España participa en el mayor estudio sobre longevidad en reptiles y anfibios, que arroja luz sobre el envejecimiento en humanos
Imagen de Tuatara (Sphenodon punctatus), supervivientes de la orden Rhynchocephalia. A pesar de su gran parecido, no son lagartos. Conocidos popularmente como ‘fósiles vivientes’ se cree que permanecieron esencialmente sin cambios durante 150 millones de años. Es el reptil endémico más grande de Nueva Zelanda, según reptiles.org. Hasta hace poco, se reconocían dos especies de tuatara: Sphenodon punctatus (Tuatara del norte) y Sphenodon guntheri (Tuatara de la isla de Brother). Sin embargo, la revisión taxonómica los ha unido recientemente en una única especie: S. punctatus. Foto: Sara Lamar

Con datos recopilados en la naturaleza de 77 especies de 107 poblaciones silvestres de reptiles y anfibios en todo el mundo, dos universidades estadounidenses han dirigido el equipo multinacional de 114 científicos, entre ellos españoles, que han llevado a cabo el estudio más completo sobre envejecimiento y longevidad realizado hasta ahora. Opinan que con estos resultados podrán entender mejor el proceso de envejecimiento en humanos.

En el estudio que aparece hoy en Science, órgano oficial de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), participan expertos de varias decenas de universidades de Estados Unidos y distintos organismos, así como centros de Australia, China, Brasil, Italia, Alemania, Yugoslavia, Suiza y España.

En representación de España, han colaborado especialistas de la Universidad de Oviedo; Centro de Investigación Seguimiento y Evaluación del Parque Nacional Sierra del Guadarrama; Museo Nacional de Ciencias Naturales y Estación Biológica de Doñana.

Entre las numerosas conclusiones de este trabajo liderado por las universidades de Northeastern Illinois y la estatal de Pennsylvania, figura que se ha encontrado la primera evidencia integral de que las tortugas, en la naturaleza, envejecen lentamente y tienen una vida útil prolongada, e identifica varias especies que esencialmente no envejecen.

Se demuestra también que, por primera vez, reptiles como las tortugas, cocodrilos y salamandras tienen tasas de envejecimiento particularmente bajas y una vida útil prolongada para su tamaño.

Reptiles y anfibios que envejecen lentamente

Señalan estos científicos que los fenotipos protectores, como caparazones duros en la mayoría de las especies de tortugas, contribuyen a un envejecimiento más lento que, en determinados casos, es insignificante. Esta situación se conoce como falta de envejecimiento biológico.

El profesor David Miller, autor principal y experto en ecología de poblaciones de vida silvestre en Penn State, asegura que hay “evidencia anecdótica de que algunos reptiles y anfibios envejecen lentamente y tienen una esperanza de vida prolongada, pero hasta ahora nadie ha estudiado esto a gran escala en numerosas especies en la naturaleza”.

“Si se puede averiguar -añade- qué es lo que permite que algunos animales envejezcan más lentamente, comprenderemos mejor el envejecimiento en los humanos y también se podrán establecer estrategias de conservación para reptiles y anfibios, muchos de los cuales están amenazados o en peligro de extinción”.

Como explican en su trabajo, utilizaron métodos filogenéticos comparativos que permiten la investigación de la evolución de los organismos, para marcar y recuperar datos, en los que los animales son capturados, etiquetados, devueltos a la naturaleza y observados.

El objetivo era analizar la variación en el envejecimiento y la longevidad de los ectotermos en la naturaleza en comparación con los endotermos (animales de sangre caliente) y explorar hipótesis previas relacionadas con el envejecimiento, incluido el modo de regulación de la temperatura corporal y la presencia o ausencia de rasgos físicos protectores.

El profesor Miller matiza que la hipótesis del modo termorregulador sugiere que los ectotermos, debido a que requieren temperaturas externas para regular la temperatura de su cuerpo y, por lo tanto, a menudo tienen metabolismos más bajos, envejecen más lentamente que los endotermos, que generan internamente su propio calor y tienen metabolismos más altos.

Fenotipos protectores

“La gente tiende a pensar, por ejemplo, que los ratones envejecen rápidamente porque tienen un metabolismo alto, mientras que las tortugas envejecen lentamente porque tienen un metabolismo bajo”, añade el profesor Miller.

Sin embargo, los hallazgos de este equipo multinacional revelan que las tasas de envejecimiento y la esperanza de vida de los ectotermos varían mucho por encima y por debajo de las conocidas para endotermos de tamaño similar, lo que sugiere que la forma en que un animal regula su temperatura (sangre fría versus sangre caliente) no es necesariamente indicativo de su tasa de envejecimiento o vida útil.

El profesor Miller reconoce que no encontraron apoyo para la teoría de que una tasa metabólica más baja significa que los ectotermos envejecen más lentamente. “Esa relación solo era cierta para las tortugas, lo que sugiere que son únicas entre los ectotermos”, destaca.

En relación con la hipótesis de los fenotipos protectores, sugiere que los animales con rasgos físicos o químicos que les confieren protección, como armaduras, espinas, caparazones o veneno, envejecen más lentamente y tienen una mayor longevidad.

Estos rasgos protectores, de hecho, permiten que los animales envejezcan más lentamente y, en el caso de la protección física, vivan mucho más tiempo para su tamaño que aquellos sin fenotipos protectores, según han constatado en este trabajo.

Para Anne Bronikowski, miembro del equipo y profesora de Biología Integrativa en Michigan, “podría ser que su morfología alterada con caparazones duros ofrezca protección y haya contribuido a la evolución de sus historias de vida, incluido un envejecimiento insignificante, o la falta de envejecimiento demográfico, así como una longevidad excepcional”.

Tortugas, reptiles únicos

Beth Reinke, primera autora y profesora de biología de la Universidad del Noreste de Illinois, hace hincapié en que “los diversos mecanismos de protección pueden reducir las tasas de mortalidad de los animales porque otros no se los comen. Por lo tanto, es más probable que vivan más tiempo y esto ejerce presión para envejecer más lentamente. Encontramos el mayor apoyo para la hipótesis del fenotipo protector en las tortugas. Esto demuestra que las tortugas, como grupo, son únicas”.

Curiosamente, el equipo observó un envejecimiento insignificante en, al menos, una especie en cada uno de los grupos ectotermos, incluyendo ranas y sapos, cocodrilos y tortugas.

“Suena dramático decir que no envejecen en absoluto, pero básicamente su probabilidad de morir no cambia con la edad una vez que ya no se reproducen”, enfatiza Reinke.

En este punto, el profesor Miller detalla que “el envejecimiento insignificante significa que si la probabilidad de que un animal muera en un año es del 1% a los 10 años; si está vivo a los 100 años, la probabilidad de morir sigue siendo del 1%. Por el contrario, en las hembras adultas de los EE UU, el riesgo de morir en un año es de aproximadamente 1 entre 2.500 a los 10 años y de 1 en 24 a los 80 años. Cuando una especie muestra una senescencia insignificante, el envejecimiento simplemente no sucede”.

Estos investigadores coinciden en afirmar que comprender el panorama comparativo del envejecimiento en los animales puede revelar rasgos flexibles que pueden resultar objetivos dignos para el estudio biomédico relacionado con el envejecimiento humano.

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