Vuelve la escarlatina y sigue sin haber vacuna
Microfotografía de la bacteria 'Streptococcus pyogenes'. En el siglo pasado, las infecciones por 'S. pyogenes' se cobraron muchas vidas, especialmente porque el organismo era la causa más importante de fiebre puerperal y escarlatina. Foto: PHIL

No es la primera vez que la bacteria Streptococcus pyogenes, que provoca la escarlatina con altas tasas de mortalidad durante siglos, aparece en los últimos años. Concretamente, el doctor Stephan Brouwer de la Universidad de Queensland, que ha dado la alarma en Nature Communications, recuerda que las autoridades sanitarias de todo el mundo se sorprendieron cuando, en 2011, se detectó una epidemia en los países asiáticos.

“Al igual que el virus que causa el Covid-19, la bacteria Streptococcus pyogenes generalmente se transmite por personas que tosen o estornudan, con síntomas que incluyen dolor de garganta, fiebre, dolores de cabeza, inflamación de los ganglios linfáticos y una erupción característica de color rojo escarlata”, advierte el doctor Brouwer.

Con él, han colaborado otros equipos de investigadores de diversas instituciones y universidades de otros países, entre ellos Telethon Kids Institute, University of Wollongong, Western University (Canadá), Peter Doherty Institute for Infection and Immunity (University of Melbourne), University of Cambridge, University of California San Diego, The University of Hong Kong y el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades.

El doctor Brouwer recuerda que, después de 2011, el alcance global de la epidemia “se hizo evidente con los informes de un segundo brote en el Reino Unido, a partir de 2014, y ahora hemos descubierto brotes aislados, aquí, en Australia”.

Este resurgimiento global de la escarlatina ha provocado un aumento de más de cinco veces en la tasa de enfermedad y más de 600.000 casos en todo el mundo.

Toxinas ‘superantígenas’

El profesor Mark Walker, miembro del equipo de científicos, explica que encontraron una variedad de bacterias Streptococcus pyogenes que habían adquirido toxinas superantígenas, formando nuevos clones.

Como explica Walker, “las toxinas se transfirieron a la bacteria cuando se infectó por virus que portaban los genes de la toxina. Hemos demostrado que estas toxinas adquiridas permiten que Streptococcus pyogenes colonice mejor a su huésped, lo que probablemente le permita competir con otras cepas”.

La teoría que defienden los investigadores es que estos clones bacterianos sobrealimentados han causado brotes modernos de escarlatina.

Y, como prueba, detallan en su estudio que eliminando los genes de la toxina de los clones que causaban la escarlatina, hallaron que estos clones knock-out modificados tenían menos capacidad de colonizar en un modelo animal.

Las medidas de salud pública adoptadas por la actual pandemia han conseguido atenuar los brotes de escarlatina. Además, como destaca el profesor Walker, “el principal objetivo de la enfermedad, los niños, han estado menos en la escuela y también han pasado mucho menos tiempo en contacto con otros grupos numerosos”.

Pero vaticina que cuando el distanciamiento social finalmente se relaje, es probable que la escarlatina regrese. “Al igual que con Covid-19, en última instancia, una vacuna será fundamental para erradicar la escarlatina, una de las enfermedades infantiles más omnipresentes y mortales de la historia».

La escarlatina la causan bacterias

Los Centros de Control de Enfermedades (CDC), en Atlanta (EE UU), explican que el grupo de bacterias Streptococcus A es el responsable de la escarlatina. Las bacterias a veces producen un veneno (toxina) que causa un sarpullido, la escarlata típica de la enfermedad.

Estos agentes patógenos viven en la nariz y la garganta y pueden transmitirse fácilmente a otras personas. Es importante saber que no todos los infectados tienen síntomas o parecen estar enfermas. Sin embargo, pueden transmitir las bacterias al toser o estornudar, creando gotitas que contienen las bacterias.

En raras ocasiones, las personas pueden transmitir los estreptococos del grupo A por medio de alimentos no manipulados adecuadamente. Los expertos del CDC rechazan que las bacterias se puedan propagar a través de las mascotas o juguetes.

Por lo general, la escarlatina es una infección leve y el periodo de incubación oscila entre dos y cinco días.

La enfermedad generalmente comienza con fiebre y dolor de garganta. También se pueden presentar escalofríos, vómitos o dolores abdominales. La lengua puede estar cubierta con una capa blancuzca e hinchada. Además, puede presentar una apariencia aframbuesada (roja y con pequeños bultos). La garganta y las amígdalas pueden estar muy enrojecidas y doloridas, con dolor al tragar.

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