El óxido nítrico retrasa la progresión de COVID-19: recordando al profesor Moncada
El óxido nítrico es prometedor como agente terapéutico para controlar la replicación y la rápida propagación del SARS-CoV-2. Imagen: mattthewafflecat

En un nuevo estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad George Whasington (GW), se concluye que el óxido nítrico es prometedor como agente terapéutico para controlar la replicación y la rápida propagación del SARS-CoV-2.

El óxido nítrico es una molécula antimicrobiana y antiinflamatoria con funciones clave en la función vascular pulmonar, en el contexto de infecciones virales y otras enfermedades pulmonares.

En la infección por SARS-CoV-1, que condujo al brote de SARS (síndrome respiratorio agudo severo) en 2003, el óxido nítrico inhibió la replicación viral por reacciones citotóxicas a través de intermedios como el peroxinitrito.

Se trata de uno de los varios tratamientos potenciales para COVID-19 que figuran en el programa de acceso ampliado de emergencia de la Administración de Drogas y Alimentos de EE UU (FDA).

Para el profesor Adam Friedman, especialista en Dermatología de la GW y miembro del equipo de científicos que ha publicado este trabajo en Nitric Oxide, esta molécula “juega un papel clave en el mantenimiento de la función vascular normal y la regulación de las cascadas inflamatorias que contribuyen a la lesión pulmonar aguda (ALI) y al síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA)”.

Como se sabe, los coronavirus son virus de ácido ribonucleico (ARN) que infectan principalmente a las aves o al ganado, pero pueden mutar para ser altamente infecciosos y letales para las personas.

Ante la ausencia de un tratamiento específico y la alta tasa de mortalidad que está produciendo el nuevo coronavirus, es una necesidad urgente encontrar terapias que puedan controlar la replicación y su rápida propagación.

Oxido nítrico inhalado: mejores resultados clínicos

Este equipo de investigadores estadounidenses, dirigido por Nagasai Adusumilli, revisó datos de 1993 a 2020 sobre la patogénesis de los coronavirus y el uso de óxido nítrico como tratamiento para enfermedad respiratoria.

Los autores destacan el potencial de óxido nítrico inhalado, que contribuye a mejores resultados clínicos.

A medida que los científicos continúan publicando más resultados con sus respectivas plataformas de óxido nítrico, estos investigadores de la Universidad George Washington recomiendan que las dosis y las variaciones del protocolo se examinen al evaluar los estudios.

Como señala el profesor Friedman, “con la aparición de COVID-19 como una pandemia con la capacidad de colapsar la infraestructura de atención médica, los pacientes tienen una necesidad apremiante de agentes efectivos que puedan retrasar la enfermedad”.

Este científico ha colaborado con el coautor principal del trabajo, Joel Friedman, que dicta clases de fisiología y biofísica en el Colegio de Medicina Albert Einstein, en investigaciones relacionadas con el uso de óxido nítrico en una amplia gama de indicaciones médicas durante 20 años. Juntos, desarrollan terapias basadas en óxido nítrico contra COVID-19.

A propósito de Salvador Moncada

Salvador Moncada
Salvador Moncada. Foto: Fundación Lilly

En círculos científicos españoles todavía se recuerda con pena la desastrosa gestión que protagonizaron, desde el Partido Popular, varios altos cargos del Ministerio de Sanidad, incluyendo a su máxima autoridad, cuando, en el año 2004, cuestionaron la gestión del investigador hondureño Salvador Moncada, premio Príncipe de Asturias de Investigación, que había aceptado la gestión del entonces futuro Centro de Investigaciones Cardiovasculares (CNIO), que ahora preside, a caballo entre Nueva York y Madrid, el cardiólogo Valentín Fuster.

Unos billetes de avión en clase preferente fueron utilizados, con gran desacierto en mi opinión, por un alto cargo popular contra el afamado científico, descubridor de la función del óxido nítrico en el cuerpo humano. Llovía sobre mojado, porque al profesor Moncada le habían robado, literalmente hablando, el Nobel de Medicina. Pero esa es otra historia, que ya recordaremos en su momento.

La situación la viví en primera persona con el profesor Salvador Moncada, que tres años antes era recibido con bandera, banda y música, por el Gobierno del Partido Popular.

Cuando le entrevisté en exclusiva para ABC, el profesor Moncada reconoció que se sentía herido “por las acusaciones de irregularidades en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares”. Insistió en recordar, como publicó ese periódico el 6 de junio de 2004, que “nunca fui a España a buscar trabajo. El entonces ministro de Sanidad y Consumo, José Manuel Romay, -recuerda- me invitó a gestionar un proyecto. No se ha producido ninguna irregularidad financiera, ni malversación de fondos. Siempre he actuado dentro de las directrices que ha fijado el Ministerio de Sanidad”.

Varios despachos de Agencias de noticias difundieron días antes un resumen del informe de fiscalización aprobado por el Tribunal de Cuentas sobre Fundaciones del sector público, entre ellas la del Centro de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), adscrita al Instituto Carlos III, que asesoraba el profesor Moncada.

En ese informe se habla de “irregularidades” y “deficiencias” en contrataciones entre 1999 y 2002.

Cuatro ministros sin resolver

El profesor Moncada no entendía por qué se había difundido ese documento, “ya que tiene varios meses de antigüedad”, como explicó. “Sinceramente creo -dijo a ABC- que se trata de una cuestión política y si lo ha filtrado el Ministerio de Sanidad y Consumo quiero saber por qué lo ha hecho”, matizó. “Me da la impresión -siguió diciendo el profesor Moncada- que se trata de una persecución política contra la Fundación CNIC. Todas las auditorías que se han realizado son impecables, igual que mi actuación”.

Este investigador hondureño que sigue dirigiendo el prestigioso Instituto Wolfson, en Londres, ha estado dos veces a las puertas del premio Nobel por sus trabajos sobre el papel que desempeña el óxido nítrico en el organismo humano, que ha revolucionado el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y la impotencia, entre otras.

Hacía entonces especial hincapié en subrayar que “la ciencia no se crea en un periodo político. Se necesitan ideas claras y estrategias definidas sobre lo que se quiere hacer y luego tomar las decisiones adecuadas. Lo que ha sucedido es claramente irresponsable. Los científicos españoles deberían darse cuenta de que se está haciendo un juego político y reconozco que todavía no sé porqué surge”.

Inmerso en esa perplejidad que puso de relieve en la entrevista, el profesor Moncada tampoco entendía cómo, con respecto a este ambicioso Centro de Investigación, «Celia Villalobos no pensaba como Romay, ni tampoco éste como Ana Pastor. Y, en estos momentos, tampoco sé lo que opina al respecto la ministra Elena Salgado que, por cierto, estoy esperando mantener con ella una conversación desde que se hizo cargo del Ministerio de Sanidad y Consumo”, explicó.

“No lo entiendo -insistió el profesor Moncada-, cada ministro piensa de una forma. Me inclino a creer que existe la intención de torpedear este proyecto y de decirme que me vaya de España, pero sinceramente opino que esto se debía haber hecho de una forma más elegante”.

En cualquier caso, el profesor Moncada tenía muy claro que, tras lo sucedido, “no estoy dispuesto a dejar todo lo que tengo en Londres para ir a trabajar a España”. Y fue más tajante al afirmar que “el proyecto de la Fundación Centro de Investigaciones Cardiovasculares lo gestiono yo, y no un gerente de tercer nivel”.

Ya para terminar dos pinceladas sobre Salvador Moncada. Nació en Tegucigalpa (Honduras) en 1944. Está considerado como uno de los mayores expertos en óxido nítrico, sustancia implicada en numerosos procesos biológicos del organismo. Sigue siendo uno de los 25 investigadores más citados del mundo, según el Instituto de Información Científica de Filadelfia.

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