
Los asmáticos y los diagnosticados con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) utilizan unos dispositivos (inhaladores) para que el medicamento que se les ha recetado por un clínico llegue a sus pulmones. Pero hay pacientes respiratorios que no pueden utilizar algunos de estos ingenios portátiles, por el mecanismo necesario para su inhalación.
Entre los distintos tipos de inhaladores que están comercializados en Europa y, por tanto, en España hay dos que centran la controversia científica de estos colectivos. Se trata de los denominados presurizados de dosis medida (pMDI) y los de polvo seco (DPI). Los primeros utilizan gases fluorados en su interior, como propelente, para que el fármaco llegue a los pulmones y se distribuya correctamente con mayor facilidad y precisión. Los segundos (DPI), a pesar de no contener este propelente, requieren de una técnica de inhalación concreta para cada uno de ellos y un mínimo de capacidad pulmonar para poder inhalar el medicamento.
Los detractores de los pMDI argumentan que deterioran el medio ambiente y que hay que reducir su uso drásticamente hasta dejar de comercializarlos, pero no es tan sencillo como parece ya que hay muchos pacientes diagnosticados con asma o EPOC que, por su limitada capacidad pulmonar y la mayor dificultad de la técnica de inhalación, les resulta fácil acceder a los fármacos con ellos. Como coinciden en argumentar muchos clínicos, no sería apropiado retirarlos del mercado de golpe. La European Respiratory Society (ERS) también alerta sobre las consecuencias en salud de forzar un cambio de dispositivo a pacientes bien controlados.
Por otro lado, los fabricantes de estos dispositivos pMDI están trabajando en la consecución de novedosos productos que, manteniendo las ventajas para los pacientes que presentan los dispositivos que emplean propelentes, lo hagan de forma respetuosa con el medio ambiente, en la misma medida que los DPI. Parece ser que en un periodo de tiempo no superior a tres años se tendrían estos ingenios en el mercado.
Impacto en pacientes asmáticos con inhaladores
Sobre las consecuencias de sustituir de forma masiva los inhaladores pMDI en el tratamiento y control de la enfermedad para un elevado número de pacientes españoles, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) remitió el pasado año un documento oficial, a petición del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, a sociedades científicas, asociaciones de pacientes y fabricantes para limitar drásticamente su uso.
En esta misma línea, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) hizo pública la Alianza Médica contra el Cambio Climático, documento que se refiere a los inhaladores presurizados y a la necesidad de promover el cambio de dispositivo a la práctica totalidad de los pacientes de asma y EPOC.
En cualquier caso, la seguridad para los pacientes es lo que debe primar antes que cualquier medida medioambiental, como han comentado a Biotech Magazine & News varios especialistas en Neumología.
Así las cosas, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica hizo público su posicionamiento en la última edición de Ágora Espacio Asma 2021, que coincide con la Aemps, en el sentido de que no puede realizarse ese cambio en todos los pacientes, sino que se deben llevar a cabo analizando el impacto en los asmáticos afectados.
Y todo esto sin olvidar que, como es bien sabido por los investigadores y clínicos, este tipo de medicamentos no son intercambiables, ya que el correcto uso de estos por parte de los pacientes influye en la eficacia final de los fármacos.
Sobre el impacto en el medio ambiente de estos inhaladores que llevan en su interior gases fluorados, en un estudio publicado en British Medical Journal se puntualiza que el uso de inhaladores pMDI representa menos del 0,1 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La UE contempla la excepción de los gases fluorados farmacéuticos
En este trabajo se subraya cómo el cambio de propelentes actuales a otros de bajo impacto de calentamiento global (GWP, por sus siglas en inglés) permitirá reducir considerablemente la huella de carbono de los inhaladores presurizados, manteniendo el acceso a este tipo de dispositivos de aquellos pacientes que los necesiten.
Además, señala esta transición como la medida más eficiente frente a otras comparadas en el análisis, como el cambio de dispositivo, que podría ser contraproducente para los pacientes y el medio ambiente al poder provocar un empeoramiento del control de sus enfermedades.
El objetivo de este estudio, en el que ha participado el doctor Nicolas Roche, del Centro de hospitales APHP adscrito a la Universidad de París, era establecer hasta qué punto diferentes escenarios conducían a reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con el uso de inhaladores y sus implicaciones clínicas. En el trabajo se examinaron varios escenarios en Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España.
Asimismo, debido a la importancia que a día de hoy tienen estos gases en el ámbito de la salud, la Unión Europea contempla los gases fluorados de uso farmacéutico como excepción en el programa de reducción de emisiones en 2030.
Concretamente, el Reglamento de la UE 517/2014 en vigor establece la reducción gradual de la utilización de gases fluorados, debido a su efecto invernadero, pero contempla la exención de estos gases cuando se trata de un uso farmacéutico.