
Con tecnología no invasiva, científicos austriacos han demostrado que beber alcohol durante la gestación afecta a la estructura del cerebro del feto y retrasar el desarrollo del neonato. Está demostrado científicamente que cuando una embarazada ingiere alcohol, éste atraviesa fácilmente la placenta hacia el feto.
En las conclusiones de nuevo estudio con resonancia magnética, Patric Kienast, de la Universidad de Viena (Austria), reveló hoy, en el marco de la reunión anual de la Radiological Society of North America (RSNA) que tiene lugar en Chicago (EE UU), que el consumo de alcohol, incluso en cantidades bajas a moderadas durante el embarazo, cambia la estructura del cerebro del bebé y puede retrasar su desarrollo.
El profesor Gregor Kasprian, director del estudio, opina que “la resonancia magnética fetal es un método de examen altamente especializado y seguro que permite hacer afirmaciones precisas sobre la maduración cerebral prenatal”.
Es bien sabido que si una embarazada consume alcohol, expone al feto a una serie de trastornos que se conocen como del espectro alcohólico fetal. Los neonatos con estos trastornos pueden tener discapacidades de aprendizaje, problemas de comportamiento o retrasos en el habla y el lenguaje.
En este estudio, los investigadores austriacos analizaron los resultados de exámenes de resonancia magnética de un total de 24 fetos con exposición prenatal al alcohol. Los fetos tenían entre 22 y 36 semanas de gestación en el momento de realizar esta prueba no invasiva.
La exposición al alcohol se determinó mediante encuestas anónimas a las madres. Los cuestionarios utilizados forman parte del Pregnancy Risk Assessment Monitoring System (PRAMS), un proyecto de vigilancia de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los departamentos de salud, y el T-ACE Screening Tool, una herramienta de medición de cuatro preguntas que identifica el consumo de riesgo.
Feto con exposición al alcohol
En los fetos con exposición al alcohol, la puntuación de maduración total fetal (fTMS) fue significativamente menor que en los controles de la misma edad y el surco temporal superior derecho (STS) fue más superficial.
Como señalan estos investigadores, el STS se involucra en la cognición social, la integración audiovisual y la percepción del lenguaje. “Encontramos los mayores cambios en la región temporal del cerebro y STS. Sabemos que esta región, y en concreto la formación del STS, tiene una gran influencia en el desarrollo del lenguaje durante la infancia”, apunta el profesor Kasprian.
También observaron cambios cerebrales en los fetos, incluso con niveles bajos de exposición al alcohol. Diecisiete de las 24 embarazadas reconocieron que bebían alcohol con relativa poca frecuencia, con un consumo promedio de menos de una bebida alcohólica por semana. Kienast confirma que pudieron detectar cambios significativos en estos fetos, basados en resonancias magnéticas prenatales.
Tres embarazadas consumían de una a tres bebidas por semana y dos, de cuatro a seis por semana. Incluso una reconoció que consumía un promedio de 14 bebidas por semana. Seis madres también reportaron al menos un evento de consumo excesivo de alcohol (más de cuatro bebidas en una ocasión) durante el embarazo.
Según los investigadores, el retraso en el desarrollo del cerebro fetal podría estar específicamente relacionado con una etapa retrasada de mielinización y en el proceso por el que se produce el plegamiento cortical, característico de la corteza cerebral. Este proceso se conoce con el nombre de girificación.
Retraso en el desarrollo del cerebro
El proceso de mielinización es fundamental para el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. La mielina protege las células nerviosas, lo que les permite transmitir información más rápido. Los hitos importantes del desarrollo de los bebés, como darse la vuelta, gatear y el procesamiento del lenguaje, se relacionan directamente con la mielinización.
La girificación se refiere a la formación de los pliegues de la corteza cerebral. Este plegamiento amplía el área superficial de la corteza con espacio limitado en el cráneo, lo que permite un aumento en el rendimiento cognitivo. Cuando disminuye la girificación, se reduce la funcionalidad.
Kienast hace hincapié en que, como han demostrado, “incluso niveles bajos de consumo de alcohol pueden provocar cambios estructurales en el desarrollo del cerebro del feto y una maduración cerebral retrasada«.
A pesar de los resultados del estudio, estos científicos recuerdan que para evaluarlos con precisión tienen que esperar a que los neonatos que estudiaron cuando estaban en el vientre de sus madres crezcan para realizar más exámenes. “Sin embargo, podemos asumir firmemente que los cambios que descubrimos contribuyen a las dificultades cognitivas y conductuales que pueden ocurrir durante la infancia”, asegura Kienast.