Dr. Enrique González: El SNS se enfrenta al periodo más convulso de su historia
Imagen: photoroyalty/freepik

Fortalecer la Atención Primaria es en los últimos años una expresión recurrente en los ámbitos políticos, profesionales y sociales, lo que no asegura que todos hablen de lo mismo.

Cuando estamos cerca de cumplir 40 años de la Reforma de la Atención Primaria (1984) y recién cumplidos los 20 desde la culminación del proceso de transferencia de la gestión sanitaria a las comunidades autónomas, nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) se enfrenta al escenario más convulso de su historia. El elevado volumen de actividad pendiente tras la pandemia, con innegables efectos en la salud de miles de personas, y el incremento paulatino de la edad de la población, con su impacto en mayor cronicidad y riesgo de vulnerabilidad, representan una enorme exigencia en materia de acciones en salud para todo el sistema.

A ello se suman el continuo desarrollo de nuevas tecnologías y medicamentos cada vez más personalizados, con el innegable incremento del coste de los servicios, los costes de la transición energética, agravados por la guerra en Ucrania y el coste de la transformación de la producción de bienes y servicios ligada a la transición medioambiental, con la reducción del plástico como exponente destacado.

Un escenario de incremento de los costes sanitarios muy por encima de la capacidad de crecimiento de la economía de nuestro país en un marco definido por la elevada deuda de las Administraciones Públicas, deuda que será necesario contener, primero, y reducir en años posteriores, como ya han indicado los organismos europeos.

La necesaria sostenibilidad, eficacia y calidad

Este convulso escenario exige la actuación cuanto antes de los líderes políticos, gestores y profesionales, para incorporar todas aquellas reformas que permitan al SNS situarse en una senda de máxima eficiencia en toda la cadena de valor para lograr los objetivos de sostenibilidad, eficacia y calidad necesarios para que siga cumpliendo su misión.

Para añadir eficiencia en la cadena de valor hay que añadir, en primer lugar, eficacia en todos los niveles de la atención sanitaria partiendo de aquél que es menos complejo y representa la primera referencia para el ciudadano, la red de Atención Primaria de salud, que ha sido un pilar fundamental para la eficiencia global del sistema durante los primeros 25 años desde la reforma.

Portada del nuevo libro del Dr. Enrique Gónzalez. Imagen: Orpheus

En este sentido, no sólo es necesario incrementar la capacidad de resolución de la Atención Primaria, hay que impulsar su liderazgo en la gestión de los procesos, especialmente los relacionados con la cronicidad y el riesgo de vulnerabilidad, así como modificar los espacios de decisión de los servicios de salud para que este espacio asistencial lidere los cambios necesarios.

La primera decisión para lograr que la Atención Primaria cumpla con esos objetivos de desarrollo es asegurar la mejor relación posible entre el número de médicos disponible y la población. Es necesario asegurar que toda la población tenga un médico asignado; en la actualidad, es elevado el número de plazas vacantes no cubiertas, lo que supone que más de 1.000 personas por cada vacante no cubierta no disponen de un médico de referencia, por lo que deben peregrinar por otras consultas en cuyas agendas de trabajo se añaden, o son atendidos por el médico que se ocupa de la consulta coyunturalmente cada día, rompiendo el pilar fundamental del trabajo del médico de familia, su relación longitudinal con el paciente.

Esto supone una atención de menor calidad, basada en el enfoque puntual del problema, con un probable incremento en la derivación al nivel hospitalario y un mayor consumo de medicamentos.

La actual situación de ausencia de profesionales en número suficiente obliga a una reorganización de los equipos de Atención Primaria y de los puntos de atención continuada, priorizando la atención ordinaria de los profesionales del equipo para así ejercer el liderazgo de los procesos y asegurar la eficacia en la atención a cada persona.

Otro ámbito importante de actuación es la revisión del funcionamiento de los servicios diagnósticos para que actúen con una orientación hacia sus clientes, tanto hacia los servicios hospitalarios como a los servicios de Atención Primaria, introduciendo elementos que permitan maximizar la capacidad de resolución de los médicos de familia a través del acceso a la realización de estudios diagnósticos para sus pacientes, lo que supone configurar comisiones de seguimiento que evalúen las necesidades y la eficacia en el uso de dichos medios diagnósticos por parte de todos sus clientes, sean médicos hospitalarios o de Atención Primaria.

Impulsar el trabajo de la enfermería

Finalmente, en un escenario de cambio del perfil del paciente y de sus necesidades en salud, resulta imprescindible rediseñar los procesos para impulsar el trabajo de la enfermería comunitaria en el seguimiento de las personas con procesos crónicos, personas en situación de riesgo de vulnerabilidad, coordinación con los centros sociosanitarios, desarrollo de acciones con la comunidad, incluidas las necesarias en el ámbito escolar.

Estos tres ejes de actuación deben complementarse con otros dos bloques de medidas. Por un lado, una reformulación de la capacidad de decisión de los centros, avanzando hacia el mayor grado de autonomía, incluidos los aspectos relacionados con la gestión de los profesionales, flexibilizando la organización en función de las características de cada centro.

Por el otro, definiendo nuevos flujos de financiación de los centros, vinculándola a las líneas de servicio autorizadas para cada uno y trasladando la corresponsabilidad en el gasto a los verdaderos decisores, los profesionales, tanto de la medicina como de la enfermería.

Nada permanece cumpliendo su misión de modo inalterable durante cuatro décadas. Los cambios sociales y demográficos, el nuevo escenario económico y el continuo avance tecnológico, incluido el relacionado con la transición digital, obligan a una revisión en profundidad del Sistema Nacional de Salud y a una actualización normativa, organizativa y funcional de amplio calado que exigirán nuevos y fuertes liderazgos, audacia y una nueva complicidad con el conjunto de la sociedad.

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