
Científicos de la Universidad sueca de Uppsala han concluido el estudio oncológico más completo que, hasta ahora, se ha realizado con más de dos millones doscientas mil personas que vivían al norte de Suecia cuando, en 1986, se registró la gran catástrofe en la central nuclear de Chernobyl.
El 26 de abril de 1986, a la 1.23 am (hora local), se produjo una explosión de vapor en el reactor número 4 de esa central nuclear, entonces territorio de la antigua URSS (ahora, Ucrania), que provocó una gran liberación de material radiactivo.
Esas emisiones radiactivas continuaron hasta el 6 de mayo, cuando los trabajadores lograron enfriar el núcleo del reactor y las emisiones casi cesaron. Este accidente nuclear propagó grandes dosis de radiactividad en Suecia y Europa.
Ahora, en el estudio observacional que aparece en Environmental Epidemiology, los resultados muestran un ligero aumento de la incidencia de cáncer de colon, páncreas y estómago en los hombres y un cierto aumento de linfomas en las mujeres.
Sin embargo, el aumento de los riesgos es pequeño y no puede traducirse en un riesgo individual, afirman los investigadores, al tiempo que hacen hincapié en que es importante interpretar los resultados epidemiológicos con cautela.
Los científicos han utilizado métodos de cálculo nuevos y más específicos para mostrar la conexión entre la dosis de radiación y ciertos tipos de cáncer.
Accidente de Chernobyl
Se trata de un seguimiento longitudinal que abarca a todos los habitantes (2,2 millones) que vivían en nueve condados de Suecia en 1986 (Norrbotten, Dalarna, Södermanland, Jämtland, Västmanland, Gävleborg, Västerbotten, Uppsala y Västernorrland).
En estos condados, se encuentran personas con diferentes dosis de radiación procedente de la lluvia radiactiva de Chernobyl, causada por la ingestión de alimentos contaminados y de la superficie del suelo, monitoreadas por el Registro Nacional del Cáncer hasta el 31 de diciembre de 2020.
Seguimientos anteriores realizados en Suecia, el más reciente en 2010, han mostrado un cierto aumento global de todos los cánceres relacionados con el suelo.
Para el profesor Martin Tondel, investigador principal que trabaja en el Departamento de Ciencias Médicas de la Universidad de Uppsala y en su hospital universitario, “la gran diferencia con respecto a esos estudios es que ahora hemos desarrollado e implementado un programa de cálculo de dosis, para calcular las dosis de radiación en los distintos órganos del cuerpo a partir del suelo y los alimentos”.
En el estudio, en el que han colaborado también las universidades de Lund y Gotemburgo, los investigadores compararon las dosis de radiación calculadas del suelo y de diferentes alimentos en distintos órganos del cuerpo con la incidencia de diferentes formas de cáncer. También ajustaron factores potencialmente influyentes, como la incidencia subyacente del cáncer en los condados antes del accidente de Chernobyl, la vida en áreas urbanas/escasamente pobladas, el nivel educativo, la edad y el género.
Los investigadores reconocen que “no se pudo descartar que sigan existiendo factores de confusión no controlados, debido al estilo de vida de los cazadores”. Así, subrayan que “hemos identificado que el estilo de vida de caza puede haber influido en nuestros resultados, lo que significa que podremos sacar conclusiones aún más fiables en futuros estudios”.
Cáncer infantil de tiroides en Bielorrusia y Ucrania
Como se recuerda en este estudio, a partir de 1990, se observó una tendencia al aumento de la incidencia de cáncer de tiroides en niños de Bielorrusia y Ucrania. Estudios epidemiológicos posteriores confirmaron que “este incremento en el cáncer de tiroides infantil estaba relacionado con la dosis absorbida en la glándula tiroides de liberación radiactiva tras el accidente, cuyo riesgo sigue aumentando 30 años después”.
Ahora, este equipo multidisciplinar ha ampliado este estudio para incluir mujeres y niños “y hemos extendido el período de seguimiento a cinco años, hasta el 31 de diciembre de 2020. Además, hemos refinado nuestro modelo de dosis de radiación para que ahora sea posible estimar la dosis absorbida para cada órgano del cuerpo. De especial interés son los análisis de cohortes de nacimientos del cáncer de tiroides, que no se habían realizado anteriormente en Suecia”.
Destacan igualmente que han incluido el aporte por inhalación y la ingestión de leche al evaluar la dosis absorbida en la glándula tiroides, e incluir análisis de cohortes de nacimiento específicos por sexo.
Un dato curioso es que el primer indicio del accidente nuclear de Chernobyl provino de la central nuclear sueca de Forsmark, a 150 kilómetros al noreste de Estocolmo, a las 07.00 horas del 28 de abril, cuando a los trabajadores se les impidió entrar a la planta para el turno de mañana debido a la alta contaminación radiactiva registrada en sus zapatos.
Las mediciones de radiactividad en exteriores mostraron valores de entre tres y cinco veces más altos que en el entorno natural. Ocho horas más tarde, a las 15.30 horas, se concluyó que la radiación no procedía de la central nuclear de Forsmark.
Por último, subrayar que hasta aproximadamente el 10% de la cantidad total de cesio radiactivo liberado en Chernobyl se depositó en Suecia.