Cien años después del hallazgo de la insulina todavía hay 50 millones de personas que no tienen acceso a ella
El premio Nobel de Medicina de 1923 reconoció los trabajos de los canadienses Frederick Grant Banting y John James Rickard Macleod, de la Universidad de Toronto, que dos años antes se materializaron en el descubrimiento de la insulina. Imagen: Insulin100

Cien años después del descubrimiento de la insulina como terapia para la diabetes tipo 1, y a pesar de los avances en su administración en los últimos 20 años, tan solo una minoría de niños y adultos con esta disfunción logra niveles adecuados de control glucémico.

Cuando hace poco más de un siglo a una persona se le diagnosticaba diabetes se traducía en una fatalidad ya que no hubo tratamiento hasta 1921, cuando se descubrió la insulina. A partir de entonces, la insulina transformó a la diabetes 1 en enfermedad crónica.

Número especial de ‘Science’ sobre la diabetes tipo 1, publicado el 30 de julio. Foto: Science

Es bien sabido que la diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune, en la que las células T atacan y destruyen las células beta (β) productoras de insulina en los islotes pancreáticos. En otras palabras, la enfermedad aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina para controlar los niveles de glucosa en sangre.

Hace relativamente poco tiempo que los investigadores constataron que factores génicos y ambientales aumentan el riesgo de padecerla, al comprometer la homeostasis inmunológica.

Con ocasión de esta importante efeméride científica, Science acoge en un número especial, coordinado por Yevgeniya Nusinovich, una serie de estudios en los que distintos equipos detallan los avances científicos que han ampliado la comprensión de esta enfermedad desde el hallazgo de la insulina en 1921.

Yevgeniya Nusinovich es editora senior del órgano oficial de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), especialista en genética del cáncer, enfermedades metabólicas, endocrinología y otras áreas de la biomedicina.

Izpisúa y su trabajo con células madre

Llegados a este punto, hoy es de justicia recordar que, el pasado mes de junio, un equipo de investigadores estadounidenses del Instituto Salk, dirigidos por el español Juan Carlos Izpisúa Belmonte, dio un importante paso hacia la terapia con células madre para la diabetes tipo 1.

En esta imagen aparecen células beta funcionales elaboradas a partir de células madre pluripotentes humanas. La insulina (rojo) y NKX6.1 (verde) indican dos proteínas producidas por las células beta. Foto: Salk Institute

Su trabajo, publicado en Nature Communications, demuestra cómo se optimiza la producción de células productoras de insulina a partir de células madre.

El equipo del profesor Izpisúa, en La Jolla (San Diego), trabaja en un enfoque novedoso, ya que analiza la viabilidad de utilizar células madre para crear células productoras de insulina (células beta) que podrían reemplazar a las células pancreáticas no funcionales.

Como explica el profesor Izpisúa, “las células madre son un enfoque extremadamente prometedor para desarrollar muchas terapias celulares, incluidos mejores tratamientos para la diabetes tipo 1”.

Diabetes tipo 1 e insulina

En este número especial de Science, Jeffrey Bluestone, de la Universidad de California en San Francisco, recuerda que en esta enfermedad autoinmune las células T atacan y destruyen las células beta productoras de insulina en los islotes de Langherans, en el páncreas.

En su trabajo, insiste en que una serie de factores génicos y ambientales aumentan el riesgo de padecer diabetes tipo 1, al comprometer la homeostasis inmunológica. Aunque el descubrimiento y el uso de la insulina ha transformado el tratamiento de la enfermedad, esta terapia no cambia la enfermedad subyacente ni previene por completo las complicaciones.

Durante las últimas dos décadas, la Ciencia ha identificado múltiples tipos de células inmunes y factores solubles que destruyen las células beta productoras de insulina. Estos conocimientos sobre la patogénesis de la enfermedad han permitido el desarrollo de terapias para prevenir y modificar la enfermedad.

En esta revisión, Bluestone se refiere a los eventos clave que inician y mantienen la inflamación de los islotes pancreáticos en la diabetes tipo 1, el estado actual de las terapias inmunológicas y sus ventajas para el tratamiento de la enfermedad.

En otro análisis centrado en la posibilidad de la terapia celular para la diabetes tipo 1, donde las células implantadas pueden detectar, responder y controlar de manera inherente las concentraciones de glucosa en sangre, Todd M. Brusko, director científico del Instituto de Diabetes de la Universidad de Florida, destaca los avances en la biología de las células madre y el diseño del lugar apropiado para el injerto.

Finalmente, Bruce Perkins, de la Universidad de Toronto, se refiere en su trabajo a los desafíos para controlar la enfermedad. En su opinión, el mayor impacto para mejorar los resultados vendrá en un futuro próximo al combinar nuevas moléculas farmacológicas con los actuales métodos de administración de insulina.

Insulina y diabetes: un premio Nobel controvertido

El premio Nobel de Medicina de 1923 reconoció los trabajos de los canadienses Frederick Grant Banting y John James Rickard Macleod, de la Universidad de Toronto, que dos años antes se materializaron en el descubrimiento de la insulina.

Y así, el 6 de agosto de 1921, una perra de nombre Marjorie fue el primer animal que recibió esta hormona. Banting le había extirpado el páncreas. El siguiente paso fue administrar insulina a una persona. Tras un intento fallido, el éxito coronó la prueba con un adolescente de 14 años, Leonard Thompson, que recibió insulina en enero de 1922.

Como datos curiosos, recordar que Charles H. Best, discípulo de Banting, le ayudó en todo momento en sus investigaciones pero el Instituto sueco Karolinska no consideró que debía compartir también el preciado galardón. Sin embargo, la generosidad primó por encima de todo y Banting repartió el importe de lo que le correspondió del Nobel con Best.

Y ya, por último en este capítulo, destacar la polémica que suscitó la concesión de este premio Nobel de Medicina, ya que los estadounidenses Ernest Lyman Scott y John R. Murlin, así como el alemán Georg L. Zuelzer y el rumano Nicolae C. Paulescu reclamaron para ellos este premio. A estas protestas se unió también Charles H. Best, discípulo de Banting.

Pero esto es otra historia que ya habrá ocasión de recordar, así como los experimentos pioneros entre los años 1890 y 1919 en el tratamiento de la diabetes experimental, con la administración de implantes subcutáneos de tejido pancreático a un grupo de perros pancreatomizados.

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