Gracias al Sistema de Posicionamiento Global (GPS), científicos chinos arrojan luz sobre el comportamiento inmediato de la corteza terrestre después de que se produzca un terremoto. El modelo estudiado fue el evento registrado en Maule (Chile) en 2010, de magnitud 8,8 en la escala MW, que ocasionó más de 500 muertos.
Cuando ocurre un gran terremoto, no solo libera una cantidad significativa de tensión, sino que también causa una notable deformación de la superficie. En el estudio que aparece en Satellite Navigation, el equipo de la Universidad de Wuhan subraya que “al observar esta deformación de la superficie del suelo, podemos identificar las características de actividad y la escala de ruptura de la falla sismogénica”.
Recuerdan también que con las técnicas geodésicas espaciales, como el Sistema Global de Navegación por Satélite (GNSS) y el Radar Interferométrico de Apertura Sintética (InSAR), se pueden medir con precisión las deformaciones de la superficie en las proximidades de una falla sismogénica durante una duración prolongada, abarcando deformaciones presísmicas, cosísmicas y post-sísmicas a largo plazo.
Para evaluar la deformación de campo cercano inducida por el terremoto de Maule y estudiar la ruptura cosísmica, así como las características temporales y espaciales de la ruptura posterior al terremoto, este equipo recopiló las observaciones en 19 estaciones del GPS en funcionamiento continuo en las proximidades del epicentro.
Recordamos que la escala sismológica de magnitud de momento (MW) es una escala logarítmica usada para medir y comparar terremotos.
Escala logarítmica
Está basada en la medición de la energía total que se libera en un seísmo. La introdujeron Thomas C. Hanks y Hiroo Kanamori en 1979 como sucesora de la escala de Richter.
El 27 de febrero de 2010, a las 03:34 hora local, un terremoto de magnitud 8.8 (escala de momento sísmico, Mw) asoló la costa de la Región del Maule, a 115 km al noreste de Concepción (Chile). El seísmo rompió un segmento de 500 km de longitud de la interfaz de las placas de Nazca y de Suramérica. La ruptura tuvo una duración de dos minutos. Este terremoto es el más grande registrado instrumentalmente en Chile, con ayuda de estaciones de GPS (Sistema de Posicionamiento Global) y estaciones acelerográficas.
A pesar de la gran magnitud del seísmo, la máxima intensidad sísmica fue de IX en la escala Modificada de Mercalli en la Región de Bío Bío. Causó daños entre las regiones de Valparaíso y la Araucanía, donde habita cerca del 80 % de la población chilena.
Este terremoto provocó un gran tsunami que afectó a la costa chilena, destruyendo varias localidades y se extendió a 53 países, entre ellos Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, la Antártida, Nueva Zelanda, la Polinesia Francesa y la costa de Hawái. Al archipiélago Juan Fernández, a pesar de no haber sufrido el seísmo, le impactó el tsunami que devasto su única población, San Juan Bautista. El desastre ocasionó 512 muertos, 16 desaparecidos y 800 mil personas damnificadas.
En los últimos 20 años alrededor del mundo se han registrado tres terremotos de magnitud mayor o igual que 8.8, los cuales han generados tsunamis importantes (seísmos tsunamigénicos). Son el de Sumatra (Indonesia) en 2004 de magnitud 9.1; Maule (Chile), en 2010, M 8.8; y el de 2011 en Tohoku, Japón, de M 9.1.
Fallas después del terremoto
Este equipo de investigadores de la Universidad de Wuhan señala que las secuelas de un terremoto se marcan por intrincados ajustes post-sísmicos; en particular, el esquivo deslizamiento posterior temprano. El monitoreo sísmico diario ha tenido dificultades para capturar los rápidos y complejos movimientos del suelo que ocurren en las horas críticas posteriores al terremoto. Las complejidades de estas actividades iniciales y sus profundas implicaciones para la evaluación del riesgo sísmico resaltan una necesidad urgente de técnicas de monitoreo más refinadas e inmediatas.
Los hallazgos mejoran la claridad y profundidad de nuestra comprensión de la dinámica post-sísmica de la Tierra, ofreciendo una herramienta sólida para mejorar los sistemas de alerta temprana y las estrategias de respuesta a desastres.
El doctor Yangmao Wen, primer autor del estudio, destaca su importancia, señalando que han demostrado “la destreza del GPS subdiario, para capturar la intrincada dinámica del afterslip temprano, que es crucial para evaluar los riesgos sísmicos y descifrar el comportamiento de las fallas después de los terremotos”.
La mayor precisión en las mediciones tempranas de los temblores posteriores mejorará las predicciones de réplicas, optimizará la preparación para emergencias y mitigará la vulnerabilidad sísmica de las comunidades en riesgo. Este avance en el monitoreo geodésico es un paso adelante hacia una comprensión más profunda de la dinámica de los terremotos y sus implicaciones sociales.