El duro confinamiento no ha sido en balde, según el Estudio Nacional Epidemiológico, publicado en The Lancet, realizado para conocer la incidencia real de COVID-19 en la población española y la eficacia de la cuarentena. Pero los datos aportados por este trabajo, único hasta la fecha, aportan mucha más información para conocer la enfermedad. Por eso se realizarán nuevas oleadas en otoño y primavera. Así lo ha anunciado la directora del Instituto de Salud Carlos III, Raquel Yotti, en un coloquio celebrado en la Fundación Ramón Areces con el lema Estudio Nacional Epidemiológico COVID-19. ¿Qué hemos aprendido de los datos?
“Vamos a continuar monitorizando la pandemia. Hay muchos indicadores que se van a seguir utilizando. El Centro Europeo de Control de Enfermedades ha incluido el indicador de seroprevalencia como uno de los recomendados para conocer la evolución de COVID-19”, apunta la directora del Carlos III.
Los resultados del Estudio Nacional Epidemiológico concluyeron que el 5% de la población española ha tenido contacto con COVID-19 y ha desarrollado anticuerpos contra la enfermedad.
“Las tasas de prevalencia no cambian mucho por edad ni por sexo”, explica Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología y encargada de diseñar el estudio. “Casi todos los demás estudios realizados sobre COVID-19 se han realizado en personas hospitalizadas, mientras que en nuestro caso hemos sido los únicos que hemos estimado más la población de personas que han pasado la enfermedad sin síntomas: en este caso una de cada tres”.
Eficacia del confinamiento
El estudio ha demostrado la eficacia del confinamiento al detectar que en la primera oleada muchas personas y en la segunda o tercera ya no. También estudiaron los síntomas de diferentes tipos que daban positivo más allá de los más comunes de fiebre o tos, analizando sintomatología muy diversa e inespecífica.
Además, analizaron cómo cambiaba la seroprevalencia dependiendo de los síntomas que iban apareciendo. “Del estudio de los datos en las tres oleadas comprobamos que el virus sigue ahí y que es importante continuar con las medidas de protección”, continúa Pollán.
El trabajo, que ha realizado más de 200.000 pruebas diagnósticas a 60.000 ciudadanos elegidos al azar entre menores de un año y nonagenarios en tres oleadas distintas, ha implicado a 5.000 profesionales sanitarios de 2.400 ubicaciones distintas de todas las comunidades autónomas y a 29 laboratorios.
Pollán también ha aprovechado para agradecer la implicación de quienes contactaron al azar para participar en el trabajo. “Esperábamos que aceptara participar como mucho el 60% o el 66% y, en cambio, más del 75% de los contactados dijeron que sí. Después, el 90% de quienes participaron en la primera oleada volvieron a hacerlo en la segunda y tercera oleadas. También accedieron a aportar muestra de sangre”, añade.
Esfuerzo de los profesionales sanitarios
Este esfuerzo ha sido reconocido ya por la revista científica The Lancet, que le ha dedicado uno de sus artículos.
“Ha sido como fabricar el avión en pleno vuelo porque no existía el software que permitiera todo lo que queríamos hacer y además con unos datos especialmente protegidos”, explica Juan Fernando Muñoz Montalvo, subdirector General de Tecnologías de la Información del Ministerio de Sanidad.
Y es que, aparte del software, tuvieron que formar en procedimientos a las 5.000 personas que participarían en el trabajo, para lo que tuvieron que habilitar una plataforma de formación específica en muy poco tiempo.
El responsable técnico del estudio ha querido reconocer el papel clave que ha asumido la enfermería y el resto de profesionales sanitarios, que no solo han estado estos meses cuidando de los enfermos, sino trabajando en paralelo en este estudio para conocer mejor la enfermedad y así poder tomar decisiones que permitieran derrotarla.
Era necesario un confinamiento duro
España es el único país del mundo en el que se han obtenido datos del impacto real de COVID-19 en la población. Antes de realizarlo, había hipótesis con distintas predicciones basadas en modelos matemáticos.
“Ahora sí tenemos una medición que apunta a que la mayor parte de la población española (el 95%) no ha tenido exposición al virus o ese contacto no ha sido suficiente para desarrollar anticuerpos”, apunta Raquel Yotti. “Demuestra la eficacia de los meses de confinamiento. Era necesario ese confinamiento duro”.
Sabiendo que solo el 5% de la población ha tenido contacto con el virus, conocemos también la mortalidad que ha provocado ese 5%. Para el momento actual, sus conclusiones nos animan a mantener las medidas de prudencia y “nos sirve para estar seguros de que lo que hacemos está basado en datos y sobre algo real, medido, no se trata de una estimación. Porque las estimaciones nos pueden llevar a tomar decisiones que no son correctas”, concluye la directora del Instituto de Salud Carlos III.
Teniendo en cuenta toda la información recabada en las tres primeras oleadas del Estudio Nacional Epidemiológico, el equipo trabaja ya en la siguiente. Ya está sobre la mesa la idea de realizar una nueva ronda en otoño, en octubre, con los mismos participantes y repetirla cada tres meses, a principios de febrero y en el mes de mayo próximos.