Dr. Álvarez de Mon: Hacia nuevas opciones terapéuticas frente a la depresión
Imagen: stories/freepik

La prevalencia anual de depresión se sitúa en torno al 6%, variable según los países, y se estima que hasta un 20% de la población sufrirá al menos un episodio depresivo en algún momento de su vida. Además, no se prevé que estas cifras mejoren en el contexto actual de pandemia Covid-19.

La depresión provoca marcada morbilidad y aumenta la mortalidad de las personas que la sufren. Se asocia a un aumento de diversas patologías como la cardiovascular o metabólica. En varios estudios se ha encontrado que la depresión ocasiona un mayor descenso de salud que otras enfermedades crónicas (como cardiopatía isquémica, artritis, asma o diabetes).

El impacto de la depresión en el rendimiento laboral y social de los pacientes, unido al uso que éstos hacen del sistema de salud y de ayudas sociales provoca unos gastos económicos en Europa superiores a los causados por el cáncer. Sin embargo, la inversión anual en su investigación es significativamente menor.

La depresión es un proceso sindrómico de expresión clínica y patrón patocrónico heterogéneo. Esta variabilidad parece relacionarse con la diversidad de mecanismos etiopatogénicos. Entre sus mecanismos causales se incluyen factores relacionados con la experiencia vital de la persona y por lo tanto de carácter exógeno.

Sin embargo, cada vez es más evidente la existencia de un componente genético de predisposición y la participación de mecanismos inmunoinflamatorios en la inducción de las alteraciones de neurotransmisores propios de la depresión. La dificultad actual de objetivar y cuantificar las manifestaciones clínicas de la depresión en términos analíticos y/o estructurales hace imprescindible la investigación y desarrollo de biomarcadores que pueden constituir parámetros medibles capaces de identificar subgrupos de pacientes con características patogénica y clínicas comunes.

Anomalías del sistema inmunoinflamatorio

Entre los mecanismos patogénicos de la depresión se incluyen las anomalías del sistema inmunoinflamatorio. Sin embargo, los mecanismos celulares implicados en esta disfunción y sus mecanismos causales no se conocen.

La respuesta inmunoinflamatoria constituye el gran mecanismo de defensa frente a las infecciones, pero su inadecuada inducción o regulación participa en la patogenia de diversas enfermedades. En nuestro trabajo hemos investigado las alteraciones funcionales de las células clave en la regulación de esta respuesta, los linfocitos T CD4 o cooperadores en pacientes con depresión mayor.

Hemos objetivado una marcada redistribución de las grandes subpoblaciones de linfocitos T CD4 definidas por el patrón de secreción de citoquinas que son los mediadores del efecto regulador de estas células sobre los linfocitos T efectores CD8 o citotóxicos, los linfocitos B y las células de la respuesta inmediata como monocitos y células citotóxicas NK.

En los pacientes deprimidos hemos demostrado una expansión de las subpoblaciones de linfocitos T productores de interferón gamma (IFN) y factor de necrosis tumoral (TNF) denominados T helper 1, y de los secretores de inteuquina (IL) 17 o Th17. Además, esta alteración de los linfocitos Th1 y Th17 se acompaña de un aumento de los niveles circulantes de TNF e IL-17.

Pero debe destacarse que estas alteraciones funcionales de los linfocitos CD4 no son universales; la expansión Th1 se detecta en cerca de la mitad de los pacientes y la de Th17 en una cuarta parte. No hemos establecido, por ser un estudio transversal, la persistencia de estas alteraciones a lo largo de la evolución ni su relación con la expresión de la enfermedad.

Parámetros inmunológicos

Estos hallazgos nos llevan a profundizar en la relevancia clínica de la identificación de grupos de pacientes que comporten uno u otro mecanismo de alteración patogénica del compartimento linfocitario CD4. El valor como biomarcadores de estos parámetros inmunológicos cuantificables en la depresión se orienta también hacia la individualización del tratamiento.

Así, en estudios previos se ha sugerido que los enfermos con elevación de IL-17 responden mejor a la combinación de ISRS-Bupropión que a otras opciones terapéuticas. Además, plantea que se puedan seleccionar los pacientes que potencialmente respondan a terapias innovadoras como el empleo de inmunomoduladores.

Se ha descrito que cerca del 50% de los pacientes tratados con terapia anti-TNF responden a este agente biológico. Se puede plantear que exista relación entre la expresión de TNF por los linfocitos T CD4 de los pacientes con depresión y la terapia dirigida frente a esta citoquina.

Nuestros hallazgos abren la esperanza hacia la potencialidad de aplicación de terapia biológica frente a IL-17. Es acuciante encontrar nuevas opciones terapéuticas para superar la limitada efectividad de los fármacos empleados en la actualidad, que presentan elevadas tasas de refractariedad y de recidiva.

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