
Investigadores y clínicos japoneses de la Universidad de Kanazawa han demostrado, en laboratorio, que una molécula (quimiocina CCL3) desempeña un papel de primer orden en la inducción de la inflamación, a medida que se desarrolla la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA). La prevalencia de esta enfermedad está aumentando en todo el mundo y todavía hay muchas preguntas por resolver sobre su desarrollo.
Algunas personas con EHGNA pueden desarrollar esteatohepatitis no alcohólica (NASH), un caso más grave de enfermedad del hígado graso que se caracteriza por inflamación y fibrosis del hígado y puede progresar a cirrosis y carcinoma hepatocelular (HCC).
Como describen estos científicos en Metabolism, la quimiocina CCL3 es una pequeña proteína de señalización que es como un señuelo para determinados glóbulos blancos.
Los especialistas pensaban que otras quimiocinas estaban involucradas en la transición del hígado graso simple a la esteatohepatitis no alcohólica, caracterizada por grasa en el hígado junto con inflamación y daño en las células hepáticas, pero no se había demostrado ningún papel para la molécula CCL3.
Este equipo de científicos, cuyo primer autor es el profesor Liang Xu, demostró que la presencia de CCL3 aumentaba la acumulación de macrófagos, un tipo de glóbulo blanco, en el hígado. Alimentaron a los roedores con una dieta rica en colesterol y grasas para inducir NASH. Los niveles de macrófagos que secretan CCL3 en el hígado incrementaron a medida que se desarrolló NASH.
Posteriormente y como detalla en su trabajo, el equipo estudió roedores modificados para carecer del gen CCL3, que fueron alimentados con una dieta rica en colesterol y grasas. Comprobaron que no desarrollaron el mismo grado de inflamación del hígado que los roedores que podían producir CCL3.
Inflamación del hígado graso
La falta de esta proteína en esos ratones alterados génicamente para ser obesos también redujo la cantidad de inflamación hepática asociada y resistencia a la insulina.
En este estudio de investigación básica, los científicos japoneses recuerdan que cuando los macrófagos del hígado detectan daño, secretan varias quimiocinas para atraer otras células inmunes y cambiar a un estado activo conocido como fenotipo proinflamatorio M1.
Su acción provoca inflamación y cicatrización del hígado. Los investigadores demostraron que estos macrófagos M1 expresaban CCL3. Los ratones que carecen de CCL3 mostraron una reducción del 48% en el número de macrófagos de fenotipo M1 en el hígado, en comparación con los ratones productores de CCL3 después de ser alimentados con una dieta alta en colesterol y alta en grasas.
Como explica Liang Xu, “también demostramos que CCL3 en sí mismo promovió la transición de los macrófagos al fenotipo M1 y los suprimió cambiando al fenotipo alternativo M2, que está asociado con la reparación de tejidos y la cicatrización de heridas. Este es, hasta donde sabemos, el primer trabajo de CCL3 que afecta la polarización del fenotipo de los macrófagos».
Finalmente, tomaron muestras de sangre de pacientes con casos confirmados de NAFLD y compararon los niveles séricos de CCL3 con los de voluntarios sanos. «Los niveles séricos de CCL3 aumentaron con la gravedad histológica de la patología hepática, como hinchazón, esteatosis e inflamación lobulillar”, detalla Naoto Nagata, de este equipo. “Los pacientes con NASH -añade- mostraron los niveles más altos de CCL3″.
Concluye que en este estudio de investigación básica se demuestra que bloquear la acción de la quimiocina CCL3 podría ser una opción de tratamiento potencial para NASH, aunque se necesita otros trabajos adicionales.