La combinación de dos moléculas en laboratorio ha frenado la progresión de células precancerosas y revirtió el proceso Metaplasia Ductal Acinar (ADM), que precede al cáncer de páncreas. El éxito se debe a un equipo interdisciplinar de científicos estadounidenses de la Universidad de Florida. Sin embargo, hace años que otros investigadores han cuestionado esta estrategia, para la que piden cautela.
Los detalles de cómo han descubierto esta forma de revertir ese proceso celular clave, involucrado en la progresión del cáncer de páncreas aparecen en un estudio que difunde Cell Death Discovery.
“Hasta donde sabemos, esta es la primera vez que se ha podido revertir farmacológicamente la ADM”, asegura Thomas D. Schmittgen, autor principal del estudio y máximo responsable del Departamento de Productos Farmacéuticos de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Florida, en Gainesville.
El cáncer de páncreas es la tercera causa de muerte por cáncer en EE UU, fundamentalmente porque son raras las ocasiones en las que los clínicos lo detectan en las primeras etapas, cuando las opciones de tratamiento son más efectivas.
El equipo multidisciplinar de la Universidad de Florida, para estudiar la ADM, diseñó un modelo de laboratorio utilizando células animales con cáncer de páncreas y tejido de una persona sana.
Introdujeron en las células dos compuestos, uno de los cuales desarrollado por Chenglong Li. El resultado fue que las células ductales respondieron volviendo a convertirse en células acinares.
“Con estos compuestos -enfatiza Schmittgen-, potencialmente podríamos tratar a un paciente con cáncer de páncreas en una etapa más temprana de la enfermedad y, con suerte, mejorar las opciones de tratamiento disponibles”.
ADM, un proceso que precede al cáncer de páncreas
En el estudio se menciona que, a menudo, el proceso ADM aparece cuando hay inflamación. Es un mecanismo de defensa para evitar que el páncreas produzca demasiadas enzimas digestivas y se destruya a sí mismo. Durante el proceso, las células acinares estables que producen enzimas se convierten en células ductales protectoras que recubren el conducto pancreático. Si ciertos genes mutan durante la transición, las células pueden volverse precancerosas y, eventualmente, convertirse en cáncer.
Schmittgen tiene esperanza en que estos hallazgos animen a la comunidad científica a pensar en nuevas formas de tratar el cáncer de páncreas, mediante la manipulación del proceso ADM.
Ya desde la crítica, “la utilidad es muy relativa” -comentan varios investigadores a Biotech Magazine & News sobre este estudio, argumentando que la ADM es algo fisiológico que ocurre en nuestro páncreas de forma espontánea y reversible a lo largo de nuestras vidas.
Utilidad relativa de la ADM
Hace 10 años aproximadamente, se publicó en Cancer Cell un trabajo en el que, entre otras cosas, se dice que si la ADM ocurre en células acinares que tiene ya un oncogén KRAS, no solo se hace irreversible, sino que además progresa para formar PanINs (Pancreatic Intraepithelial Neoplasias) que son los percusores de los adenocarcinomas ductales de páncreas (PDAC). Nature Reviews Cancer publicó también un comentario titulado Pushing pancreatic cancer to take off.
Esto además explica, como se demostró en 2007, que el origen de los adenocarcinomas ductales no son las células ductales propiamente dichas sino las acinares cuando sufren ADM, siempre que ya haya en ellas un oncogen KRAS (ver también otro estudio).
Para estos investigadores, la utilidad de identificar fármacos que inhiban la ADM es “prácticamente nula”. Argumentan que “nadie se va a tomar dichos fármacos ya que sería un tratamiento preventivo (en el mejor de los casos) para aquellas personas que vayan a desarrollar PDAC; algo que, desgraciadamente, desconocen aún los científicos y que, afortunadamente, solo ocurre en un porcentaje pequeño de la población”.
Además, y como se dice en el estudio de 2012, la ADM depende del EGFR, por lo que se puede inhibir con inhibidores selectivos de este receptor -que ya hay muchos y muy efectivos-. Así que, según estos expertos, el nuevo trabajo de Cell Death and Differentiation “solo supondría describir otra combinación farmacológica distinta que inhiba la ADM”.
En un trabajo difundido por Grastroenterología y Hepatología, los doctores Aparisi, Sastre y Sabater, explican que en humanos entre un 80 y un 85 % del volumen pancreático se compone de la porción principal de tejido que es de naturaleza exocrina, un 10-15% corresponde a la matriz extracelular y los vasos, mientras que la porción endocrina constituye alrededor del 2%.
Páncreas, glándula mixta
Las células endocrinas se sitúan en el espesor del tejido exocrino formando acumulaciones que se denominan islotes de Langerhans, de los que hay alrededor de un millón, distribuidos por toda la glándula y rodeados por una rica red capilar donde realizan su secreción. El páncreas exocrino está formado por los ácinos y el sistema ductal.
Cada unidad funcional básica -detallan- se forma por células secretoras acinares, células centroacinares y células ductales, dispuestas en grupos redondeados o tubulares. Las células acinares tienen morfología poligonal o piramidal, con el vértice dirigido hacia la luz central del ácino. El núcleo se localiza en situación basal y el citoplasma contiene abundante retículo endoplásmico rugoso que le confiere una intensa basofilia.
Las células acinares tienen además un aparato de Golgi grande, rodeado de numerosos gránulos acidófilos o gránulos de zimógeno, provistos de membrana, y que contienen en su interior las enzimas constituyentes de la secreción pancreática. En la membrana basolateral de las células acinares hay receptores para las hormonas y los neurotransmisores que regulan su secreción.
Las células ductales y centroacinares tienen características similares. La diferencia entre ambos tipos celulares reside en su localización con respecto a las células acinares.
Asimismo, detallan que las centroacinares se localizan hacia la luz del ácino al inicio de los conductos intercalares, mientras que las ductales forman estos conductos intercalares. Los conductos intercalares concurren para formar los conductos intralobulares, que a su vez van confluyendo para formar los interlobulares. Finalmente, éstos irán convergiendo hasta formar los conductos pancreáticos principales, el de Wirsung y el de Santorini.