
Más de 40 años lleva sorprendiendo el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, a investigadores y clínicos por su estrategia innata para rechazar la terapia antirretroviral y permanecer latente en el organismo. Ahora, científicos estadounidenses han demostrado que este retrovirus tiene la capacidad de engañar, de nuevo, y permanecer silente en un subconjunto de glóbulos blancos, conocidos como células mieloides, de seropositivos que han logrado superar la infección durante años.
Con la financiación y el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud, un equipo multidisciplinar de científicos y clínicos de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore (EE UU), utilizaron un innovador método cuantitativo para demostrar que el VIH en células mieloides específicas (monocitos de vida corta y macrófagos derivados de monocitos de vida más larga) puede reactivarse e infectar nuevas células. Los detalles de este avance biomédico se difunden en Nature Microbiology.
Paralelamente a este hallazgo, el AIDS Clinical Trials Group (ACTG), la red de investigación del VIH más grande del mundo, anuncia la publicación, en Journal of Infectious Diseases, de un estudio en el que encontraron que los niveles de ADN proviral intacto (ADN del VIH inactivo que puede ser capaz de replicarse) inicialmente decaen rápidamente, pero se ralentiza notablemente entre las personas con supresión viral que viven con el VIH y reciben terapia antirretroviral a largo plazo.
En este trabajo, sus autores, dirigidos por Rajesh T Gandhi, del Massachusetts General Hospital, perteneciente a la Universidad de Harvard, también descubrieron un aumento tardío en los niveles de ADN proviral entre algunas personas. Estos datos sugieren que si las tasas de descomposición durante la segunda fase pudieran acelerarse para aproximarse más a la primera fase, sería posible reducir el reservorio viral al grado necesario para lograr la remisión del VIH.
VIH latente en células mieloides

El hallazgo de la Universidad Johns Hopkins sugiere que las células mieloides contribuyen a un reservorio de VIH de larga duración, lo que las convierte en un objetivo importante pero pasado por alto en los esfuerzos para erradicar el virus del sida.
Como señala la profesora Rebecca Veenhuis, coordinadora de este estudio, “nuestros hallazgos desafían la narrativa predominante de que los monocitos tienen una vida demasiado corta para ser importantes en los esfuerzos de curación. Sí, las células tienen una vida corta, pero nuestros datos de seguimiento muestran que el VIH puede persistir en los monocitos durante varios años en personas con supresión viral. El hecho de que podamos detectar el VIH en estas células durante un período tan prolongado sugiere que algo mantiene en funcionamiento el reservorio mieloide”.
Es bien sabido que los medicamentos antirretrovirales son efectivos en el tratamiento del VIH porque evitan que el virus infecte nuevas células y se multiplique. Sin embargo, este retrovirus aún puede existir en células que se encuentran en un estado de reposo o latente. Las células T CD4, un tipo de glóbulo blanco, son el reservorio de VIH mejor estudiado hasta la fecha.
De ahí que identificarlos es fundamental para lograr la curación de estos pacientes, ya que el VIH latente puede reactivarse si los seropositivos abandonan el tratamiento antirretroviral.
Un trabajo laborioso con 30 voluntarios
Los monocitos son células inmunitarias que circulan en la sangre durante aproximadamente tres días antes de viajar a los tejidos en varias partes del cuerpo, incluido el cerebro, donde pueden madurar y convertirse en macrófagos. Hasta la fecha, no ha quedado claro si el VIH latente en estas células puede volver a activarse e infectar otras células.
En este sentido, la profesora Janice Clements, autora principal, explica que “lo que es realmente importante a largo plazo es entender cómo los monocitos contribuyen al reservorio de macrófagos tisulares. Si los monocitos pueden transportar virus al cerebro, los pulmones u otra parte del cuerpo e infectar a los macrófagos residentes que se autorrenuevan y viven casi indefinidamente, eso es un problema real”.
En este estudio los investigadores midieron primero el ácido desoxirribonucléico del VIH en células mieloides, en una muestra de 30 voluntarios seropositivos. Todos tenían supresión viral y habían recibido terapia antirretroviral durante, al menos, cinco años.
Encontraron niveles detectables de material genético del VIH en monocitos y macrófagos, aunque eran mucho más bajos que los observados en las células T CD4. En algunos pacientes, el material génico del VIH que se encuentra en los monocitos estaba intacto, lo que sugiere a los científicos que, si se reactiva, puede ser capaz de infectar otras células.
Luego utilizaron el nuevo método cuantitativo que desarrollaron para medir directamente la propagación viral del VIH que se encuentra en las células mieloides. Los investigadores aislaron monocitos de muestras de sangre tomadas de 10 participantes y nutrieron los monocitos en cultivos que contenían medicamentos antirretrovirales, para replicar el estado físico inicial de los voluntarios.
Después de que los monocitos se diferenciaron en macrófagos, este equipo introdujo un agente activador inmunológico y añadió glóbulos blancos frescos para permitir que el virus se propague a nuevas células.
VIH latente durante meses o años
Tras recolectar muestras de los cultivos celulares varias veces durante los siguientes doce días, incluyeron puntos de control a lo largo del proceso para garantizar que las células T CD4 infectadas no interfirieran con sus mediciones.
Los resultados mostraron que los cultivos de cinco de los 10 participantes tenían material genético del VIH detectable en macrófagos derivados de monocitos, que podrían reactivarse para infectar otras células y producir más virus.
Los participantes que tenían estos reservorios reactivables de VIH en macrófagos derivados de monocitos tenían niveles generales más altos de material de ADN del virus del sida.
Los datos de seguimiento de tres participantes demuestran que este reservorio puede ser de larga duración y albergar el VIH latente durante meses o varios años. Estos reservorios eran estables y podrían reactivarse con el tiempo, lo que indica que los macrófagos derivados de monocitos podrían contribuir al rebote viral si se interrumpe el tratamiento antirretroviral.
Como reconoce este equipo, el estudio que han protagonizado es pequeño pero muy significativo por lo que sugieren que estudios más grandes con grupos de participantes más diversos serán esenciales para estimar con precisión la proporción de personas que tienen el VIH latente en las células mieloides.
Además, el estudio de los mecanismos que reponen el reservorio de monocitos con el tiempo es el próximo paso crítico en esta investigación.
Llegados a este punto, el doctor Joshua A. Gordon, director del National Institute of Mental Health, opina que “estos hallazgos subrayan la importancia de ampliar el alcance de los esfuerzos para curar el VIH. Pasar de un enfoque único en las células T CD4 a pensar en ellas células y las células mieloides juntas, en contexto, impulsará el campo hacia estrategias más prometedoras para erradicar el VIH”.