En contra de las teorías anteriores, ahora un equipo del Departamento de Psicología de la Universidad de Maryland, dirigido por la investigadora Juyoen Hur, concluye que existe una superposición entre los circuitos cerebrales del miedo y la ansiedad.
Si bien los términos miedo y ansiedad se utilizan a menudo indistintamente, la teoría científica predominante sugiere que son diferentes, con distintos desencadenantes y circuitos cerebrales separados.
Se piensa que el miedo, una reacción fugaz a cierto peligro, se controla por la amígdala, mientras que la ansiedad, un estado de angustia persistente y elevado en respuesta a una amenaza incierta, se cree que depende del núcleo del lecho de la estría terminalis (Bed Nucleus of the Stria Terminalis o BNST).
Los investigadores saben que BNST forma parte del complejo amigdalino, que es un conjunto de núcleos que se localizan en la profundidad del lóbulo temporal y que guardan estrecha relación con el sistema límbico. Su alteración se ha asociado por diversos grupos de neurocientíficos a un gran número de procesos psiquiátricos.
Para este estudio publicado en Journal of Neuroscience, el equipo de la Universidad de Maryland midió la actividad cerebral por medio de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), mientras que las personas que participaron en su estudio anticipaban recibir una descarga dolorosa junto con una imagen y un sonido desagradables.
Según Hu, la espera de una amenaza, ya sea predecible o no en su momento, reclutó una red superpuesta de regiones cerebrales que incluían el BNST y la amígdala. En una variedad de pruebas, las dos estructuras mostraron respuestas estadísticamente indistinguibles, lo que sugiere que los estados de miedo y ansiedad se ensamblan a partir de un conjunto común de bloques de construcción neuronales centrales.
Conceptualizar la ansiedad y el miedo
Estas observaciones plantean preguntas importantes sobre el modelo del Instituto Nacional de Salud Mental de EE UU, que dirige la investigación en ese país sobre la biología de los trastornos emocionales.
En un trabajo anterior en el que participó Juyoen Hur, junto con Jason F. Smith y Kathryn A. DeYoung, encontraron evidencias de que cuando la ansiedad es extrema, un estado de angustia y excitación, evocado prototípicamente por un peligro incierto, puede ser debilitante.
Es sabido que la anticipación incierta es una característica compartida de situaciones que provocan signos y síntomas de ansiedad en los trastornos psiquiátricos, las especies y los ensayos.
A pesar del profundo significado de la ansiedad para la salud y el bienestar humanos, la neurobiología de la anticipación de amenazas inciertas sigue sin resolverse.
Aprovechando un paradigma adaptado de la investigación con animales y optimizado para la descomposición funcional de señales de resonancia magnética, en este estudio los investigadores examinaron los circuitos neuronales involucrados durante la anticipación de una amenaza cierta y temporalmente incierta en 99 hombres y mujeres.
La comparación de las condiciones de amenaza demostró que este circuito se puede fraccionar, con regiones frontocorticales que muestran un compromiso relativamente más fuerte durante la anticipación de una amenaza incierta y la amígdala extendida muestra el patrón inverso.
Aunque existe un consenso generalizado de que el núcleo del lecho de la estría terminal y la amígdala dorsal, las dos subdivisiones principales de la amígdala extendida, desempeñan un papel fundamental en la orquestación de respuestas adaptativas al peligro potencial, sus contribuciones precisas a la ansiedad humana siguen siendo controvertidas.
Los análisis de seguimiento demostraron que estas regiones muestran respuestas estadísticamente indistinguibles a la anticipación de amenazas determinadas y temporalmente inciertas. Estas observaciones proporcionan un marco para conceptualizar la ansiedad y el miedo.