El Sistema Sanitario no puede hacerlo todo
Imagen: rawpixel/Freepik

Con el invierno han llegado nuestros acompañantes habituales, los virus respiratorios. Como solía suceder antes de la pandemia, un porcentaje de la población se infecta y un buen número de personas acuden cada día a su centro de salud o a su hospital para recibir atención sanitaria. Los medios de comunicación se hacen eco de esta situación llenando sus espacios con titulares grandilocuentes, incluso alarmantes.

Nos habíamos olvidado de los picos de gripe de cada invierno, unos años más severos que otros; el covid-19 ha desplazado durante tres inviernos al resto de los virus invernales. Vuelve, por tanto, la normalidad epidemiológica, lo que no deja de ser una buena noticia, pese a que es innegable el elevado número de casos nuevos cada día.

Hace unos días aparecieron en un cajón mis entradas para la frustrada fiesta de Nochevieja, como seguro que les ha sucedido a muchas personas; la prudencia hizo que nos quedásemos en casa, no era plan ir a una fiesta con mascarilla o, lo que habría sido peor, hacerlo sin ningún tipo de medida de protección para evitar la expansión de los virus.

Pensábamos que habíamos aprendido algo con la pandemia, por ejemplo, el uso de la mascarilla de manera voluntaria cuando nos encontramos afectados por un virus respiratorio o acudir a lugares cerrados con intensa ocupación.

Adoptar medidas básicas

No cabe duda de que la infección respiratoria produce en algunas personas efectos de mayor impacto en su salud, como fiebre alta mantenida, dolor al toser o importante deterioro del estado general. Estas personas acuden a su centro sanitario más cercano donde es probable que tengan que soportar largas esperas debido a la alta presencia de ciudadanos en demanda de atención, pese a que solamente unos pocos presentan una situación que requiere verdaderamente la atención sanitaria.

Es entendible, aunque no sea lo deseable, que, en una sociedad que ha convertido la atención sanitaria en un bien de consumo, el Servicio de Salud reciba estos días la demanda de miles de personas afectadas por cualquiera de los virus respiratorios de cada invierno. Nos hemos olvidado de algo tan sencillo como que la evolución natural de estos virus hace que en pocos días recuperemos la normalidad en nuestro estado de salud con sólo aplicar medidas básicas, como el paracetamol o similares, además de mantener una buena hidratación y la ventilación de los espacios cerrados. Acudir al servicio de salud sin una situación clínica que lo justifique, como sería fiebre alta mantenida, dificultad o dolor al respirar o un malestar general importante, lo único que genera es incomodidad y dificultad para que los enfermos realmente afectados puedan disponer de la atención correcta en el menor tiempo posible.

Los servicios de salud de todas las comunidades autónomas comparten las mismas dificultades por la ausencia de un número suficiente de profesionales por la ya conocida errónea planificación del relevo de aquellos cuya fecha de jubilación era sabida, pero todos tienen la capacidad suficiente para afrontar esta epidemia invernal, aunque tal vez les falte agilidad y flexibilidad para adaptarse a las situaciones de crisis, aunque sean estacionales, como la actual.

No obstante, también nos falta sensatez como sociedad, no sólo por pretender que los servicios de salud nos resuelvan el virus invernal, ese que antes nos curábamos en casa, sino también porque pretendemos que en pleno pico invernal los centros de salud y hospitales sigan realizando la actividad habitual, cuando en este momento la prioridad es dar salida a los procesos agudos de estas pocas semanas, es decir, atender al problema de salud del momento.

Cuando algún medio de comunicación alarma sobre la suspensión de intervenciones quirúrgicas en un hospital está olvidando que la mayoría de la cirugía programada es una actividad demorable, siendo siempre prioritario atender a los procesos agudos de alteración de la salud.

Por lo tanto, conviene hacer lo que siempre hacíamos, quedarnos en casa con las medidas de toda la vida, si salimos, hacerlo con mascarilla, y dejar el servicio de salud para los casos en los que nuestra salud está realmente afectada. En tres semanas estaremos hablando de otras cosas, como, por ejemplo, del Carnaval.

 

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