‘Síndrome de La Habana’, mezcla de miedo y trauma emocional
El 'Síndrome de la Habana' se diagnosticó entre miembros del personal de la embajada de EE UU en la capital cubana entre finales de 2016 y junio de 2018. Foto: Andy Leung

Los síntomas parecidos a una conmoción cerebral, entre ellos dolor de cabeza, mareos, náuseas y fatiga, se diagnosticaron inicialmente como Síndrome de la Habana entre miembros del personal de la Embajada de EE UU en la capital cubana, entre finales de 2016 y junio de 2018.

El Departamento de Estado los describió como «síntomas confirmados médicamente» y los facultativos del Gobierno sospecharon que se debían a la potente actividad de un dispositivo sónico. Los análisis de los afectados, sin embargo, no han sido concluyentes y sí contradictorios.

Una serie similar de síntomas se constataron también en unos 25 diplomáticos canadienses, durante el mismo periodo de tiempo.

El doctor Robert Bartholomew, autor principal del estudio publicado en Journal of the Royal Society of Medicine, asegura que el Síndrome de La Habana es más parecido al Shell shock con síntomas paralelos asociados con el trauma de guerra. «Un rasgo característico de los síndromes de combate durante el siglo pasado –detalla- es la aparición de una serie de quejas neurológicas de un sistema nervioso sobreestimulado que comúnmente se diagnostican erróneamente como conmociones cerebrales y daño cerebral».

Epidemia de enfermedad psicógena

En este sentido, añade que «una característica distintiva fueron los síntomas de conmoción cerebral. Al igual que ahora, su apariencia inicialmente desconcertó a los médicos hasta que una revisión más cuidadosa de los datos determinó que lo que estaban viendo era una epidemia de enfermedad psicógena. De hecho, algunas de las descripciones de hace 100 años son prácticamente idénticas, hasta el uso de la frase síntomas similares a una conmoción cerebral«.

En este informe también participó el doctor Robert W. Baloh, director del Laboratorio de Neurología del Centro Médico de la Universidad de UCLA. Los autores describen a los diplomáticos que enfermaron como participantes en una continuación de la “guerra fría, que vivían en un país extranjero hostil donde estaban bajo vigilancia constante», comentan.

«Entre finales de 2016 y 2017, el personal de La Habana vivía en un caldero de estrés e incertidumbre, en medio de los rumores sobre una enigmática arma subsónica”, explican los investigadores.

Estudios sobre el ‘Síndrome de La Habana’ plagados de errores

«La evidencia política y científica de la perpetración de un ataque contra el personal de la embajada de Estados Unidos en Cuba no es concluyente«, escriben. Y se preguntan: «¿Qué es lo más probable, que los diplomáticos fueran el blanco de una nueva arma misteriosa para la cual no hay evidencia concreta, o que sufrieran síntomas psicógenos generados por el estrés? La evidencia apunta abrumadoramente a esta última».

Por último, recuerdan que «hasta la fecha, se han realizado cuatro estudios separados del Síndrome de La Habana. Cada uno tiene fallos críticos de diseño, incluido el uso de controles inapropiados, conclusiones infladas y una falta de evidencia de exposición a una fuente de energía o toxina”, apuntan.

“Ninguno prueba adecuadamente las hipótesis que proponen, al tiempo que promueven explicaciones exóticas que no están respaldadas por los hechos. Nuestras conclusiones se basan en la ciencia prosaica y conocida. No hay necesidad de recurrir a explicaciones exóticas», concluyen.

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