
El descubrimiento de científicos de la Universidad de Tel Aviv, en el sentido de que los glóbulos blancos conocidos como eosinófilos producen sus propias proteínas destructivas y llaman a las células T del sistema inmune para combatir conjuntamente a las células cancerosas, puede traducirse en innovadoras estrategias contra el cáncer de pulmón.
Los detalles de esta investigación básica aparecen en Cancer Research, con la firma de los principales protagonistas: el profesor Ariel Munitz y la doctorando Sharon Grisaru, del Departamento de Microbiología e Inmunología Clínica de la Facultad de Medicina de Sackler.
Los eosinófilos son una de las principales células efectoras del sistema inmunitario. Según la Sociedad Británica de Inmunología, tienen un papel beneficioso, ya que intervienen en la defensa frente a nematodos y otras infecciones parasitarias. Sin embargo, pueden también ser perjudiciales, al formar parte de la respuesta inflamatoria en los procesos alérgicos.
Su acumulación e inadecuada activación son causantes de los síntomas del asma alérgico y de la propia patología. Suponen, aproximadamente, entre un 0,5 y un 1% de los glóbulos blancos en personas sanas. Este porcentaje aumenta a entre 3 y 5% en pacientes alérgicos y es mucho más elevado en aquellos con infecciones parasitarias por nematodos.
En este sentido, el profesor Munitz recuerda que los eosinófilos son glóbulos blancos del sistema inmunológico que producen potentes proteínas destructivas, originalmente destinadas a combatir los parásitos. Sin embargo, en el mundo occidental moderno, donde los altos niveles de higiene han reducido significativamente la amenaza de los parásitos, los eosinófilos a menudo tienen un impacto negativo en los humanos, induciendo fenómenos como alergias y asma.
Las metástasis, principal problema en el tratamiento del cáncer
Los investigadores iniciaron este estudio sobre la hipótesis de que el poder destructivo de los eosinófilos puede resultar beneficioso si se vuelve contra las células cancerosas.
“Elegimos centrarnos en las metástasis pulmonares -subraya el profesor Munitz- por dos razones principales: primero, las metástasis, y no los tumores primarios, son a menudo el principal problema en el tratamiento del cáncer, y los pulmones son un objetivo importante para las metástasis de muchos tipos. En segundo lugar, en un estudio preliminar demostramos que los eosinófilos se acumulan en tumores que se desarrollan en tejidos mucosos como los pulmones y, por lo tanto, asumimos que también se encontrarían en metástasis pulmonares”.
El equipo examinó tejidos cancerosos humanos, con biopsias de metástasis pulmonares tomadas de pacientes con cáncer de mama. Descubrieron que los eosinófilos llegan a los pulmones y penetran en los tejidos cancerosos, donde a menudo liberan las proteínas destructivas que transportan.
Para examinar el papel de los eosinófilos en las metástasis, utilizaron un modelo animal. Así, descubrieron que las metástasis pulmonares que se desarrollaban en ausencia de eosinófilos eran mucho más grandes que las expuestas a esta clase de glóbulos blancos. Concluyeron que los glóbulos blancos eosinófilos combaten el cáncer de manera efectiva, pero seguían sin saber cómo lo hacen.
Los investigadores observaron que cuando faltan eosinófilos, el tejido también carece de células T. “Asumimos que los eosinófilos combaten el cáncer a través de las células T. Nuestra siguiente tarea fue comprender el mecanismo subyacente a este proceso”, continúa el profesor Munitz.
Fármacos contra el cáncer más eficaces con glóbulos blancos eosinófilos
Un análisis detallado de los eosinófilos encontrados en las metástasis condujo a este equipo de científicos a dos hallazgos: en presencia de cáncer, los eosinófilos liberan grandes cantidades de quimiocinas, sustancias que convocan a las células T; en segundo lugar, estas quimiocinas se liberan cuando los eosinófilos se exponen a otras dos sustancias que se encuentran en el entorno del cáncer, llamadas IFN-g y TNF-a.
En otras palabras, en respuesta a IFN-g y TNF-a, los eosinófilos reclutan las células T para refuerzo. Finalmente, las células T que llegan y se desarrollan en los pulmones afectados ralentizan el crecimiento de los tumores.
“Aumentar el número y la potencia de las células T -recuerda el profesor Munitz- es uno de los principales objetivos de los tratamientos de inmunoterapia actuales que se administran a los pacientes. En nuestro estudio, descubrimos una nueva interacción que convoca grandes cantidades de células T a los tejidos cancerosos”.
En última instancia, este estudio puede servir como base para el desarrollo de medicamentos inmunoterapéuticos mejorados que empleen eosinófilos para combatir el cáncer de dos maneras: por un lado, atacando las células cancerosas directamente al liberar sus proteínas destructivas. De otro, aumentando el número de células T en el entorno del tumor. “Creemos -hace hincapié el investigador- que el efecto combinado puede mejorar significativamente la eficacia del tratamiento”.
Este trabajo fue financiado por ICRF (Fondo de Investigación del Cáncer de Israel); la Asociación de Cáncer de Israel; ISF (la Fundación de Ciencias de Israel); BSF (Fundación Binacional de Ciencias de Estados Unidos-Israel) y la multinacional británica GSK.