarnos ataques masivos sin necesidad de nuestra ayuda.
Llevamos años siendo la peor epidemia del planeta. Lo hemos sobrepoblado y amenazamos con destruirlo al alterar, sin pararnos a analizar las consecuencias, los delicados equilibrios que mantienen los ecosistemas. Somos las termitas que se comen los pilares que mantienen las estructuras y se asombran cuando el edificio se les cae encima y les aplasta. Pero tenemos un cerebro capaz de imaginar y analizar. Todos.
Mayor coordinación y menos reproches
Y algunos lo utilizan para sacarnos de este embrollo de la única forma en que saldremos: colaborando y compartiendo información. El próximo 17 de febrero, las Conferencias Nacionales de Enfermería, Decanos de Farmacia, Decanos de Medicina y Decanos de Veterinaria, con colaboración de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, han organizado una reunión titulada Zoonosis en el contexto One Health: valoraciones desde la perspectiva sanitaria. Como le decía Rick Blaine (Humphrey Bogart) al capitán Louis Renault al final de la película Casablanca, “Presiento que éste puede ser el comienzo de una hermosa amistad”.
En esta iniciativa es importante la labor del Dr. José Pablo Lara, catedrático de Fisiología de la Universidad de Málaga, empeñado en formar buenos médicos, no sólo alumnos que sepan responder a preguntas MIR. Un investigador en neurociencias que ha entendido que, en estas circunstancias, hemos de aprender microbiología para mejorar la atención sanitaria.
Ha llegado el momento de compartir conocimiento desde muy diversos ámbitos de la Ciencia para cercar a los virus. Porque éste es sólo la avanzadilla de una horda de invasores que hemos destapado con la ruptura de diversos ecosistemas. Y necesitamos mayor coordinación y menos reproches. Todos lo estamos haciendo mal de alguna manera.
Y no podemos dejarnos caer en el derrotismo, porque sólo nos queda salir adelante con o sin pandemia. Los microbios son capaces de cambiar su agresividad con sólo una mutación, no sólo los virus, como demostraron en 2015 en Nature Genetics los doctores José Penadés, entonces en la Universidad de Glasgow, y David Viana, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Cardenal Herrera CEU. Esa facilidad para ser más virulentos, más contagiosos y, a veces, mucho más nocivos, les permite el salto inter-especie cuando los animales, incluidos los humanos, interaccionan.
El cambio climático, ése que ha llevado en este siglo las moscas por primera vez al Ártico y a la Antártida, ha favorecido el contacto de especies que ni se conocían. En esta revista se habló en enero del descubrimiento de una nueva especie de murciélago en África Occidental.
René Dubos: “Piensa globalmente, actúa localmente”
Tendremos que acostumbrarnos a pensar que todos los seres vivos estamos recubiertos por microbioma. En realidad, que la aparición de una bacteria nueva en el intestino es capaz de alterar el equilibrio y causarnos enfermedad en determinadas circunstancias y no en otras, es conocido desde las publicaciones del doctor René Dubos sobre la flora bacteriana del intestino de los ratones en los años cincuenta del pasado siglo.
Al doctor Dubos, microbiólogo francés, en realidad ingeniero agrónomo, se le atribuye la frase “Piensa globalmente, actúa localmente”. Hemos de recuperar ese pensamiento humanista integrador para enfrentarnos a esta pandemia y al resto de oleadas de virus, quizá incluso hongos y bacterias, que nos empezarán a infectar en los próximos años. Es la manida lucha por la vida, ésa que no sabemos todavía definir y pretendemos dominar.
Quizá incluso una radiación más alta puede mutar los microbios de nuestra piel y, de elementos de protección, convertirlos en elementos dolosos, patógenos que nos agreden y pueden matarnos.
Acabo de descubrir que cada uno de nosotros, cada individuo, dispone de una selva personal en que todas las especies luchan por sobresalir. Quizá cumpliendo la máxima bíblica de “Creced y multiplicaos, llenad la Tierra y sometedla”, sólo que ahora son los virus los que están procreando a marchas forzadas, explorando un nuevo continente, una nueva especie que conquistar y donde crecer.
Y nosotros, como los pieles rojas americanos cuando los españoles les llevaron la viruela, debemos acostumbrarnos a saludar sin tocarnos, sólo alzando la mano y diciendo Jau, el How del cortés saludo inglés How are you?
No hay nada nuevo bajo el Sol, pero nuestro genoma sigue evolucionando para adaptarse a las nuevas situaciones. Más mutaciones para seguir viviendo. Sólo la Ciencia puede contraatacar para reducir el impacto de la selección natural en nuestra especie.