Un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña) han estudiado las diferencias de género promedio en la estructura del cerebro en una muestra grande de recién nacidos, poco después del nacimiento. Estos hallazgos demuestran que varias diferencias promedio están presentes al nacer, lo que sugiere que factores previos al nacimiento juegan un papel importante en el inicio de las diferencias sexuales en el cerebro.
Las diferencias sexuales en el cerebro humano han suscitado un gran interés científico y social, pero se sabe menos sobre su condición al nacer. Estudiarlo puede ayudar a entender cómo los factores prenatales (por ejemplo, los niveles hormonales antes del nacimiento) y los factores postnatales tempranos (por ejemplo, la exposición al entorno sensorial y las interacciones con los cuidadores) contribuyen a dar forma a las diferencias de género en el cerebro.
En estos términos se expresan estos científicos en el estudio que se puede ver en Biology of Sex Differences. Los autores evaluaron las diferencias de género promedio en los volúmenes de cerebro globales y regionales de un total de 514 recién nacidos de entre 0 y 28 días de vida (236 niñas y 278 niños).
Utilizaron datos del Proyecto Conectoma Humano, que se encuentra en desarrollo. También evaluaron las interacciones entre géneros y edades para investigar las diferencias de género en el desarrollo cerebral posnatal temprano.
Las diferencias de género en la estructura del cerebro están presentes desde el nacimiento, como señalan estos científicos de la Universidad de Cambridge, si bien los cerebros masculinos tendían a ser de mayor volumen que los femeninos.
Cuando se ajustaban al volumen cerebral total, las niñas tenían en promedio más materia gris, frente a los niños que tenían en promedio más materia blanca en sus cerebros.
Las niñas, más materia gris en el cerebro
La materia gris se forma por los cuerpos celulares de las neuronas y las dendritas y es responsable del procesamiento y la interpretación de la información, como la sensación, la percepción, el aprendizaje, el habla y la cognición.
La materia blanca se forma por axones, que son fibras nerviosas largas que conectan neuronas de diferentes partes del cerebro.
Yumnah Khan, primer autor de este trabajo, asegura que han resuelto una vieja cuestión sobre si los cerebros masculinos y femeninos difieren al nacer.
“Sabemos -dice- que existen diferencias en los cerebros de los niños mayores y los adultos, pero nuestros hallazgos demuestran que ya están presentes en los primeros días de vida. Dado que estas diferencias sexuales son evidentes tan pronto, después del nacimiento, podrían reflejar en parte diferencias sexuales biológicas durante el desarrollo cerebral prenatal, que luego interactúan con las experiencias ambientales a lo largo del tiempo para dar forma a otras diferencias sexuales en el cerebro”.
Un problema que ha afectado a las investigaciones anteriores en este ámbito es el tamaño de la muestra. El equipo de Cambridge lo abordó analizando datos del Developing Human Connectome Project, en el que se realiza una resonancia magnética cerebral a los bebés poco después del nacimiento.
El hecho de que en el estudio participen más de medio millar de recién nacidos significa que, estadísticamente, la muestra es ideal para detectar diferencias de sexo, si las hay.
Un segundo problema es si las diferencias sexuales observadas podrían deberse a otros factores, como las diferencias en el tamaño corporal. El equipo de Cambridge descubrió que, en promedio, los bebés varones tenían volúmenes cerebrales significativamente mayores que las niñas, y esto era así incluso después de tener en cuenta las diferencias de sexo en el peso al nacer.
Cerebro según el género
Después de tener en cuenta esta diferencia en el volumen cerebral total, a nivel regional, las mujeres en promedio mostraron mayores volúmenes en áreas de materia gris relacionadas con la memoria y la regulación emocional, mientras que los hombres más en las relacionadas con el procesamiento sensorial y el control motor.
El doctor Alex Tsompanidis, que supervisó el estudio, hace hincapié en que “es el más grande de su tipo hasta la fecha. Tuvimos en cuenta factores adicionales, como el peso al nacer, para garantizar que estas diferencias sean específicas del cerebro y no se deban a diferencias generales de tamaño entre los sexos. Para entender por qué los hombres y las mujeres muestran diferencias en el volumen relativo de materia gris y blanca, estamos estudiando las condiciones del entorno prenatal, utilizando registros de nacimientos de la población, así como modelos celulares in vitro del cerebro en desarrollo. Esto nos ayudará a comparar la progresión de los embarazos masculinos y femeninos y determinar si factores biológicos específicos, como las hormonas o la placenta, contribuyen a las diferencias que observamos en el cerebro”.
En este contexto, la doctora Carrie Allison afirma que “las diferencias que observamos no se aplican a todos los hombres ni a todas las mujeres, sino que solo se ven cuando se comparan grupos de hombres y mujeres. Hay mucha variación dentro de cada grupo y mucha superposición entre ellos”.
Por su parte, el profesor Simon Baron-Cohen matiza que “estas diferencias no implican que los cerebros de los hombres y las mujeres sean mejores o peores. Es sólo un ejemplo de neurodiversidad. Esta investigación puede ser útil para comprender otros tipos de neurodiversidad, como el cerebro de los niños con autismo, ya que este trastorno se diagnostica con mayor frecuencia en varones”.
La microglía funciona de forma distinta según el género
En otro estudio experimental que difunde Cell Reports, se ha descubierto que la microglía funciona de manera diferente en hombres y mujeres, lo que podría tener amplias implicaciones para el estudio de las enfermedades neurológicas.
Las microglías son fundamentales para mantener la función neuronal al eliminar toxinas del cerebro y del sistema nervioso central. Pero si son hiperactivas, pueden dañar las neuronas y, en algunos casos, se ha demostrado que promueven la progresión de enfermedades neurodegenerativas.
Durante el desarrollo, es sabido que existen diferencias relacionadas con el sexo en el funcionamiento de las microglías, pero en la edad adulta se pensaba que había menos variación en su comportamiento. El hallazgo de que la función de las microglías puede no ser tan similar en ambos sexos como se creía podría tener amplias implicaciones en la forma en que se abordan y analizan enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, y estos científicos señala la necesidad de realizar investigaciones específicas según el género.
A propósito de estos dos trabajos, es obligado recordar al profesor Hugo Liaño, sin duda uno de nuestros mejores neurocientíficos que, durante décadas, dirigió el Departamento de Neurología del madrileño hospital Puerta de Hierro. Es autor de la obra Cerebro de hombre, cerebro de mujer, cuya lectura es recomendable para especialistas y profanos.
A la pregunta: «¿Quién es más inteligente, el hombre o la mujer?», el profesor Liaño responde al estilo de Samuel Jonhson: “Dígame de qué hombre y de qué mujer se trata”.
Y lo razona de esta manera: “Generalizar sobre las capacidades cognitivas entre hombres y mujeres, y dentro de cada sexo entre personas de cultura diversa, se trata de una ingenuidad fomentada por las divulgaciones light, como ésas de que los hombres ven mejor los mapas…”