
Los elefantes africanos, al igual que nos sucede a las personas, están cada vez más expuestos a las infecciones bacterianas que provocan altas tasas de mortalidad. En Zimbabwe, seis elefantes de grandes proporciones han sucumbido a la acción de una diminuta bacteria que les había provocado septicemia.
Durante este trabajo, científicos de Victoria Falls Wildlife Trust, la Agencia de Sanidad Animal y Vegetal del Reino Unido, la Universidad de Surrey y laboratorios de Sudáfrica investigaron las misteriosas muertes de 35 elefantes africanos, principalmente entre agosto y septiembre de 2020, en un terreno de 40 x 25 km al noroeste de Zimbabwe. Este incidente se produjo tras la muerte de un total de 356 elefantes en Botswana, entre los meses de mayo y junio de 2020.
Como relató entonces The New York Times, 356 elefantes en el Okavango Panhandle de Botswana “parecían haberse desplomado y muerto repentinamente mientras caminaban o corrían. Otros parecían desorientados y caminaban en círculos antes de morir. Si bien las muertes de elefantes han cesado, su causa sigue siendo un misterio, lo que genera temores entre algunos expertos sobre el futuro de estos poderosos mamíferos en un país donde su conservación ha sido en gran medida una historia de éxito”.
En la información que difundió el rotativo neoyorquino se decía también que “ninguno de los cuerpos tenía agujeros de bala y no se extrajeron colmillos, lo que implica que los cazadores furtivos de marfil no estaban involucrados. Algunos expertos sospechaban que el envenenamiento por parte de la población local podría ser el culpable, mientras que otros pensaban que la explicación más probable era algo en la naturaleza”.
Una bacteria poco conocida
Y, a renglón seguido, puntualizaba que “funcionarios de Botswana anunciaron su respuesta: las neurotoxinas producidas por cianobacterias, un tipo de alga microscópica, causaron la muerte de los elefantes africanos después de beber de grandes charcos, que se formaron después de las lluvias. Si bien algunos conservacionistas aceptaron la explicación, otros no consideraron resuelto el misterio y temieron que los elefantes volvieran a enfrentarse a un nuevo peligro”.
Ahora, el estudio que aparece en Nature Communications de este equipo multidisciplinar de investigadores de Zimbabwe, Sudáfrica e Inglaterra, ha identificado en el examen post morten de seis elefantes una infección septicémica causada por la bacteria Bisgaard taxón 45, un miembro aún no clasificado de la familia bacteriana Pasteurellacea. Este extremo fue confirmado mediante aislamiento bacteriano y análisis génico.
La bacteria Pasteurellacea se ha imoplicado anteriormente en muertes repentinas de animales salvajes como los antílopes, pero antes de este estudio no se sospechaba su papel en las muertes de elefantes.
Es bien sabido que los elefantes de la sabana africana son una especie en peligro de extinción; se calcula que ahora hay 350.000 ejemplares en estado salvaje y las pérdidas actuales se estiman en un 8 % anual.
Este hallazgo es muy preocupante ya que los elefantes africanos ya están en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Investigar las muertes de estos paquidermos es crucial para garantizar su futuro.
Ahora, el investigador principal del estudio, el doctor Chris Foggin, del Victoria Falls Wildlife Trust, reconoce que “la investigación de esta mortalidad en las áreas silvestres del noroeste de Zimbabwe resultó un desafío. Identificar los cadáveres y luego llegar a tiempo para obtener muestras útiles es un problema al que nos enfrentamos a menudo en este tipo de trabajo”.
Conservación de los elefantes africanos
“Sin embargo -añade-, tampoco sabíamos con qué enfermedad estábamos lidiando, aunque inicialmente sospechamos que podría ser ántrax, que se sabe que ocurre en la zona; o posiblemente alguna otra enfermedad que pueda suponer un riesgo para la salud humana. Por lo tanto, tuvimos que ser cautelosos al realizar los exámenes post mortem, lo que, en sí mismo, es una tarea difícil con un animal tan grande, especialmente cuando se trabaja en condiciones de campo”.
Así las cosas, los investigadores llevaron a cabo varios exámenes. Rápidamente, se descartó la caza furtiva, principalmente porque todos los elefantes muertos tenían sus colmillos intactos. Los análisis toxicológicos, incluidas las pruebas inmediatas de cianuro, que a veces se utiliza para matarlos en Zimbabwe, así como análisis más sofisticados realizados en Reino Unido, no encontraron rastros de veneno en los cadáveres ni en un pozo de agua cercano.
Un examen más detallado identificó una infección septicémica causada por la bacteria poco conocida llamada provisionalmente Bisgaard taxón 45, como se indica líneas arriba.
En este sentido, el profesor Falko Steinbach, jefe de virología de la APHA y miembro del equipo, subraya la importancia de haber identificado este agente patógeno. “La transmisión de la bacteria es posible, especialmente dada la naturaleza altamente sociable de los elefantes africanos y el vínculo entre esta infección y el estrés asociado con eventos climáticos extremos como la sequía, que pueden aumentar la probabilidad de brotes”, destaca.
En este orden de cosas, el profesor Arnoud van Vliet, reconocido especialista en Microbiología Veterinaria de la Universidad de Surrey, resalta que “la bacteria Bisgaard taxón 45 nunca antes se había asociado con la septicemia y se suma a la creciente lista de amenazas relacionadas con enfermedades para la conservación de los elefantes africanos”.