Hacia una epidemia de enfermedad hepática crónica
El alto consumo en occidente de alimentos ricos en azúcares y grasas está dando lugar a la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Foto: Drazen Zigic/Freepik

Investigadores estadounidenses afirman, en un estudio experimental, que estamos a las puertas de una epidemia de enfermedad hepática crónica, debido a la cantidad de alimentos que, en Norteamérica, Europa y Australia, se ingieren y que son ricos en azúcares y grasas dando lugar a la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

En un trabajo con animales de laboratorio que divulga Nature Communications, el profesor Guangfu Li, de la Universidad de Missouri y coinvestigador principal, destaca que están empezando a comprender cómo interactúan los alimentos y la microbiota intestinal, para producir metabolitos que contribuyen al desarrollo de la enfermedad hepática.

“Sin embargo -apostilla- las bacterias y los metabolitos específicos, así como los mecanismos subyacentes, no se conocían bien hasta ahora. Esta investigación está desbloqueando el cómo y el por qué”.

En este estudio se recuerda que, tanto el intestino como el hígado tienen una estrecha comunicación anatómica y funcional a través de la vena porta.

Este eje intestino-hígado permite el transporte de componentes dietéticos y microbianos, así como los productos resultantes desde el intestino hasta el hígado, mientras que este órgano secreta factores como los ácidos biliares primarios que afectan la homeostasis intestinal.

Un estilo de vida poco saludable -subrayan estos investigadores- y el correspondiente cambio en la microbiota intestinal, dan como resultado la producción de muchos factores patógenos que afectan significativamente la inmunología y la homeostasis del hígado, “lo que contribuye a la patogénesis de la enfermedad del hígado graso no alcohólico”.

Microbiota y enfermedad hepática crónica

Al alimentar a los murinos con alimentos ricos en grasa y azúcar, descubrieron que desarrollaron una bacteria intestinal llamada Blautia producta y un lípido que causaba inflamación y fibrosis del hígado. Esto, a su vez, hizo que los roedores desarrollaran la enfermedad del hígado graso, con características similares a la enfermedad humana.

Para el profesor de Cirugía y miembro del equipo, Kevin Staveley-O`Carroll, “la enfermedad del hígado graso es una epidemia mundial de salud. No solo se está convirtiendo en la principal causa de cáncer de hígado y cirrosis, sino que muchos pacientes que veo con otros tipos de cáncer tienen la enfermedad del hígado graso y ni siquiera lo saben. A menudo, esto hace que les resulte imposible someterse a una cirugía potencialmente curativa para sus otros tipos de cáncer”.

Como parte de este estudio, los investigadores probaron el tratamiento de los ratones con un cóctel de antibióticos administrado a través del agua potable. Descubrieron que el tratamiento con antibióticos redujo la inflamación del hígado y la acumulación de lípidos, lo que resultó en una reducción de la enfermedad del hígado graso.

Estos resultados sugieren que los cambios inducidos por antibióticos en la microbiota intestinal pueden suprimir las respuestas inflamatorias y la fibrosis hepática.

Los científicos Li, Staveley-O’Carroll y R. Scott Rector, decano de investigación y miembro del equipo, forman parte de NextGen Precision Health, una iniciativa que tiene como objetivo principal ampliar la colaboración en la atención médica personalizada y la traducción de la investigación interdisciplinaria en beneficio de la sociedad.

 

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