
Investigadores del University College London y de la Universidad alemana de Oldenburg demuestran que en los oídos de los mosquitos hay receptores específicos para modular su audición. Este hallazgo abre la puerta a nuevos insecticidas y controlar la propagación de enfermedades, como la malaria.
En el estudio observacional que difunde Nature Communications, se dice, entre otras cosas, que el oído del mosquito macho alberga más de 16.000 neuronas sensoriales y que la inervación neuromoduladora también podría contribuir a establecer subtipos neuronales con diferente sensibilidad al sonido y capacidades de adaptación.
Este equipo de investigadores, entre los que destaca la española Marta Andrés de Miguel, sugiere que los mosquitos macho tienen una alta plasticidad en su audición y es un requisito crucial para su reproducción.
Este estudio se centró en una vía de señalización que involucra a la molécula octopamina. Sus autores demostraron que es clave para la audición de los mosquitos y la detección de parejas de apareamiento.
Como los enjambres son potencialmente ruidosos, los mosquitos han desarrollado oídos muy sofisticados para detectar el leve tono de vuelo de las hembras, en medio de cientos de mosquitos que vuelan juntos. Sin embargo, todavía se desconoce en gran medida estos mecanismos moleculares del sistema auditivo de los mosquitos macho.
Encontraron que la octopamina afecta su audición en múltiples niveles. Modula la sintonización de frecuencia y la rigidez del receptor de sonido en el oído del macho y también controla otros cambios mecánicos para impulsar la detección de la hembra.
Y, lo que es más importante, también han demostrado que el sistema octopaminérgico en el oído del mosquito se puede atacar por insecticidas.
Disruptores para mosquitos de la malaria
La investigadora española Marta Andrés de Miguel, coautora principal de este estudio, explica que “los receptores de octopamina son de particular interés ya que son muy adecuados para el desarrollo de insecticidas. Planeamos utilizar estos hallazgos para desarrollar nuevas moléculas y lograr disruptores de apareamiento para los mosquitos de la malaria”.
Paralelamente, el profesor Joerg Albert, de la Universidad de Oldenburg, subraya la complejidad molecular y mecánica de la audición de los mosquitos que “es realmente notable. Con la identificación de una vía de octopamina, apenas comenzamos a rascar la superficie exterior de la punta del iceberg. Los estudios futuros, sin duda, ofrecerán información más detallada sobre cómo funciona su audición y también nuevas oportunidades para controlar las poblaciones y reducir las enfermedades humanas”.
La doctora Andrés de Miguel, a pesar de su juventud, es una reconocida experta que trabaja desde hace seis años en el Ear Institute, de University College London, y en el Instituto Francis Crick. Comenzó su carrera como estudiante de doctorado investigando el desarrollo de los órganos sensoriales de Drosophila, en la Universidad Autónoma de Madrid. “Estos fantásticos órganos sensoriales -añade- me permitieron fusionar dos pasiones, la neurociencia y el control de enfermedades infecciosas”.
En su laboratorio, tratan de entender cómo el cerebro modula la percepción auditiva del mosquito, a través de un sistema eferente que libera diferentes neurotransmisores que afectan su fisiología auditiva. También tienen el objetivo de comprender cómo la acción de estos neurotransmisores se relaciona con la modulación del comportamiento de los enjambres.
Debido a que la audición y el enjambre son fundamentales para el apareamiento de mosquitos, “ambicionamos contribuir con nuestros hallazgos a mejorar las herramientas actuales de control de mosquitos al proporcionar nuevos objetivos moleculares y sensoriales para combatir las enfermedades transmitidas por ellos”, concluye la doctora.