De Rafael Yuste, Grisolía y la declaración de neuroderechos
Imagen: iuriimotov/Freepik

Nada hay más arrollador que la voluntad humana. Es una fuerza desconocida que, a lo largo de la historia, ha encauzado los ríos, soslayado la fuerza de la gravedad y alunizado. Quizá por eso diversas entidades están ansiosas, por diversas razones, en conocer cómo funciona el cerebro humano y cómo modificar o controlar el pensamiento humano.

Hasta ahora, era solo una locura de los escritores pero, cada vez, estamos más cerca de la historia de La máquina del tiempo en una versión menos evidente y más cercana a Matrix.

La realidad es que desde hace décadas los investigadores abordan el conocimiento del cerebro desde dos perspectivas diferentes: una, la detección de la actividad neuronal por métodos de registro de potenciales de acción y captación de glucosa, y otro, iniciado muchos años atrás por el Dr. Gerald Edelman, Premio Nobel de Fisiología en 1972 por sus descubrimientos sobre los anticuerpos, con el desarrollo de sistemas informáticos que han dado lugar a la Inteligencia Artificial.

En 2013, Barack Obama decidió apoyar un proyecto de un científico español para estudiar el origen del pensamiento humano. El proyecto se llamó Brain y la presentación que su ideólogo, el Dr. Rafael Yuste, y la decidida defensa de Obama en el Congreso estadounidense, permitió que se le asignasen 100 millones de dólares. Más de lo que se había pedido.

Cartografiar el cerebro humano

Rafael Yuste, que afirma que se interesó por la ciencia gracias en que en su adolescencia le regalaron un libro de Santiago Ramón y Cajal, estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid; una Universidad fundada por los consejos de nuestro Premio Nobel y maestro de muchos Severo Ochoa. Rafael Yuste acabó en 1987, el mismo año en que Ochoa, que ya vivía en Madrid y dirigía el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, se convertía en director de la Fundación Jiménez Díaz. El año antes, Yuste había estado en el laboratorio de Brenner, Premio Nobel de Medicina en 2002, y allí decidió dedicarse a la Neurobiología.

En la actualidad, Yuste es Catedrático de Ciencias Biológicas y Neurociencias de la Universidad de Columbia y, en 2015, dictó la Lección Conmemorativa de la Fundación Jiménez Díaz.

Pero el proyecto Brain tiene por objeto la cartografía del cerebro humano y el comprender cómo se generan las memorias y pensamientos. Esto va a permitir cambiar pensamientos y modificar recuerdos. Pronto Yuste comprendió las ventajas y los riesgos de sus descubrimientos y en 2017, junto a 23 científicos e intelectuales que incluían a la catedrática de Filosofía por la Universidad de Seatle, Sara Goering, publicó en Nature una reflexión sobre el respeto a la preservación de la personalidad y la intimidad de las personas.

Dicha publicación encontró eco en el Congreso de Chile y, hace unas semanas el país ha aprobado la creación de un comité paritario para la elaboración de una nueva Constitución que sustituya la actual y en la que se incluirán garantías sobre la intimidad de las personas y sus pensamientos y la igualdad de acceso a las neuroprótesis e interfaces que amplíen la memoria y la inteligencia humana. Esta decisión ha despertado una gran expectación en Naciones Unidas, la UNESCO y el Gobierno de España.

Y, de nuevo, las coincidencias generan resultados.

Santiago Grisolía utilizó una institución política, el Consell Valenciá de Cultura, para elaborar la Declaración de Valencia sobre el Genoma Humano, que impidió la comercialización de las secuencias del genoma. Aunque D. Santiago se marchó en agosto de 2022, muchos de los consejeros y Jesús Huguet, secretario, e Inmaculada Bartual, gerente del Consell, siguen siendo las personas que durante años trabajaron a su lado.

Así, Ana Noguera, filósofa y consellera, asumió el liderazgo de promover desde Valencia la Declaración sobre Neuroderechos, presentada el pasado 24 de febrero, en un acto con los Dres. Yuste, Álvaro Pascual-Leone, José Miguel Carmena, Ángel Barco, actual director del Instituto de Neurociencias, Adela Cortina y el director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia. Presentaron a los asistentes la propuesta de incluir, entre los Derechos Humanos Universales, los neuroderechos, ahora elevados a cinco.

Entre los asistentes figurábamos, además de los miembros del Consell, intelectuales, legisladores, políticos como Ximo Puig y la ministra de Ciencia de España, Diana Morant, y científicos, muchos de ellos Premio Rey Jaime I o neurobiólogos, y rectores y exrectores de las universidades valencianas, y ese divulgador científico que es Adolfo Plasencia, autor del libro Is the Universe a Hologram?

La trascendencia de la reunión se nos hizo evidente a todos: de nuevo Valencia moviliza a la ciudadanía para preservar la ética en la Ciencia como ya hiciera D. Santiago.

Y más curiosidades: los Dres. José Miguel Carmena y Álvaro Pascual-Leone, grandes investigadores en universidades americanas y asesores del parlamento para la redacción de las pertinentes modificaciones legislativas que protejan nuestros derechos, son valencianos.

Ambos son hijos de maravillosos profesores de la Facultad de Medicina de Valencia: los Dres. Pascual-Leone, profesor de Neurología, y Rafael Carmena, profesor de Medicina Interna y Endocrinólogo experto en hipercolesterolemias familiares. Ambos nos transmitieron a todos sus discípulos el amor a la investigación y el respeto a la vida humana y a la intimidad de los pacientes que ahora reivindican sus brillantes hijos.

José Miguel Carmena y Álvaro Pascual-Leone han colaborado en muchas iniciativas del profesor Grisolía, demostrando que, a los grandes, Dios los cría y ellos se juntan. Y esta union ha supuesto un despertar para garantizar los derechos de los ciudadanos, especialmente los más débiles, y que la Ciencia nos beneficie a todos, como desean estos tres genios, Carmena, Pascual-Leone y Yuste que tanto se esfuerzan por hacer nuestra vida mejor.

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