La nueva epidemia a nivel mundial se llama obesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado la voz de alarma ante un problema que ya es causa de, al menos, 2,8 millones de muertes al año. Y las bebidas azucaradas están en el punto de mira.
Y es que desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. Según datos de la OMS, en 2016 más de 1.900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso (el 39%), de los cuales, más de 650 millones eran obesos (el 13%). En el caso de los niños y adolescentes las cifras ponen los pelos de punta: en los últimos cuatro decenios la prevalencia de la obesidad se ha multiplicado por diez (de 11 millones en 1975 a 124 millones en 2016) en edades comprendidas entre los cinco y los 19 años.
España no está al margen. En tan solo 20 años, la proporción de obesos se ha duplicado y la población infantojuvenil registra uno de los mayores porcentajes de Europa: el 9,6% de nuestros menores entre los dos y los 17 años superan el umbral del sobrepeso.
La diabetes tipo 2 en niños se ha quintuplicado
¿Pero qué está pasando? Parece obvio que los cambios en el estilo de vida tienen mucho que ver en este asunto. El sedentarismo y la disminución de la actividad física es una lacra de nuestra era digital. Y esto, unido al progresivo abandono de nuestra afamada dieta mediterránea con el aumento descontrolado del consumo de alimentos y bebidas de alto contenido calórico, ha propiciado el cóctel explosivo.
Las consecuencias para la salud de esta epidemia mundial son muy preocupantes. Algunas enfermedades metabólicas como la diabetes se han disparado en prevalencia (dos de cada tres individuos con Diabetes tipo 2 tienen un Índice de Masa Corporal mayor de 27), pero también en precocidad. Según recientes investigaciones, los casos nuevos de diabetes tipo 2 en menores se han quintuplicado en los últimos cinco años.
Y hay más. La obesidad supone también el factor de mayor impacto en la aparición de enfermedades cardiovasculares como la hiperlipidemia e hipertrigliceridemia, amén del incremento de casos de hipertensión arterial. Tiene, además, una influencia probada muy importante sobre otras patologías como los reumatismos, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.
Las bebidas azucaradas causan 185.000 muertes al año
Son muchas las investigaciones que en los últimos años señalan a los azúcares añadidos como culpables más frecuentes de este aumento de las enfermedades no trasmisibles. Un reciente artículo publicado en la revista Plos ONE llegó a la conclusión de que el consumo de bebidas azucaradas fue el responsable de aproximadamente 185.000 muertes al año (134.000 a causa de diabetes, 45.000 por enfermedad cardiovascular y casi 6.000 por cánceres).
“En términos alimentarios, el consumo regular de bebidas azucaradas y su introducción en la dieta es uno de los elementos que más significativamente ha contribuido al aumento de la tasa de obesidad”, explica el doctor Rodrigo Córdoba, coordinador del Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud de PAPPS de semFYC. “Hay que tener en cuenta que una lata de refresco contiene alrededor de 35 gramos de azúcar y se corresponde con 140 calorías”, continúa.
En efecto, según aclara María Elisa Calle, profesora del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública y delegada del Decano para Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Complutense de Madrid, “330 mililitros (una lata de bebida refrescante) contienen el equivalente a seis cucharadas de café de azúcar (más de 30 gramos), una bebida energética casi cinco cucharadas de café de azúcar (28 gramos) o una tónica unas cuatro y media (26 gramos)”. Es decir, si la recomendación de consumo de azúcares es de 30 gramos al día, con una sola lata de refresco con azúcar añadido ya estamos llegando o superando esa cantidad.
Sociedades científicas piden medidas fiscales urgentes
Así pues y tras un exhaustivo estudio, la OMS lanzó una recomendación global: aumentar los impuestos a las bebidas azucaradas para ayudan a reducir su consumo y la prevalencia de la obesidad, la diabetes tipo 2 y la caries dental. Según el informe, las políticas fiscales que conducen a un aumento de al menos el 20% del precio de venta al público de las bebidas azucaradas podrían redundar en una reducción proporcional de su consumo. Así se ha constatado ya con la implantación de estas medidas en países como México, Francia, Reino Unido o Dinamarca.
¿Y en España? Tan solo un año después de la instauración de un impuesto específico en Cataluña, la frecuencia de consumidores habituales de refrescos azucarados parece haber caído entorno al 25%, según apunta una investigación realizada por expertos de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ENS-ISCIII) en colaboración con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
El pasado mes de enero, el sector de las bebidas refrescantes oficializó su adhesión al Plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Otras Medidas 2017-2020, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). El compromiso es la disminución de un 10% del contenido de azúcar en las bebidas puestas en el mercado. Pero este pacto no convence a las sociedades científicas. Capitaneadas por la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), quince organizaciones médicas españolas insisten en la necesidad de adoptar medidas fiscales urgentes que ayuden a frenar esta epidemia.