El suicidio es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Los datos son aterradores, según la OMS más de 800.000 personas se quitan la vida en todo el mundo o, dicho de otra forma, cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo.
En España, según la última publicación del Instituto Nacional de Estadística y la Fundación Española para la prevención del suicidio, los suicidios contabilizados fueron 3.941 en 2021 y de 4.003 en 2022, de los cuales el 74,4% son hombres y el 25,6% son mujeres. Estamos hablando de que se suicidaron 2.982 hombres frente a las 1.021 mujeres, una media aproximada de 11 personas cada día y con un factor diferencial por género que realmente llama mucho la atención a cualquiera.
Comparativamente y para dar contexto a estos datos, según la DGT fallecieron por incidentes de tráfico 1.145 personas. La tasa de suicidios es tres veces superior a los siniestros mortales en las carreteras españolas, lo que nos da una dimensión del problema.
La estimación de suicidios que no se recoge en las estadísticas oficiales debido a la falta de evidencia estadística es un tema complejo en psicología y medicina forense. Para abordar esta cuestión desde un enfoque científico, es importante considerar las diferentes fuentes de información y métodos de investigación.
En muchos casos, es muy complejo rastrear indicios sobre posibles suicidios no reportados estadísticamente, casos de muertes que han sido clasificadas como accidentes o causas naturales o simplemente como es el caso de autopsias, que en casos en los que la causa de la muerte no está clara, y que los profesionales de la medicina forense no son concluyentes, puesto que estas autopsias implican una revisión exhaustiva de la historia clínica del individuo, entrevistas con familiares y amigos, y el análisis de notas, mensajes, redes sociales, diarios u otras evidencias escritas que puedan arrojar luz sobre las circunstancias de la muerte.
Por ello, la estimación de suicidios no reportados en las estadísticas oficiales es un desafío, pero el fondo de la cuestión es que, sin duda alguna, incrementan la tasa de mortalidad oficial que tenemos, aspecto que no queremos obviar por la importancia de la cuestión. Las estadísticas oficiales pueden no reflejar con precisión la magnitud de la realidad por la causa del suicidio.
Una realidad a la que no podemos escapar
El suicidio es un problema de salud pública global que plantea desafíos significativos para profesionales de la salud entre otros, un problema de carácter transversal.
A pesar de los avances en la comprensión de este fenómeno, existen casos que pueden clasificarse como suicidio silencioso, en los que las señales de alarma son menos evidentes. En este artículo, se analizarán las principales motivaciones del suicidio y se explorará si existe un tipo de suicidio que pasa desapercibido.
La estimación de suicidios que no se recoge en las estadísticas oficiales debido a la falta de evidencia estadística es un tema complejo en psicología y medicina forense. Para abordar esta cuestión desde un enfoque científico, es importante considerar varias fuentes de información y métodos de investigación.
La prevención del suicidio es un desafío complejo que requiere un esfuerzo conjunto de profesionales de la salud, de la psicología y la educación. Identificar las principales motivaciones del suicidio y reconocer la existencia de un suicidio silencioso nos permite abordar este problema de manera más efectiva. La concienciación, la educación y el acceso a servicios de salud mental son cruciales para prevenir el suicidio y salvar vidas.
No debemos de dejar a un lado los suicidios no identificados estadísticamente como tal. Es que es muy importante destacar que las estimaciones precisas de suicidios no reportados son difíciles de obtener debido a la naturaleza confidencial de este tema y las limitaciones en la recopilación de datos.
Sin embargo, se cree que un número significativo de suicidios no se informa o se subestima en las estadísticas oficiales por diversas razones. Estos suicidios no reportados habitualmente pueden incluir causas como:
- Suicidios encubiertos: En algunos casos, las muertes por suicidio pueden ser reportadas como accidentes, homicidios o causas naturales, especialmente si la familia o amigos no quieren que se conozca la verdadera causa.
- Falta de reconocimiento de signos de suicidio: Las señales de advertencia del suicidio pueden pasar desapercibidas o no ser reconocidas por profesionales de la salud, investigadores o incluso familiares y amigos. Esto puede llevar a que las muertes por suicidio se malinterpreten como resultado de otras causas.
- Temor al estigma: El estigma en torno al suicidio y la salud mental puede llevar a que las personas oculten o minimicen los problemas emocionales y las intenciones suicidas. El temor a ser juzgados o estigmatizado puede desalentar a las personas a buscar ayuda o hablar sobre sus pensamientos suicidas.
- Informes incompletos o erróneos: En algunos casos, las investigaciones pueden no ser exhaustivas o puede haber errores en los informes de suicidio, lo que lleva a una subestimación en las estadísticas.
- Suicidio silencioso: Se refiere a casos en los que las señales de advertencia son menos evidentes, lo que dificulta aún más la identificación y el registro de estos suicidios.
- Dificultades en la recopilación de datos: En algunas regiones o países, la recopilación de datos sobre suicidio puede ser deficiente o no estar bien organizada, lo que conlleva a la falta de información precisa.
Como es de suponer, debido a estas razones y otras muchas, las estimaciones varían ampliamente según la región y la calidad de los sistemas de registro. Para abordar este problema, es fundamental promover la concienciación sobre la importancia de la prevención del suicidio, reducir el estigma en torno a la salud mental y mejorar la formación de profesionales de la salud y la comunidad en la identificación de señales de advertencia.
Además, se deben establecer sistemas de registro más precisos y exhaustivos para comprender mejor la verdadera magnitud del suicidio y desarrollar estrategias eficaces de prevención.
¿Existe el ‘suicidio silencioso’? Características y perfiles
Aunque se han identificado factores de riesgo comunes, existen casos de suicidio en los que las señales de advertencia son menos obvias. Estos casos pueden incluir a personas que ocultan sus intenciones o sufren en silencio sin buscar ayuda. La estigmatización, el miedo al juicio y la falta de acceso a servicios de salud mental son barreras que contribuyen a este suicidio silencioso.
El término suicidio silencioso se utiliza para describir un tipo de suicidio en el que las señales de advertencia son menos evidentes o no son fácilmente reconocibles por parte de quienes rodean a la persona en riesgo. Aunque no existe una definición oficial, el concepto se utiliza para destacar la idea de que algunas personas pueden estar sufriendo en silencio y ocultando sus intenciones suicidas.
Podemos hablar, en primer lugar, de los comportamientos que muestran cómo las personas más vulnerables al suicidio silencioso suelen estar asociadas a algunas o varias características simultáneas, a saber:
- Falta habilidades de comunicación: Las personas en riesgo de suicidio silencioso a menudo tienen dificultades para expresar sus emociones y pensamientos suicidas. Pueden sentir que hablar sobre sus problemas es un signo de debilidad o temen ser juzgadas.
- Aislamiento social: Las personas en riesgo de suicidio silencioso suelen retirarse socialmente. Pueden distanciarse de amigos y familiares, lo que hace que sea menos probable que otros noten su sufrimiento.
- Dificultades para pedir ayuda: A menudo, las personas en riesgo de suicidio silencioso tienen dificultades para pedir ayuda, incluso cuando la necesitan desesperadamente. Pueden sentir que no hay nadie en quien confiar o que no serán comprendidas.
- Esconden sus emociones por encima de todo: Pueden ocultar sus emociones detrás de una máscara emocional, mostrando una apariencia de bienestar cuando en realidad están sufriendo internamente.
En segundo lugar, siempre existen perfiles de personas con condiciones mucho más propensas, débiles y vulnerables, perfiles que, por sus condiciones, los pensamientos y acciones suicidas a veces nos pueden pasar desapercibidas:
- Hombres de mediana edad: Los hombres de mediana edad tienen una mayor probabilidad de suicidio silencioso debido a la presión social para ser fuertes, independientes y reacios a buscar ayuda.
- Personas con problemas de salud mental no diagnosticados: Aquellas personas que padecen trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad, pero que no han sido diagnosticadas o tratadas, son más propensas al suicidio silencioso.
- Aislamiento social: Individuos que experimentan aislamiento social, ya sea debido a la falta de apoyo familiar o de amistades, cambios en las circunstancias de vida o la pérdida de relaciones significativas, pueden estar en mayor riesgo.
- Personas que experimentan estrés crónico: Aquellos que enfrentan un estrés crónico en su vida, como dificultades económicas, laborales o personales, pueden ser más vulnerables al suicidio silencioso.
- Adolescentes y jóvenes adultos: Si bien los adolescentes a menudo buscan ayuda en sus amigos, pueden también ser propensos al suicidio silencioso si sienten que no pueden hablar sobre sus problemas emocionales.
Y, en tercer lugar, en cuanto a las principales problemáticas en origen que pueden llevar a un suicidio silencioso del que poco se sabe, hablar de personas con:
- Problemáticas de carácter psicológico: La depresión, ansiedad extrema y trastorno bipolar y la esquizofrenia son afecciones de salud mental que a menudo están relacionadas con el suicidio. Las personas que las padecen pueden sentirse abrumadas por el dolor emocional y la desesperación, sumado a una incapacidad de afrontamiento límite.
- Problemas de relación: Conflictos familiares, aislamiento social y la pérdida de relaciones significativas pueden llevar a un aumento del riesgo de suicidio. La falta de apoyo emocional puede dejar a las personas vulnerables.
- Dificultades económicas: La presión financiera, los problemas económicos, la falta de empleo y la inseguridad económica pueden ser factores que desencadenen el suicidio.
- Abuso de sustancias: El abuso de drogas y alcohol puede empeorar la salud mental y aumentar el riesgo de suicidio.
Estas son, de un forma muy simplificada, algunas de las características psicológicas, motivaciones y condiciones ambientales que influyen en las personas que toman la decisión consciente de quitarse la vida.
Nuestro objetivo: salvar vidas
La prevención y la anticipación es una de las principales palancas para salvar vidas. Para anticiparnos a una decisión individual que conlleva la muerte, aunque parezca muy duro reflexionar en estos términos, todos deberíamos asumir cierto grado de responsabilidad en la medida que podemos identificar a estas personas de alto riesgo.
Sin duda alguna, prevenir el suicidio silencioso conlleva acciones desde diferentes perspectivas, potenciar la comunicación abierta, reducir el estigma en torno a la salud mental, mejorar el acceso a servicios de apoyo emocional y proporcionar educación sobre cómo reconocer las señales de riesgo.
Es importante destacar que cualquier persona, sin importar su perfil, puede estar en riesgo de suicidio silencioso, por lo que es esencial estar atentos a las señales de advertencia o favorecer cualquier elemento de apoyo cuando sea necesario. La identificación de personas en situación crítica y la anticipación son elementos clave.
Entendemos que existen varios ejes de trabajo, que sin duda alguna son fundamentales para trabajar en esta línea. Recomendaciones para profesionales de la psicología y la salud, la educación y en general de cualquier persona. Tres ejes fundamentales: educación, comunicación y servicios especializados.
En primer lugar, es necesario la educación sobre salud mental y potenciar la formación a los profesionales de la salud y la educación y, en general, a la sociedad, facilitar la capacitación en la identificación de signos de riesgo de suicidio. Estos elementos de educación sobre salud mental también deben incorporarse en los programas escolares y laborales.
El entrenamiento en habilidades y desarrollo de competencias de afrontamiento y resiliencia es fundamental para lidiar con el estrés y las dificultades, con la incertidumbre y con esos momentos en los que no encontramos ninguna salida y abandonamos, dejamos de luchar por un propósito o algo que dé sentido a seguir viviendo.
En segundo lugar, es clave, desde todos los ámbitos, favorecer la comunicación, eliminar el estigma social asociado y promover un ambiente en el que las personas se sientan seguras para hablar sobre sus problemas emocionales. La apertura y la empatía son fundamentales.
Educación, comunicación y como no puede ser de otra forma, en tercer lugar, un acceso a servicios de salud mental preferencial. Es crucial el acceso a servicios de salud mental inmediato y especializado. Esto representa, como hemos dicho ante, la reducción de la estigmatización asociada a la búsqueda de ayuda.
Puesto que los colectivos están identificados, la detección temprana y la intervención pueden y deben de ser especializados. Es determinarte estar atentos a cambios en el comportamiento y proporcionar apoyo cuando sea necesario.
Estamos ante una realidad que ciertamente es abrumadora, un grave problema de salud pública, según la OMS se estima que más de 703.000 personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo anualmente en todo el mundo, que en España lo hacen aproximadamente 4.000, asumiendo que no todos los casos forman parte de esta estadística.
Es una problemática que puede ocurrir a cualquier edad, un problema que fue la cuarta causa de mortalidad en el grupo de 15 a 29 años en todo el mundo y que no sabe de clases sociales puesto que no sólo ocurren en los países de altos ingresos, sino que es un fenómeno que afecta a todas las regiones del mundo.
Los avances en la ciencia siguen dando sus resultados. Neurocientíficos estadounidenses han identificado un marcador cerebral que advierte del futuro riesgo de suicidio, hallazgo que sin duda alguna favorecerá tratamientos esperanzadores, pero a corto plazo forma parte de la responsabilidad colectiva tomar conciencia y actuar con los medios de que disponemos.
La implicación colectiva e institucional a la hora de afrontar este problema es fundamental, porque de ello puede depender salvar la vida o no de personas que han dejado de encontrarle sentido.
Estamos ante un problema que se puede prevenir y actuar, puesto que contamos con las evidencias, la información y estamos con las mejores condiciones de la historia de la Psicología.