
Dermatólogos de la Universidad Thomas Jefferson, en Filadelfia, han encontrado, con ayuda de análisis genéticos, que la piel de los neonatos contiene información suficiente como para establecer un diagnóstico adelantado de una enfermedad cardíaca.
El profesor Jouni Uitto, especialista en Dermatología en ese campus que inició sus actividades en 1824, recuerda que nuestra piel nos avisa cuando hemos pasado demasiado tiempo al Sol o cuando el aire seco del invierno ha absorbido demasiada humedad. Ahora, han descubierto que la piel también puede predecir otros problemas.
Este especialista, nacido en Finlandia y formado en su país y en Estados Unidos, es también un reconocido experto en bioquímica. El reconocimiento internacional se debe a sus trabajos sobre bioquímica del tejido conectivo y biología molecular, relacionado con enfermedades cutáneas y envejecimiento de la piel.
Como explica en su estudio publicado en Science Reports, se sabía que las mutaciones en un gen subyacen a un trastorno cutáneo poco común, pero era desconocido que también conducen a una enfermedad cardíaca grave.
En pocas palabras: Uitto ha demostrado que, con análisis génico, la piel puede ayudar a predecir futuras enfermedades.
“Al observar la piel de los recién nacidos, podemos predecir el desarrollo de una enfermedad cardíaca devastadora más adelante en la vida”, asegura el doctor Uitto para, a renglón seguido, subrayar que “es la mejor medicina personalizada predictiva”.
El doctor Uitto y su equipo llevan tres décadas buscando mutaciones en familias con trastornos genéticos de la piel. Durante los últimos cinco años, analizaron alteraciones génicas en unas 1.800 familias de todo el mundo.
ADN en epidermólisis ampollosa
Estos científicos buscan a los culpables genéticos de las afecciones de la piel como la epidermólisis ampollosa (EB). Se trata de una enfermedad grave que vuelve la piel extraordinariamente frágil. Los pacientes con EB pueden desarrollar ampollas y heridas que cicatrizan mal con el contacto más leve.
En esta publicación, los coautores Hassan Vahidnezhad y Leila Youssefian, y un pequeño grupo de investigadores, analizaron el ácido desoxirribonucleico (ADN) de más de 360 pacientes con EB de todo el mundo.
En particular, analizaron el ADN aislado de muestras de sangre para localizar variantes de secuencia en un conjunto de 21 genes que se sabe que albergan mutaciones que causan EB. El análisis reveló que dos pacientes tenían exactamente la misma mutación en un gen conocido por las siglas JUP.
Este gen, según MedlinePlus, proporciona instrucciones para producir la proteína placoglobina, que se encuentra en las células del corazón y la piel, donde forma parte de dos estructuras especializadas denominadas científicamente uniones adherentes y desmosomas. Ambas estructuras ayudan a mantener unidas las células vecinas, lo que proporciona fuerza y estabilidad a los tejidos.
Los dermosomas también pueden participar en otras funciones celulares críticas, incluidas las vías de señalización química; esto es, el proceso mediante el cual las células maduran para realizar funciones específicas y la apoptosis (autodestrucción).
Además, diversos estudios sugieren que la placoglobina también desempeña un papel en la señalización dentro de las células como parte de la vía Wnt. Como se sabe, la señalización Wnt controla la actividad de ciertos genes y regula las interacciones entre las células. Esta vía de señalización está involucrada en muchos aspectos del desarrollo, incluido el desarrollo normal del corazón, la piel y el cabello.
Afecciones de la piel y enfermedad cardíaca
Como describe el profesor Uitto en su trabajo, los pacientes habían presentado los mismos síntomas en la primera infancia, incluida la piel muy frágil, la piel engrosada en las palmas de las manos y las plantas de los pies y la caída del cabello que se extendía a las cejas y las pestañas.
Pero ahora uno de los pacientes era un niño de dos años y seis meses que solo mostraba anomalías en la piel, mientras que el otro era una mujer de 22 años que también padecía una afección cardíaca llamada miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho (ARVC).
“Esta es una enfermedad grave que puede requerir un trasplante de corazón si el daño es demasiado severo debido a la insuficiencia cardíaca y los ritmos cardíacos rápidos”, subraya Reginal Ho, coautor del estudio y cardiólogo del Sidney Kimmel Medical College de la Universidad Thomas Jefferson.
En la ARVC, con el tiempo, el tejido fibroso rígido desplaza al músculo cardíaco sano. El resultado es que el corazón desarrolla ritmos anormales y se debilita. Los pacientes con ARVC son vulnerables a la insuficiencia cardíaca y la muerte cardíaca súbita.
De hecho, la ARVC es responsable de hasta el 20% de las muertes cardíacas súbitas en menores de 30 años. Muchos requieren un desfibrilador implantable para controlar las arritmias potencialmente mortales.
Genes que subyacen a afecciones graves de la piel
Aunque parezca una sopa de letras y haya que leerlo dos veces, merece la pena porque las mutaciones en el gen JUP que causan EB también pueden provocar rigidez del músculo cardíaco y ARVC.
Aunque el niño aún no tenía problemas cardíacos, los hallazgos genéticos sugieren que los desarrollará en el futuro. “Esto significa que con el análisis de mutaciones, al observar a los pacientes con EB al nacer, se puede predecir si más adelante tendrán esta afección cardíaca”, asegura el doctor Uitto. «Estos pacientes deben ser monitoreados cuidadosamente para detectar problemas cardíacos», agrega.
Estos hallazgos se suman a una serie de descubrimientos que el doctor Uitto y su equipo han revelado en los últimos años, en su búsqueda de los genes que subyacen a las afecciones cutáneas graves.
En 2019, por ejemplo, encontraron que los pacientes con la afección cutánea ictiosis pueden desarrollar problemas hepáticos años después, que son lo suficientemente graves como para requerir un trasplante.
“Buscamos identificar nuevos genes detrás de enfermedades de la piel como la EB y la ictiosis”, reconoce este acreditado dermatólogo. “Al observar los síntomas y los antecedentes familiares de los pacientes -añade-, hemos descubierto algo completamente inesperado”.