España, en deuda con Santiago Grisolía

DR. SANTIAGO GRISOLÍA
Bioquímico. Medalla de Oro al Mérito de Investigación y Educación Universitaria. Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Presidente del Comité Científico de Coordinación del Proyecto Genoma Humano para la Unesco. Vicepresidente del Patronato del Centro de Investigación Príncipe Felipe.

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La idea de organizar una mesa redonda sobre el futuro de la ciencia en España surgió a raíz de la terrible situación de la investigación en nuestro país que la pandemia ha agravado.

Un trabajo del Instituto George para la Salud Global del Reino Unido, en que se realizó una revisión sistemática de los trabajos publicados en Pubmed sobre Covid, indica que sólo un 34% de los autores que publicaron en ese tema eran mujeres. Diversos estudios posteriores han comprobado esta tendencia a disminuir el número de publicaciones de mujeres y muy especialmente de primera o última autora.

Baste citar el artículo de Giuliana Viglione en Nature en la primavera del año pasado. El confinamiento ha profundizado el cañón de género (porque nunca ha sido una brecha) en Ciencia a nivel mundial.

Como demuestra la imagen del programa del curso organizado por la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados, mirando a un futuro próximo de la Ciencia sabemos encontrarnos ante un erial en el caso de España. Más baldío en el caso de las científicas.

Pero hay aún esperanza. Primero, porque los jóvenes españoles siguen estando preparados, pese al enorme desánimo de no encontrar un empleo digno. Porque les estamos escatimando la posibilidad de mostrar sus capacidades y hemos conculcado su entusiasmo. Algo a lo que no teníamos derecho.

No pueden amortizarse las plazas de quienes se jubilan sin más. Pero, aún así, mantienen su resiliencia. Como resaltó el Dr. Fernández-Rúa durante la reunión, España derrocha el dinero formando excelentes profesionales que luego exporta al ser incapaz de emplear para obtener los frutos de la excelente formación que se imparte en nuestra Universidad.

Y luego, porque, frente a los terraplanistas, los negacionistas del cambio climático, los de las conspiraciones para justificar la pandemia, y los enemigos de los avances, un amplio sector de la sociedad reconoce la labor de los científicos, en muy diferentes campos, especialmente el de la salud, y lo manifiesta. Frente a diversos problemas, la sociedad civil mantiene una explícita confianza en la Ciencia que nos ha llevado a pensar que no todo está perdido.

Quiero subrayar que en España esos colectivos son menos numerosos que en otros países, lo que confirma un conocimiento de la Naturaleza y las ramas del saber capaz de aportar un pensamiento crítico. Siempre me enorgullece la sorpresa que produce en los científicos americanos la aceptación generalizada de la evolución como parte del avance de la vida.

Me indicaba una colaboradora muy implicada en la realización de la citada mesa redonda, que los colectivos científicos señalaron la ausencia de mujeres en el programa, y eso es algo que me alegra. Es una reivindicación deliberada de la necesidad de reconocer a nuestras féminas y no renunciar a su inteligencia para el desarrollo de la Ciencia.

No queríamos ofender sino evidenciar un problema. Pero es bueno que se perciba la ausencia de mujeres en cualquier actividad, para que no sea sino una anécdota, como indiqué con el deseo de que las brillantes investigadoras que nos acompañaron como público participaran en el debate.

No obstante, los participantes en la reunión eran excelentes: además de mi buen amigo José Mª Fernández-Rúa, contamos con Justo Cabrera, brillante químico recientemente incorporado al grupo de Nazario Martín León; Javier Abanades, elegido ingeniero más influyente del año menor de 35 años; y Adolfo Plasencia, autor de un libro de diálogos con algunos de los más brillantes científicos (de todos los géneros) en muy diversas ramas de la Ciencia.

Ojalá que logremos que muchas científicas lleguen a puestos de responsabilidad, como algunas investigadoras del Centro de Investigación Príncipe Felipe, o como las galardonadas cada año con el Premio Rey Jaime I.

Dos noticias alentadoras

Quiero incluir en este texto dos noticias alentadoras ocurridas la penúltima semana de septiembre de 2021: la presentación de la Fundación Valer, con sede en Castellón, para la contratación ágil de investigadores de excelencia en la Comunidad Valenciana; y el anuncio de la ministra de Ciencia e Innovación de la contratación de 2.500 doctores en los próximos 3 años y el aumento de algunos de los salarios.

Respecto a la Fundación Valer, que va a ser dirigida por una catedrática de Química de la Universidad Jaume I de Castellón, si se gestiona correctamente, dará frutos similares a ICREA, que en estos más de 20 años de gestión en Cataluña ha incorporado a un elevado número de investigadores de élite a los institutos de investigación y universidades catalanas.

El Alto Consejo Consultivo en I+D+i de la Presidencia de la Generalitat Valenciana, formado por los ganadores de los Premios Rey Jaime I que aceptan incorporarse a este órgano asesor no vinculante, llevan solicitándolo desde su constitución en 1998.

Respecto al anuncio de la antigua alcaldesa de Gandía, la incorporación de doctores, en todos los campos de la Ciencia y en los hospitales y otros sistemas de atención a los ciudadanos, es algo imprescindible para proporcionar la atención que exige y merece la ciudadanía. Espero que un 50% de los puestos los ocupen mujeres y que se produzca la necesaria equiparación de salarios de las mujeres, que tanta reivindicación de los sindicatos y asociaciones feministas ha generado.

Reconozco que mantengo la ilusión de que esta agitación social llegue a la Administración y ayude a paliar distancias.

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